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Región Caribe

Bolívar y Magdalena, los más críticos en manejo de basuras

Bolívar y Magdalena, los departamentos más críticos, según Superservicios. En la región se disponen diariamente 7.609 toneladas de basuras.

Aunque la mayoría de la Región Caribe, el 63%, dispone la basura en sitios autorizados, predominantemente en rellenos sanitarios que cumplen las normas ambientales, todavía 72 municipios llevan sus desechos a sitios no autorizados (botaderos a cielo abierto y celdas transitorias).

La Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (SSPD) tiene identificados, con base en los reportes de los operadores en el SUI (Sistema Único de Información), 34 sitios de disposición final de basuras en la Costa, de los cuales 16 son rellenos sanitarios y una celda de contingencia como sitios autorizados; además, hay 16 botaderos a cielo abierto y una celda transitoria como sitios no autorizados. Caso aparte es la zona insular de San Andrés, donde funcionan dos rellenos sanitarios que están a punto de terminar su vida útil este año y donde ya se está trabajando para buscar una solución.

De los 16 rellenos sanitarios que funcionan en el Caribe colombiano 13 operan como regionales; es decir, que atienden varios municipios. Conforme a lo planteado en las bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018 - 2022, esta figura “ha sido más exitosa en disposición final, pero se requiere la consolidación de esquemas regionales que incluyan recolección y transporte”.

El delegado de la Superintendencia para acueducto, alcantarillado y aseo, Milton Bayona, sostiene que “cuando un municipio tiene un botadero a cielo abierto es porque no le ha dado prioridad al tema. Pero los alcaldes son los garantes de suministrar los servicios públicos, es su responsabilidad. Lo pueden hacer directamente, o lo puede tercerizar, a través de especializados”.

El informe de la Superservicios destaca las coberturas del servicio de aseo en Atlántico (100%), Córdoba (100%) y Cesar (96%), en donde todos los municipios disponen en sitios autorizados, pero sin duda los casos sobre los cuales la entidad lanza una advertencia son Bolívar y Magdalena, cuyas coberturas no llegan ni al 50% de sus territorios. 

Imagen de bomberos apagando un incendio que se generó en 2015 en el relleno de Santa Marta.

BOLÍVAR Y MAGDALENA 

El 71% del total de sitios ubicados en esta zona corresponden a botaderos a cielo abierto; es decir, “15 de los 21 sitios de estos departamentos continúan con la disposición final en sitios no autorizados, acarreando graves impactos negativos a nivel local, relacionados con perjuicios ambientales, sociales y de salud pública”, explica la Superservicios.

En Bolívar la cobertura es del 30%; es decir, que solo 14 de los 46 municipios disponen sus basuras en sitios autorizados. En este departamento la SSPD tiene en curso tres investigaciones por presuntas deficiencias en el servicio de aseo en Cartagena, contra los operadores Aseo Urbano de la Costa S.A. E.S.P. y Promoambiental Caribe S.A. E.S.P., y en Magangué, contra la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Colombia S.A. E.S.P. – Aquaseo S.A.

Para el caso de Magdalena la cobertura apenas llega al 17%, solo 5 de los de los 30 municipios disponen sus desechos en sitios autorizados. La Superservicios investiga también por deficiencias al operador en el municipio El Banco, Empresa de Servicios Públicos de El Banco Magdalena E.S.P., y contra Interaseo S.A E.S.P. por la disposición final del distrito de Santa Marta y de los municipios El Retén, Fundación y Aracataca.

El relleno sanitario de Santa Marta, denominado Parque Ambiental Palangana, en la vía a Bahía Concha, recibe un promedio diario de 550 toneladas de basuras, provenientes  del casco urbano y la zona rural. Actualmente sobre Interaseo pesa un proceso autosancionatorio por el Departamento Administrativo Distrital de Sostenibilidad Ambiental -Dadsa- y la Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta -Essmar- por ser  presuntamente responsables del vertimiento inadecuado de lixiviados, con afectación a los barrios Los Fundadores, Chimila 1, Luis Carlos Galán y Ondas del Caribe, ubicados en su entorno.

Frente a la situación de estos dos departamentos, la Dirección Técnica de Aseo de la SSPD hace un llamado de atención a las autoridades locales, especialmente a los alcaldes.  “Dentro de los programas deben contemplar la forma en cómo se va a dar la disposición final de los residuos. Son ellos los responsables. Nosotros generamos las alertas junto con el Ministerio de Vivienda, para que nos ayuden esta tarea”.

Aspecto de un botadero a cielo abierto en la capital de La Guajira, rodeado de aves de carroña.

LA GUAJIRA 

El caso más grave es el de Riohacha, donde existe una celda transitoria, ya que la construcción del relleno sanitario lleva alrededor de 18 años tratando de culminarse, pero no ha sido posible por la inconformidad por parte de las comunidades indígenas que se encuentran a su alrededor.

En el más reciente informe de la Corporación Regional de La Guajira, Corpoguajira, se indica que la celda transitoria para la disposición de basuras tiene una capacidad para 62.000 toneladas con una altura del orden de 7 metros y una tasa de disposición aproximada de 4.140 ton/mes de residuos, por lo que se estima una vida útil de 15 meses contados a partir de octubre de 2018; es decir, la vida útil para la nueva celda es hasta el mes de abril del año 2020, aproximadamente.

Por eso advierte la entidad que desde ya el alcalde de Riohacha debe buscar las alternativas para solucionar a corto plazo el tratamiento de los residuos de esta ciudad. 

El relleno sanitario estaría ubicado en la vía entre Riohacha y Valledupar, a aproximadamente 11 km del casco urbano del distrito y tiene un valor aproximado de $2 mil millones.

SUCRE 

En el territorio sucreño la cobertura es del 69% y existen dos rellenos sanitarios operados por privados: El Oásis, de Interaseo S.A. E.S.P., ubicado en Sincelejo; y La Candelaria, ubicado en el corregimiento Villa López, de Corozal, y propiedad de Serviaseo. 

Contra Interaseo también existe una investigación de la Superintendencia por el proceso de disposición final de los residuos de los municipios Morroa, Coveñas, Sincelejo, Sincé, San Juan de Betulia, San Marcos, Galeras, Sampués y Tolú.

Un tercer relleno funciona en Sucre, en Toluviejo, y es operado por la misma alcaldía municipal, pero no reporta información al SUI. Se trata de Los Cerros y también sirve a las poblaciones de Colosó y Chalán. Este relleno estuvo sellado en su operación varios años, desde 2015, pero desde hace uno fue reactivado.

El Plan Departamental de Aguas de Sucre contempla que el departamento  necesita contar con por lo menos cinco rellenos sanitarios, uno por subregión. En ese camino por lograr el objetivo, ya están elaborados los proyectos de construcción de los rellenos de las subregiones San Jorge y Mojana. El relleno del San Jorge estaría ubicado en el municipio de Caimito y el de la Mojana en zona rural de Majagual, Los estudios y diseños de estos ya fueron realizados por Aguas de Sucre con una inversión de $7.200 millones. En estos momentos ambos proyectos están en la fase de retoque, en especial de ajuste de costos, para ser radicados ante el Viceministerio de Agua Potable y Saneamiento Básico para su viabilización y financiamiento.

CÓRDOBA 

La Superintendencia de Servicios identifica en este departamento el funcionamiento de dos rellenos sanitarios regionales: Loma Grande, en Montería, y Cerro Matoso, en Montelíbano.

Sin embargo, la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge solo extendió la licencia de Loma Grande en 2015, donde depositan sus residuos sólidos 16 municipios de Córdoba. Posteriormente, la Autoridad Nacional Ambiental le confirió una vida útil de 17 años.

A excepción de Montería, el resto de los municipios de Córdoba deben contratar la recolección y traslado de los residuos sólidos a otros municipios, incluso por fuera del departamento. Algunos de los entes territoriales contratan el servicio con la empresa Servigenerales, encargada de la operación en el relleno Loma Grande. Las otras localidades hacen lo propio, pero en otros departamentos como Sucre y Antioquia, dependiendo del relleno sanitario que les quede geográficamente más cercano.

Según los más recientes reportes obtenidos por la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y el San Jorge, máxima autoridad ambiental de Córdoba, un total de siete municipios envían sus desechos al Relleno Sanitario El Oasis, de Sincelejo, en el departamento de Sucre, como es el caso de Chimá, Momil, Purísima, Sahagún, San Andrés de Sotavento, San Antero y Tuchín. En ese mismo departamento, pero en el relleno La Candelaria, de Corozal, dispone sus desechos el municipio de Chinú, ubicado en el norte de Córdoba.

Entre tanto, con relación a los municipios ubicados en la zona del San Jorge, como Ayapel, Buenavista, La Apartada, Montelíbano, Puerto Libertador y San José de Uré, la CVS informó que disponen de sus residuos sólidos en el Parque Ambiental Campo Alegre, de Caucasia, en el Bajo Cauca antioqueño.

Aspecto del relleno sanitario Los Corazones, ubicado en la vía que de Valledupar conduce a Patillal.

CESAR

En el departamento del Cesar funcionan tres rellenos sanitarios regionales, además de la operación privada en la mayoría de los 25 municipios para la limpieza, recolección, transporte y disposición final, casi todos con coberturas que superan el 90%.

El relleno regional noroccidental está ubicado en el municipio de Bosconia, operado por Bioger S.A. E.S.P., y tiene una vida útil hasta el 2041. 

En la parte norte, el departamento cuenta con el relleno sanitario Los Corazones, operado por la empresa Servicios de Aseo de Valledupar, Aseoupar. Este relleno tiene vida útil hasta el 27 de abril de 2028.

Mientras que en el sur del Cesar funciona el relleno sanitario Las Bateas, ubicado en Aguachica y operado por la firma Aseo Urbano S.A.S. E.S.P, con una vida útil hasta el tres de enero de 2027.

Jhon Carlos Redondo junto al letrero que indica la ubicación del relleno Puerto Rico. Maquinarias que permanecen aún en el sitio.

El guardián de la basura en Baranoa 

Con el costal al hombro y la mirada al frente camina John Carlos Redondo, un campesino laborioso de la zona rural de Baranoa. Sobre su espalda no solo lleva el peso de los frutos del cultivo, sino también el de su familia, que reside en una finca a pocos metros de la carretera principal.

La finca Puerto Rico, seca, árida y calurosa, está ubicada a unos cinco kilómetros de la plaza de Baranoa, uno de los municipios más importantes del Atlántico. En el camino no hay anuncios ni carteles con el nombre de la propiedad, como sí lo tienen la mayoría de las granjas de la zona.

Al lado de John camina, cansado, Polo, su fiel compañero. El perro, un criollo del color de la nuez moscada, se mantiene tranquilo cuando el campesino regresa a su predio después de la jornada de la mañana. Es medio día y tiene hambre, justo a tiempo para almorzar.

“No es buena época para los cultivos”, confiesa John Carlos Redondo mientras descarga el costal sobre una mesa de madera. En algunas zonas de la finca crece yuca, en otras maíz. El verano ha sido duro, cruel, pero también lo es el terreno, que se muestra infértil. “Para que algo crezca por acá van a tener que pasar como mínimo 10 años”, dice el campesino. “Esto está lleno de basura”.

Puerto Rico quedó a cargo de la familia de John Carlos hace cinco años, cuando la administración de Baranoa se las entregó para su cuidado. Años atrás, el terreno había sido un relleno sanitario que recibía toda la basura de los municipios cercanos. Desechos de Tubará, Juan de Acosta, Palmar de Varela, Usiacurí y otros pueblos del departamento hoy se revuelcan bajo la arena de la finca.

Botellas, bolsas, canecas, metales y más están apilados dentro de fosas a pocos metros de la residencia de los Redondo, en donde habitan los padres de Redondo, su esposa y uno de sus hijos.

Frente a la puerta de la casa, una construcción rudimentaria de cemento, hay un buldócer, un camión de volteo y una contenedora de basuras. Todos están viejos y oxidados, como vestigios de una época anterior.

“Eso lo dejaron aquí hace años”, dice Redondo al recostarse sobre el metal amarillo del buldócer oxidado. “Eso es de la alcaldía, nosotros lo cuidamos. Hace seis años que cerró el relleno sanitario, pero aquí todavía está la basura. A pesar de todo hemos podido vivir, aquí sobrevivimos”, dijo.

El terreno tiene 12 hectáreas, de las cuales siete, según contó Redondo, están llenas de basura. La familia vive de lo que siembra, pues no reciben ningún tipo de sueldo por su labor de cuidado. El acuerdo pactado, como lo contó el campesino, es que ellos deben vigilar las maquinas viejas y los terrenos a cambio de la producción de las siembras.

“Acá estamos tranquilos, se vive bien. Solo tenemos que estar pendientes de la maquinaria y de la finca. El verano está duro, pero yo creo que en unos años vamos a poder sembrar más cosas”, dijo. Polo, a su lado, juguetea con el otro perro, que corre libre sobre la tierra seca. La mascota fue un regalo de su hermano, que trabaja en otra finca cercana.

Las basuras de Baranoa, desde el cierre del relleno sanitario Puerto Rico, van a otro basurero en Santo Tomás, a 21.4 kilómetros del municipio. 

John Redondo cuenta que por esa situación le tocó quitar los letreros de la finca. Incluso, una vez, varios camiones llegaron y depositaron los desechos a unos pocos metros de la vivienda. “Fue un desastre”, según confesó.

El campesino se retira a almorzar tranquilo, luego de una dura jornada de trabajo. Se ve optimista, feliz por administrar su ‘tierrita’. Quizás no le toque esperar diez años para volver a sembrar, aunque la basura aún siga enterrada en gran parte de Puerto Rico.

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