El Heraldo
La región Caribe posee en una inmensa diversidad natural, geográfica, intercultural, y grandes potenciales que son claves para su desarrollo. Shutterstock
Región Caribe

La pobreza en el Caribe: causas y posibles salidas

Análisis de investigadores a propósito de las últimas estadísticas del Dane que recalcan el rezago regional.

Entre 2016 y 2018 el Caribe pasó a ser la región con mayor índice de pobreza multidimensional en Colombia, por encima del Pacífico. Este concepto, medido por el Dane, tiene en cuenta factores determinantes en el bienestar general como bajo logro educativo, trabajo informal, trabajo infantil, hacinamiento crítico, analfabetismo, rezago escolar, desempleo de larga duración, barreras de acceso a servicios de salud o falta de acceso a fuentes de agua mejorada.

Aunque históricamente la región se ha mantenida rezagada en diversos aspectos frente a otras zonas del país, inquieta hoy que, en lugar de darse soluciones efectivas, la calidad de vida de su población esté empeorando, como lo refleja la radiografía estadística del Dane.

Sobre las causas de la pauperización del Caribe, el investigador de la Universidad Simón Bolívar, el licenciado en Ciencias Sociales y doctor en Geografía, Efraín Llanos, estima como fundamental la estructura de la propiedad en el campo por la concentración de la tierra en pocas manos, pero además se le suma a que los ingresos de la gente que trabaja la tierra en las zonas rurales son muy bajos.

A ellos se suma que, durante el conflicto armado, el paramilitarismo, principalmente, generó que la tierra se concentrara aún más. “Los pequeños propietarios fueron expropiados, de tal manera que generó una migración interna muy fuerte que se fue hacia las capitales, zonas urbanas. Entonces, mucha gente que vivía en las zonas rurales con ciertas condiciones que, si bien no tenía un nivel de vida alto, sí tenía satisfechas la mayor cantidad de cosas cubiertas, pero cuando se desplaza debe empezar de cero y la mayor cantidad de ellos llega a las ciudades o a ejercer trabajos informales o a practicar la mendicidad”, complementa.

También hace referencia a la informalidad, pues según cálculos recientes del Dane, la mitad de los trabajadores en la Costa se encuentra en esta condición. Datos correspondientes al trimestre de diciembre de 2018 a febrero de 2019 muestran que en la región 1,1 millones de personas de los 2 millones que laboraban lo hacían en informalidad.

“Eso representa ingresos muy inestables, dificultad para satisfacer las necesidades básicas, cero seguridad social, acceso de educación muy limitado al igual que las condiciones de salud. Todo eso termina por fomentar la pobreza monetaria por los ingresos inciertos y la multidimensional porque las condiciones de vida en general no son los mejores”, explica el docente.

Es clave la coyuntura de la migración venezolana que ha afectado considerablemente a Colombia y especialmente al Caribe, hasta donde han llegado tanto personas oriundas de ese país como colombianos que se ubicaron en ese país y decidieron retornar con las familias que conformaron allá.

En concepto de Llanos, un factor muy grave lo constituyen los altos niveles de corrupción de la clase dirigente que han hecho más difícil la resolución de situaciones que pudieran atenderse de manera expedita. Como posibles soluciones, menciona como elemento básico una mayor intervención del Estado sin caer en paternalismos, además de que los dirigentes empiecen a pensar y a actuar para minimizar los índices de desigualdad, en especial cuando se dan procesos como las reformas tributarias o laborales que, tradicionalmente, van en detrimento de las condiciones de la gente más necesitada.

El análisis de la socióloga Matilde Eljach, doctora en Antropología, toca el hecho de que, pese a las carencias históricas de la región, el centralismo gubernamental la sigue viendo como periferia y no como una zona potencialmente rica, capaz de decidir su propio esquema de desarrollo y sus posibilidades de inversión para salir de los indicadores tan negativos en los que se encuentra. “No quieren vernos como la región económica, cultural, con una historia y un futuro claramente definibles”.

La investigadora recalca que la riqueza de un pueblo no se puede medir simplemente por los referentes de desarrollo o de progreso que predominan en el mundo y en los que, indudablemente, el Caribe sale mal calificado y eso genera preocupación, sin embargo, consideró que es más inquietante determinar cuál es la capacidad de movilización de la sociedad civil frente a estos problemas.

Dice que la costumbre, prácticamente por inercia, es echarles la culpa a los gobernantes, pero “es que a ellos los pusimos nosotros, y la veeduría sobre el accionar acertado o no de estos gobernantes también la tenemos que hacer nosotros como sociedad civil”.

Eljach destaca que la Costa es una región diversa, intercultural, con una riqueza inmensa en potencial turístico, ambiental, energético, etc. y una historia importante de civilidad, pese a que en décadas recientes ciertas formas de violencia se enquistaron acá, mas no mermaron ese espíritu de la gente del Caribe de trabajar, estudiar, hacer cultura y ser productiva sin armas en las manos.

¿Por qué el rezago y la persistencia de la pobreza?.

Se requiere un modelo de desarrollo más incluyente.

Por: Ezequiel Quiroz Narváez

El indicador de pobreza para la costa Caribe presenta siempre un rezago con respecto a otras regiones del país, situación que se ha vuelto persistente y que desnuda disparidades y desigualdades sociales en la región, siendo esta una de la más rica del país, en suelos, mares, recursos naturales y biodiversidad.

Con cualquier metodología que se utilice para medir la pobreza, los resultados son los mismos, bien sea por el método cepalino de la línea de pobreza monetaria, que establece unos niveles de ingresos per cápita por hogar o por persona para calcular los índices de pobreza relativa y extrema, o  por otros métodos como el de la Pobreza Multidimensional que tiene en cuenta cinco dimensiones de logros o carencias en el hogar (educación, niñez y adolescencia, trabajo, salud y servicios públicos domiciliarios); o el Índice de Pobreza Humana elaborado por PNUD de la Naciones Unidas que tiene en cuenta algunas de estas variables (salud, educación, servicios domiciliarios),  pero que incluye otras variables como nutrición, violencia y grado de vulnerabilidad de la población, o el Índice de Desarrollo Humano, también de Naciones Unidas, que contempla tres dimensiones básicas (Esperanza de vida al nacer, calidad de vida y logros en conocimientos y educación).

Por donde se le mire la costa Caribe presenta altos niveles de dificultad en la obtención de mejoras en estas variables de carácter social. En términos demográficos la costa Caribe, según datos censales del Dane, representa el 21% de la población total del país; pero en términos del PIB solo llegamos al 15,4 %, según datos correspondiente al 2017; este desfase implica menor índice de producción industrial, menos fuentes de empleo calificado, mayor informalidad económica y laboral. Si no fuese por la producción de la industria extractiva de recursos naturales de carbón y petróleo en la región, el PIB de los departamentos de La Guajira, Cesar, Córdoba y Bolívar serían de menor visibilidad y peso dentro la estructura productiva del país y la brecha de la región sería más pronunciada.   

Más allá de las explicaciones económicas y técnicas, que se impartan para   entender la verdadera dimensión de la pobreza, esta hay que entenderla tal como concibió José Consuegra Higgins a la economía, como ciencia eminentemente social, en este caso, la pobreza como un fenómeno eminentemente social que involucra a toda la sociedad y, por lo tanto, las autoridades no pueden pasar de agache, frente a la situación que presenta la región Caribe. Ya en la antigüedad los tres filósofos más importantes de Grecia: Sócrates, Platón y Aristóteles se pronunciaron sobre este tema, dándole el contenido social a la pobreza.

La costa Caribe colombiana requiere un modelo de desarrollo más incluyente, que reduzca los niveles de la desigualdad social y de pobreza, que genere desarrollo para todos. Ya en el caso de Barranquilla y en el departamento del Atlántico se están dando los primeros pasos en la dirección correcta, pero podemos ser más proactivos. Se han bajado los niveles de pobreza extrema pero hay que ir por más.              

*Economista, docente-investigador de Unisimón, exdirector del Dane en Barranquilla.

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