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El fin de semana pasado no era la primera vez que el señalado narcotraficante Camilo Torres Martínez, alias Fritanga, se hospedaba en el hotel Punta Faro, un complejo turístico que ocupa nueve de las 23 hectáreas de Isla Múcura: en diciembre estuvo aquí, por varios días, acompañado de familiares.

Óscar Alzate, administrador del hermoso lugar, lo recordó ayer como “un cliente normal”. “No sabíamos —aseguró— de sus problemas con la justicia”.

En esta oportunidad solicitó, a través de un tercero, reservas para 100 adultos y 20 niños, la mayoría familiares y amigos, con motivo de su boda. “Las mujeres que estaban en la fiesta no llegaban ni a candidatas, por eso digo que no habían reinas ni modelos”, comentó Alzate.

La celebración empezó desde el 26 de junio y finalizó el primero de julio, cuando fue interrumpida por el operativo de la Dijín apoyado por la Armada Nacional.

EL HERALDO conoció que la ceremonia nupcial, realizada por una notaria de Cartagena, se llevó a cabo el sábado cerca de la playa y a campo abierto. El festejo, inicialmente, fue al son de música cubana, a cargo de una agrupación contratada por la empresa hotelera, pero el novio pagó cada día conciertos temáticos.

Al menos ocho agrupaciones musicales —vallenato, salsa y reguetón— actuaron en el matrimonio de Torres Martínez, quien, paradójicamente, desde 2010 aparecía muerto en la Registraduría.

Alzate dijo que era la primera vez que admitían espectáculos bulliciosos, ya que es política mantener al máximo el lugar en silencio para hacer honor a su eslogan: ‘Este es el fin del afán’, gancho para el turismo internacional.

A las 4 a.m. del domingo cuando los investigadores llegaron por el mafioso apagaron la música y les ordenaron a todos que se tiraran al piso. Se hizo un silencio profundo y solo se escuchaban los pasos de los policías que luego de comprobar la identidad de Fritanga se lo llevaron en una lancha rápida, seguida por un avión de la Fuerza Área.

Por Jaime Vides Feria