
La adaptabilidad para Daniela Tapia en un año de pandemia
La actriz manifiesta que Colombia ha sido esencial en su crecimiento profesional.
El 2020 ha sido para la mayoría un año de cambios y aprendizajes. En lo que respecta a la actriz cubana Daniela Tapia, ha sido el tiempo para moldear su ego y analizar la probabilidad de que “hoy podemos estar bien, pero mañana, quizá, ya no pertenezcamos a este plano terrenal”. En síntesis, ha sido un periodo en el que ha podido afianzar su capacidad de adaptabilidad y potenciar su aprendizaje sobre la vulnerabilidad del ser humano y la variabilidad de muchas situaciones de la vida.
En medio de la pandemia, después de que su carrera actoral se encontrara en lo más alto y su recorrido profesional la hiciera merecedora de papeles protagónicos, la vida la sorprendió con un personaje que, tal vez, ha sido el “más chiquito” que haya realizado. Sin embargo esto no le pesa, pues reconoce que “si el mundo te demuestra que es lo que debes hacer, eso se hará y con buena onda”.
'La suerte de Loli' es el nombre de la telenovela que le brindó esta oportunidad y cuya historia —adelanta— se desenvuelve dentro de una emisora, en la que Tania, su personaje, es el más joven y el encargado de las redes sociales del lugar.
“Es una gran bendición. Para muchas personas tener trabajo este año ha sido todo un reto y saber que yo lo tengo es muy importante para mí. Además he visto cómo muchos de mis colegas han tenido que dedicarse a otras facetas, debido a la Covid-19 y a la paralización de los canales en el mundo entero, pero yo me siento privilegiada porque he podido seguir haciendo lo que tanto amo”.
Se declara una mujer “terca, curiosa, perseverante y enérgica”, de modo que quedarse quieta no lo contempla, aunque haya de por medio una pandemia que no da tregua. Es así como, además de la actuación, se encuentra trabajando en “mucho contenido digital” para sus redes sociales, sobre todo el que está relacionado con otra de sus pasiones: viajar.
“Yo siempre he dicho que me quiero convertir en una Anthony Bourdain, pero en una versión femenina (risas). Mi sueño es visitar cada rincón del mundo y conocer todos los platos típicos, los rituales, las celebraciones y las vestimentas de cada país. Me apasiona mostrar la cultura de otras personas, sobre todo si es diferente a lo que nosotros somos, pero lo tengo paralizado por la Covid-19. De momento en mi canal de YouTube cuento con un viaje que hice a Finlandia (...) Creo que a la fecha he logrado visitar aproximadamente 30 países (...) También me desenvuelvo como embajadora de diferentes marcas y en constante movimiento, abierta a cualquier propuesta que me hagan y que, por supuesto, me permita sentirme cómoda”.
Inicios
La actuación no llegó a ella de casualidad. Nació en un hogar en el que su padre, Ernesto Tapia, es actor; y su madre, Anita Curbelo, es directora de cine, amante del ballet y del séptimo arte.
“Todo lo que soy como artista se lo debo a mis padres. Yo soy actriz, pero amo la danza, el ballet, la ópera, la pintura y la escultura. El arte es la esencia de mi vida, es lo que me corre por las venas”.
Su gusto por la actuación emergió cuando era niña, justamente cuando solía acompañar a su padre mientras él hacía lo suyo sobre las tablas o en un set de grabación. Añade que las fiestas familiares eran el escenario perfecto para presentarse y demostrar el talante que estaba innato en ella.
“Yo me disfrazaba y me maquillaba para presentarles algo a los invitados de mis papás; yo lo llamé el ‘show’ de Daniela. Luego empecé a despertar un interés grande por ver cine e ir al teatro, hasta que a los 13 años decidí estudiar teatro con el maestro de actuación más importante de Cuba, Humberto Rodríguez. Con él estuve formándome hasta los 19 años, en jornadas extensas que no me agotaban mucho porque lo que hacía me apasionaba. Gracias a lo que aprendí pude hacer prácticamente todas las obras de la dramaturgia griega, escandinava, americana y cubana”.
Pero los pasos de su padre le atraían, así que decidió darle un ‘stop’ al teatro para seguir en el camino de la actuación, precisamente en Colombia. Enfatiza en que su carrera como profesional se la debe a este país y a quienes le abrieron las puertas para que empezara a actuar, entre ellos Andrés Marroquín, quien creyó en sus habilidades, llevándola a improvisar por horas en un casting y dándole la oportunidad de hacer su primera serie en el país: ‘El auténtico Rodrigo Leal’.
Después —cuenta— hizo parte del elenco principal de la serie ‘Tentaciones’ y, más tarde, el fallecido guionista y director de cine y televisión Roberto Reyes, y el también director Malcom Aponte, le dieron la oportunidad de participar en ‘Padres e hijos’.
“Yo creo que ‘Padres e hijos’ me lanzó porque era un programa que lo veían muchas personas (...) Entré cuando Ana Victoria Beltrán había salido de la producción, así que estuve por ocho meses protagonizando con los demás actores. Luego hice un contrato por cinco años con RTI y Telemundo, que fueron todas las novelas que hice para ellos como ‘Doña bárbara’, ‘Madre luna’ y ‘Bella calamidades’, entre otras”.
Posteriormente se trasladó a España, país donde estudió Actuación y donde permaneció durante un año. Cumplido el tiempo regresó a Colombia, donde siguió haciendo novelas. Después llegó a Los Ángeles (Estados Unidos) para estudiar Actuación en inglés, luego retornó a Colombia a hacer ‘Loquito por ti’ y al permanecer a la espera de lo que viniera para ella, se dio la “bendición” de la novela Betty en NY.
Colombia y su natal Cuba sin duda han sido trascendentales en su trayectoria. Resalta sin vacilar que ella es de los dos países. De acá porque tiene el espíritu trabajador, la disciplina y lo “echada pa adelante”, mientras de Cuba tiene la alegría y lo de caerse y ser capaz de “avanzar nuevamente”.
Haber hecho “mucho teatro” en sus inicios le ha permitido “crecer y escalar”. Señala que por años ha sido la base de todo, no en vano —dice— alguna vez el pedagogo teatral ruso Konstantín Stanislavski expresó que “todo actor tiene que hacer teatro”.
“El teatro es la praxis total. En el escenario, dándole día tras día, está el secreto; se profundiza mucho. El hecho de que en una obra realices lo mismo por cinco meses, la comunicación con tu personaje, contigo y con el desarrollo actoral es profundo, además de tener un contacto casi directo con el público. En mi opinión el teatro te prepara y te da fuerzas para lo que se viene en tu carrera”.
En la actualidad se encuentra afincada en Estados Unidos. Allí su estilo de vida es “movido” porque ama “tener todos los días motivaciones por algún proyecto, actividad o trabajo”. Se mantiene con una agenda en la que planifica todo lo que llevará a cabo en el día.
Se define como una “mujer familiar”, así que, en lo posible, trata de sacar el tiempo para compartir con su familia, su novio, su perro y su conejo. Leer y ver documentales son dos de sus pasatiempos predilectos. Pero si aprender fuera uno, ese encabezaría su lista de ‘hobbies’.
Si se le pregunta por algún detalle que pocos conozcan de su vida, ella responde que a sus 16 años su familia le hizo una confesión “importante”. En esa etapa, sin hoy victimizarse, explica que tuvo que enfrentar aquella verdad que la llevó a madurar de un momento a otro: su padre Ernesto no era su padre biológico.
El proceso que vino después de esa noticia —declara— sin duda alguna moldeó su carácter y le permitió adquirir una entereza a prueba de fuego. Reitera que “respira y suspira” actuación, un arte que le entrega en sus manos el ‘derecho’ de investirse y ser “muchos seres humanos”, sin dejar de ser ella.
“Me da la sensibilidad de ser cualquier ser humano y creo que esto hace que crezca mi calidad como persona. Cuando estudias a los personajes y todas sus características entiendes muchas cosas”.