La preocupación por mantener una alimentación saludable se ha intensificado en los últimos años, impulsada por tendencias que promueven el consumo de productos orgánicos, libres de aditivos y procesados. Sin embargo, para algunos, a la larga esta intención termina convirtiéndose en una conducta obsesiva.
(Le puede interesar: ¿Cómo llegan las partículas de plástico al cerebro de los humanos? Sospechan de este tipo de alimento)
Este fenómeno, conocido como ortorexia, está generando alertas entre profesionales de la salud por las repercusiones negativas que puede llegar a tener sobre la salud física, emocional y psicológica de quienes lo padecen.
La ortorexia, término propuesto en 1997 por el médico Steven Bratman, describe una obsesión por ingerir únicamente alimentos considerados “puros” o “naturales”. A diferencia de otros trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia, el foco no está en la cantidad de comida que se consume, sino en la calidad que los comensales perciben de ella.
(Vea aquí: ¿Cuáles son los beneficios de beber café sin azúcar?)
Las personas que desarrollan este patrón de comportamiento suelen eliminar grupos enteros de alimentos que consideran “no saludables”, como productos procesados, refinados o que contengan conservantes. Este tipo de selección alimentaria puede llevar a deficiencias nutricionales importantes, incluyendo falta de vitamina B12, hierro o calcio.

De acuerdo con la psiquiatra Laura Villamil, este trastorno no está reconocido en los manuales diagnósticos oficiales, pero es real y puede causar daños significativos. La ortorexia implica “una preocupación excesiva y obsesiva por consumir únicamente alimentos considerados ‘saludables’, lo que lleva a comportamientos rígidos y restrictivos”, señaló la experta.
(Lea también: Esta característica en la yema de los dedos puede indicar que puede padecer uno de los cánceres más mortales)
Y es que, según precisó, las personas afectadas pueden pasar horas analizando etiquetas, planificando menús o evitando por completo situaciones en las que no tengan control sobre la comida, lo que puede llegar a interferir con su vida diaria.
Esta conducta no solo afecta el bienestar físico. También puede desencadenar síntomas de ansiedad, culpa intensa al transgredir las reglas autoimpuestas e incluso cuadros depresivos.
(Le sugerimos: ¿Por qué debería comer banano antes de dormir?)
Asimismo, el aislamiento social es otra de las consecuencias frecuentes: rechazar invitaciones a eventos por no poder controlar lo que se sirve termina impactando las relaciones personales.

Frente a este panorama, el abordaje terapéutico requiere un enfoque integral. Villamil destaca la utilidad de la terapia cognitivo-conductual para trabajar los pensamientos rígidos asociados a la alimentación, así como el acompañamiento de nutricionistas que ayuden a reintroducir alimentos eliminados sin razones clínicas. En algunos casos, también se recomienda la terapia familiar, especialmente cuando el entorno refuerza las conductas restrictivas.
(En otras noticias: ¿Siempre se siente cansado? Esto podría estar pasando en su cuerpo, según la ciencia)
“Buscar una alimentación saludable es positivo, pero cuando se vuelve una obsesión que domina tu vida, es señal de que algo no anda bien”, señala la especialista. Y es que, según explica, la línea entre el autocuidado y el control excesivo puede ser difícil de identificar, pero cuando la comida se convierte en una fuente constante de estrés o limitaciones, es necesario intervenir.
Aunque no existen cifras oficiales sobre la prevalencia de la ortorexia en Colombia, su visibilidad ha aumentado con el auge de contenidos sobre nutrición en redes sociales y plataformas digitales. Ante esto, la recomendación de los expertos es clara: la salud no debe medirse solo por lo que se come, sino también por el impacto que esas elecciones tienen en la vida cotidiana.
(No deje de leer: Así les cambia la estructura del cerebro a quienes trabajan en exceso, según estudio)
Buscar ayuda profesional ante signos de obsesión con la alimentación puede evitar consecuencias mayores. La clave está en el equilibrio: comer bien no debería significar renunciar al bienestar emocional ni al contacto social.