Santiago Camargo, de 11 años, ha vivido en los últimos meses como en una montaña rusa, pero de emociones. Como muchos colombianos se vio afectada su vida a raíz de la pandemia: cambió los pupitres y las pizarras por la pantalla del computador, dejó de jugar fútbol con sus amigos, por verlos en una videollamada. Para él no fue fácil la adaptación a 'la nueva normalidad' del mundo.
Su cuerpo lo sintió, de ser un niño feliz y sano pasó a tener episodios de mal genio e indigestión. Los detalles mínimos en su entorno y las tareas lo estresaban, según cuenta.
'No es lo mismo dar clases presenciales que virtuales. Cuando algunas cosas no me salen bien o cuando tengo muchos trabajos me molesta. Todo cambió un poco cuando mis papás trajeron juegos de mesa a casa porque empezamos a reunirnos en familia, a divertirnos y a salir de la rutina', cuenta el niño que cursa sexto grado.
Su padre, Julio Camargo, dice que, aunque su hijo mayor, Santiago, se llegó a sentir estresado, ni él ni su hermano Adrian, de 6 años, le dijeron que querían salir a la calle, pues 'sabían que había un virus y que no se podían exponer'.
Su familia manejó estos cuadros de estrés logrando que el niño tuviera permanente contacto con su familia, comprando juegos de mesa que le aportaran conocimiento y habilidades. 'Desde hace mucho una psicóloga lo ve. Cuando llevaba como tres meses en cuarentena ella fue la que nos sugirió que tuviéramos juegos de mesa en casa y que habláramos mucho con ellos', resalta Julio.
La opinión de dos expertos
El estrés es reconocido como un sentimiento de tensión física o emocional que, para el psicólogo clínico Williams Prieto, en los niños se desencadena a causa de muchos factores. Dentro de los más comunes están los conflictos entre padres, el maltrato verbal, los castigos de tipo físico y emocional, y las dificultades en la interacción con los hermanos.
A su vez se suma la sobrecarga de actividades y responsabilidades asignadas por el adulto que, como consecuencia, trae consigo una sobreestimulación en el niño.
'La niñez es una etapa de experimentación y desarrollo, por tanto, las rutinas extremas coartan el proceso de imaginación y creación de los niños. La escuela por definición es su medio social, por ello ante dificultades académicas, problemas con docentes o compañeros suelen experimentar altos niveles de estrés, sobre todo si son objeto de ‘bullying’'.
Prieto asegura que durante la cuarentena el estrés en algunos niños se enmarcó en la misma medida que en los adultos, pues se vieron obligados a enfrentar ciertos cambios de hábitos y de rutinas, como fue el caso del aislamiento social que les impedía compartir con amigos y compañeros. Añade que el juego mismo, que ha sido catalogado como fundamental para el desarrollo del bienestar emocional, dadas las circunstancias de la pandemia fue mermando y, por consiguiente, el estrés pudo haberse potencializado.
Respecto al estrés liberado a causa de los cambios, la psicóloga clínica Frauky Jiménez dice que es usual en los primeros años del infante, así como la ansiedad por separación al momento de iniciar su etapa de escolaridad.
'El estrés también es común cuando el niño presenta preocupación por las tareas, debido a que están expuestos a una figura castigadora y coercitiva que les infunde miedo. A su vez se da cuando el niño presenta deficiencia visual y auditiva porque el mismo hecho les genera estrés, así como la separación de los padres o si ha sido abusado sexualmente'.
Rescata que la salida para corregir a un niño no está en los golpes ni en los gritos, sino desde el amor y en privado. Agrega que el maltrato físico, emocional y verbal influye de tal manera que a corto o largo plazo es posible que el menor decida reaccionar con violencia o partir de casa.