
En un reciente trino que circuló por las redes sociales, su autor decía con mucha picardía que se alegraba de que el presidente Juan Manuel Santos estuviera de visita en Colombia. Ello para llamar la atención acerca de los constantes viajes del mandatario a distintos países desde que asumió la Presidencia de la República el 7 de agosto de 2010.
Y es que de un tiempo para acá se han vuelto constantes los comentarios de analistas y voceros de los partidos políticos, incluso de la llamada Unidad Nacional, que se refieren al tema de las frecuentes salidas al exterior del mandatario, quien se ha propuesto dejar como legado unas relaciones internacional de Colombia mucho más institucionales y respetuosas, no sólo con los países de América Latina, sino con otras naciones distintas a Estados Unidos, nuestro tradicional aliados y socio estratégico.
'Juan Manuel Santos puede viajar tranquilo, porque Álvaro Uribe le dejó la casa en orden, aunque no la puede descuidar', me dijo un senador conservador con quien conversé sobre el tema el martes pasado en el Capitolio Nacional. Es evidente que el congresista prefiere un manejo más parroquial del país, que uno con una visión más cosmopolita de todos nuestros asuntos. 'Primero hay que limpiar la casa, antes de salir a venderla', me dijo el senador azul, cuando le hablé de las ventajas que tiene para Colombia el hecho de 'dejar de mirarnos el ombligo todos los días'.
Es evidente que Santos resultó un Presidente viajero, mucho más si se compara con Uribe, quien concentró toda su política en los asuntos internos que tenían que ver con la seguridad y en mantener unas relaciones tensas y poco cordiales con los países vecinos, especialmente Venezuela y Ecuador. De manera que el viraje de Santos a las relaciones internacionales del país es inocultable.
'Santos es distinto a Uribe en todo, pero mucho más en lo que tiene que ver con el manejo de la política internacional de Colombia. Mientras Uribe veía al país desde El Ubérrimo, Santos lo ve desde Londres, donde permaneció muchos años como delegado de la Federación de Cafeteros', me dijo una analista internacional, quien considera que para Colombia en estos momentos es mucho más conveniente la proyección internacional santista que la 'microgerencia' uribista. 'Así como a Uribe le cabe el país en la cabeza, a Santos le cabe el mundo en la cabeza. Y para lo que Colombia requiere y necesita hoy es más conveniente lo segundo que lo primero', afirmó con contundencia.
La reciente intervención de Santos ante la 66 Asamblea de las Naciones Unidas, en la que promovió el diálogo directo entre Israel y Palestina, así como la mediación internacional eficaz, muestra cuál es el talante de Santos, a la hora de ocuparse de la política internacional del país. Cero confrontación y mucho diálogo. 'La negociación es el único camino que lleva a lo que todos queremos: dos estados viviendo en paz y seguridad'.
A diferencia de su antecesor, quien siempre aprovechó los escenarios internacionales para ventilar los asuntos internos del país, especialmente los relacionados con la seguridad y la lucha contra las organizaciones narcoterroristas, Santos prefiere 'lavar la ropa sucia en casa' y aprovechar esos espacios para proyectar al país hacia nuevos modelos de acercamiento y entendimiento con otras naciones.
¿Está Colombia asistiendo a una nueva era en su política internacional? ¿Qué tan prematuro resulta para el Gobierno embarcarse en la búsqueda de nuevos liderazgos internacionales en lugar de ocuparse de asunto internos muy delicados, como la seguridad? ¿A qué le está apostando Juan Manuel Santos? ¿En qué están las relaciones con los nuevos mejores amigos, Hugo Chávez y Rafael Correa?
1. A la conquista de América Latina
La llegada de Juan Manuel Santos a la Presidencia coincidió con la pérdida de protagonismo de dos de los líderes más representativos de América Latina, cada uno de ellos por razones distintas. Se trata de Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela; y Luiz Inacio Lula Da Silva, ex presidente de Brasil, quienes durante muchos años fueron los referentes internacionales de la subregión.
Desde Venezuela, Chávez lideró una política de confrontación contra Estados Unidos y se convirtió en el mandatario que más oposición le hizo a las políticas de George W Bush, mientras que Lula se encargó del posicionamiento de Brasil como una verdadera potencia económica y comercial, así como el gran abanderado de la lucha contra la desigualdad y la iniquidad en su país. Los dos ocuparon el espacio que poco a poco fue dejando Fidel Castro, quien por razones de salud cedió su protagonismo.
Lula terminó su mandato y hoy es un reconocido consultor internacional y Chávez atraviesa una difícil situación personal y política debido a sus quebrantos de salud, originados por el cáncer que padece. Hoy América Latina no tiene un líder y un vocero que sea escuchado en el concierto internacional. Ese es el espacio que pretende llenar Juan Manuel Santos, quien en cada uno de sus encuentros con homólogos del Continente ha insistido en la necesidad de que todos los países del área asuman posturas afines que les brinden mayores fortalezas a la hora de definir políticas conjuntas, especialmente en lo que tiene que ver con el comercio y las relaciones internacionales.
Así se lo hizo ver, por ejemplo, a los mandatarios de Argentina, Cristina Fernández viuda de Kirchner; y de Chile, Sebastián Piñera.
2. Mirando al mercado asiático
El viaje de Juan Manuel Santos a Japón y Corea del Sur, a mediados de septiembre, no tuvo propósitos distintos a los de afianzar las relaciones políticas y comerciales con dos países con los que Colombia ha tenido históricas y estrechas relaciones, pero con los cuales se había mostrado distante y hasta indiferente últimamente.
En lo que tiene que ver con Corea del Sur, por ejemplo, Santos aspira a que en el primer semestre del próximo año, quede formalizado el Tratado de Libre Comercio con ese país, lo que le permitiría a Colombia una ampliación fundamental de su mercado, mucho más en momentos en que la suerte del Tratado Comercial con Estados Unidos sigue navegando en las aguas de la incertidumbre.
Se trata, sin duda, de una apuesta estratégica vital para América Latina en general y para Colombia en particular, pues el mercado asiático es del orden de los 100.000 millones de dólares y nadie en el mundo puede darse el lujo de darle la espalda a semejante potencial. De hecho, algunos países de América Latina ya nos tomaron ventaja en ese sentido. Es el caso de Argentina, por ejemplo, que encontró en China a uno de sus mejores socios estratégicos a la hora de encontrarles nuevos mercados a sus productos, entre ellos la soya. Esa es una de las tareas asignadas por Santos al ministro de Comercio Exterior, Sergio Diazgranados.
3. Relaciones con los nuevos mejores amigos
La palabra que mejor define las relaciones que mantiene Juan Manuel Santos con quienes fueron en el pasado reciente los mayores contradictores de Álvaro Uribe es respeto. Para muchos uribistas se trata de una posición sumisa y hasta cobarde, pero para altos funcionarios del Gobierno se trata una postura respetuosa y pragmática, que ha permitido ponerle fin a la crisis diplomática y comercial que vivieron los tres países en el pasado reciente.
Hoy Colombia logró el restablecimiento y la normalización de las relaciones, tanto con Venezuela como con Ecuador, a pesar de decisiones adoptadas por autoridades judiciales que pudieron comprometer la buena marcha de las mismas, como ocurrió recientemente con un fallo de un tribunal ecuatoriano en contra de los altos oficiales de la Policía y el Ejército de Colombia, que participaron en la operación que terminó con la muerte de alias ‘Raúl Reyes’, uno de los máximos jefes de las Farc. 'Primero me voy a la cárcel yo que ellos', declaró Santos, al enterarse de la decisión del tribunal ecuatoriano y recordó que cuando ocurrieron los hechos, él se desempeñaba como Ministro de Defensa.
El impasse fue superado por las vías diplomáticas, como corresponde, y no mediante la llamada 'diplomacia del micrófono', que tanto daño causó durante la administración Uribe. Está demostrado que en asuntos de política internacional las buenas maneras son mucho más efectivas que mostrar los dientes y gruñir. La enfermedad de Chávez ha impedido un nuevo encuentro con Santos para tratar uno de los temas que obsesiona al Presidente colombiano: el comercio binacional con, que Santos quisiera que fuera mucho más dinámico y expedito.
4. No descuidar el orden público
Quienes critican los viajes de Santos al exterior sostienen que mientras el Presidente viaja, la situación de orden público del país se deteriora de forma grave. Argumentan que tanto las guerrillas como las bandas criminales volvieron a atacar regiones que habían sido recuperadas por las Fuerzas Militares durante el gobierno de Álvaro Uribe y que hoy son blancos de ataques por parte de dichas organizaciones criminales.
Sostiene también que los secuestros se han incrementado y que nada se está haciendo para combatir a los grupos desmovilizados que hoy se han reagrupado y están operando en departamentos como Córdoba, donde los índices de criminalidad han aumentado. El Jefe de Estado tomó nota de la inconformidad de la mayoría de los colombianos con el tema de la seguridad y por esa razón decidió relevar de las funciones de ministro de Defensa a Rodrigo Rivera y efectuar cambios en la Cúpula Militar. Pero pretender que Santos, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, permanezca en el país al frente de las tropas día a día y se olvide de estrechar vínculos comerciales y políticos con la comunidad internacional es no solo un error sino que resulta imposible, puesto que lo que no puede hacer un Presidente de Colombia en un mundo globalizado es dedicarse única y exclusivamente a cuidar el rancho, mientras todos los demás países buscan abrir mercados y ampliar sus fronteras comerciales. En eso está Santos y difícilmente cambiará de posición. Él cree que es en esa dirección hacía donde debe conducir al país.
Por Óscar Montes
Twitter: @leydelmontes









