Cuando Veronica Merrill decidió que quería reducirse el estómago para perder peso encontró dos opciones: pagar 12.000 dólares en Estados Unidos o hacérsela en México por 4.000. Empacó su maleta y optó por la segunda.
El seguro solo costearía la operación de ser obesa mórbida, con diabetes e hipertensión, y no es el caso de esta estadounidense de 50 años, que hoy pesa 95 kg y aspira llegar a 72, precisamente porque cree que 'sería mejor prevenir' a estar enfermo.
'Es triste que tenga que venir a otro país' para un procedimiento médico, dijo Merrill, que conduce un bus escolar en una zona rural de Arizona y es muy crítica del sistema de salud estadounidense, el más caro del mundo.
Decidida y después de investigar sobre opciones de turismo médico, reunió el dinero y contactó a un agente especializado para organizar su viaje a Tijuana, donde las operaciones para pérdida de peso y los tratamientos dentales son los procedimientos más populares. Algunos también viajan para tratar condiciones cardiovasculares, ortopédicas, de fertilidad o cáncer, así como para comprar medicinas.
'Si solo hubiera tenido la opción de operarme en Estados Unidos, simplemente no lo hacía. No puedo pagar tanto', dijo Merrill a la AFP. 'Lo que quiero es estar sana'.