El Heraldo
Cristina Echeverry se declara amante de la naturaleza y del campo.
Orlando Amador Rosales
Protagonistas

Semillas de un proyecto que florecen en terreno firme

Hoy día Cristina Echeverry produce batata, yuca, papaya y ahuyama, que distribuye en Barranquilla y que prevé internacionalizar.

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Cristina Echeverry aún guarda en su memoria —como tesoro invaluable— las veces que de niña su papá Luis Fernando Echeverry preguntaba: ¿quién quiere ir a la finca? y que ella sin vacilar  respondía con un “yo” rotundo. 

Esas aproximaciones permitieron que entre ella y el campo se consolidara una estrecha relación. Allí encontraba su “mundo mágico”, un “espacio especial” en el que se tomaba un respiro de la vida citadina y donde podía sonreír perdiendo la noción del tiempo. 

“Siempre he tenido la interacción con el campo y me gustan mucho los animales. Estar en la finca es mi plan favorito porque siempre he sentido pasión por la tierra”.

La barranquillera, de 27 años, estudió Administración de Empresas y luego se concentró en la realización de una maestría en Negocios Internacionales, en España. Al retornar en 2019 a Colombia decidió fusionar aquel gusto que emergió en su infancia con su vida profesional. Fue así como hace tres años, al trabajar con su familia en la producción de carne de cordero y tilapia roja, empezó a experimentar nuevas oportunidades de negocio.

“Cuando se inició la pandemia nos dimos cuenta que lo único que necesitábamos como seres humanos era una buena salud, además de una familia, porque uno definitivamente es lo que come. Por tanto, le aposté a empezar a sembrar batata orgánica. En todo el proceso me ayudó mi papá, que ha sido mi mentor y que ha trabajado de la mano conmigo”. 

 

La batata aurora y la papaya son dos de los productos orgánicos que cristina vende a supermercados y personas naturales. Orlando Amador Rosales

Agrega que todo fue tomando forma cuando se dispusieron a escuchar a la gente y esta misma fue corriendo la voz, pues se convencieron de que era el momento de ofrecer los productos orgánicos que les daba su propia tierra. Admite que al empezar su emprendimiento tuvo que desempeñarse en muchos cargos, pero hoy día puede decir que su rol está en una gerencia general, apoyada en la comercialización de los productos por su socia, Yeimi Viloria.

“Nuestra idea de negocio estuvo orientada en producir productos 100% naturales, así que nos enfocamos en no hacer uso de químicos. En ese iniciar me dediqué a investigar mucho sobre el tema, alternativamente dimos el paso sembrando la batata aurora, con un lote pequeño que para nuestra sorpresa dio buenos resultados. Al darnos cuenta de que había parte del campo que no se estaba utilizando, decidimos cultivar otros productos”.

Es así como hoy día, en una hacienda llamada La Veguita, situada en el municipio de San Juan Del Cesar (La Guajira), cultivan —además de batata— yuca, ahuyama y papaya. En sus 90 hectáreas, donde también cuentan con un criadero de pollos y gallinas de libre pastoreo, alimentadas con productos naturales, cumple su sueño de trabajar en el campo, rindiendo honor a ese sitio que para ella es importante.

La línea de productos que hoy manejan bajo la marca Hacienda La Veguita (@haciendalaveguita) y que distribuyen en Barranquilla a personas naturales y supermercados, contiene pollo entero, batata entera, pelada y congelada en rodajas y bastoncitos; yuca, papaya, huevos AA y ahuyama.

Explica que procura visitar la hacienda semanalmente o cada 15 días, con el fin de supervisar que los procesos y los estrictos protocolos que ponen en práctica se cumplan.

“Ahora mismo, sobre todo con la batata, estamos en un proceso de certificación llamado conversión a orgánico, que se demora un tiempo. De hecho, estamos siendo auditados por una empresa certificadora de productos orgánicos (...) Dependiendo de los pedidos así contamos con un número de colaboradores en nuestra producción. En un procesamiento de la batata, que para mí es la más grande, necesitamos aproximadamente 10 personas entre la recolección, el movimiento, el lavado y la selección”.

Cristina Echeverry asegura que sus gallinas son de libre pastoreo y reciben una alimentación completamente orgánica. Cortesía

La producción

Cristina asegura que como equipo tratan de que el proceso de sus cultivos se dé de manera natural, “escuchando la tierra”, “tratándola y hablándole con amor”, devolviéndole lo que les ha brindado y dejando de lado la práctica de fertilización con químicos.

“Siempre tratamos de entender y respetar los espacios y los tiempos que nos dicta la tierra. Empezamos con el riego, cuya agua viene de los peces, que contiene sus heces y que cumple la función tanto de fertilizante natural como de abono orgánico. La fumigación de la tierra la hacemos con productos como cola de caballo y ajo, entre otros”.

Su objetivo es internacionalizar los productos de Hacienda La Veguita, pues gran parte de su sueño ha sido exportar algún día un producto de marca propia.

“Todo se ha dado en el momento que es. De hecho, creo que ha sido en el tiempo de Dios, que para mí es el perfecto. Hoy vivo mi sueño”.

Explica que de momento se encuentran aunando esfuerzos, organizándose y trabajando para empezar a exportar  su batata orgánica, llegando primero a Estados Unidos. A través de esta oportunidad esperan abrirse campo para apostarle a la exportación de los otros tubérculos y la fruta que cultivan.

Para Cristina no hay mayor realización profesional que el poder trabajar y disfrutar lo que hace en el campo. 

Su anhelo “más grande” es seguir viviendo su sueño, continuando en el mismo camino, sembrando ideas e intentando entender lo que quieren y necesitan las personas.

Dentro de sus pasatiempos está montar a caballo, correr, ir al gimnasio, disfrutar de la compañía de su novio, de la gente y de sus amigos con una copa de vino.

 

Mi emprendimiento se ha dado en el momento que es. De hecho, creo que ha sido en el tiempo de Dios, que para mí es el perfecto
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