
Los gobiernos están expuestos al escrutinio público, y un instrumento idóneo para evaluarlos, en las democracias, son las encuestas que expresan lo que piensan los ciudadanos de sus gobernantes. La encuesta Gallup que acaba de divulgarse muestra cómo están percibiendo al Presidente, alcaldes y gobernadores.
Causó impacto que la alcaldesa Elsa Noguera haya bajado en aceptación con un registro del 41 por ciento, cuando al comenzar su mandato estaba en el 78 por ciento. El descenso amerita un análisis acerca de los factores que pudieran haber incidido en este bajón de favorabilidad.
Dos temas han ocupado dominantemente la agenda de la ciudad en los últimos meses: inseguridad y el cobro de la Valorización. Y son estos los mayores causantes de la rápida y preocupante erosión de la imagen de la Alcaldesa.
Un disparo exponencial del hurto callejero es la principal razón explicativa del malestar de los barranquilleros, aunque la Alcaldesa ha desplegado iniciativas como gestionar la ampliación del pie de fuerza de la Policía y mayores dotaciones a la institución, más acciones como la superación en marcha del problema de Las Colmenas, cueva del microtráfico. De modo que los resultados se irán viendo poco a poco.
A esto hay que agregar lo que la Administración se ha planteado hacer en el trabajo de pandillas juveniles, que demanda un esfuerzo continuo y de mediano y largo plazo.
No menos ruidoso ha sido el tema de Valorización por cuenta de la resistencia de sectores que se niegan a pagarla y que han generado una serie de plantones y una concentración reciente en el Paseo Bolívar. Todo ello animado por un diseño propagandístico bastante eficaz, frente al cual a la Administración le ha faltado más reacción, pese a la socialización que ha propiciado.
Le ha faltado al Gobierno Distrital un mejor esfuerzo en comunicaciones para persuadir a la ciudadanía sobre la Valorización; ha cometido errores en la facturación, y le ha faltado flexibilidad tanto para abrirse a un diálogo más amplio como para ceder a reclamaciones puntuales tanto en lo atinente a la pertinencia del plan de obras como al monto de la contribución y a los plazos de su amortización.
Una buena salida para que el Gobierno recobre terreno en la confianza de la ciudadanía es entregarse más al diálogo y la concertación en una ciudad que hoy reclama más participación, luego de largos años de obturaciones a la democracia local.
La ciudad necesita hoy vigorosos escenarios de construcción de consensos para tramitar los conflictos que ya no son por el agua, por ejemplo, sino por el financiamiento y el modelo de desarrollo urbano, lo que indica que hemos escalado en términos de ciudad, pero carecemos de un modelo de debate público que reemplace las estigmatizaciones, las consejas y rumores por la argumentación inteligente, equilibrada y justa.
No deberían la inseguridad y la Valorización eclipsar los logros de la Administración en colegios, centros de salud y vías, que vienen desde Alejandro Char y prosiguen con Elsa Noguera, y otras, aún no suficientemente comunicadas, como el proyecto que busca llevar la universidad a los barrios. “Este es mi programa bandera”, ha dicho la Alcaldesa.
Otra señal interesante de la mandataria ha sido el anuncio de regresar el proyecto del Centro de Eventos a La Loma, que había sido descartado por los múltiples problemas en esta zona. Sin embargo, aunque en principio la noticia ha caído bien entre quienes estiman válido el retorno a La Loma por lo que ello implica en la recuperación de Barranquillita, han surgido diferencias con el gobernador José Antonio Segebre y con los empresarios que estiman que en el lote de Peldar ya se había avanzado y que allí se garantiza el desarrollo de un gran proyecto inmobiliario.
Sea esta, pues, la oportunidad para que ese diálogo que clamamos por la ciudad se haga y evitemos las zozobras de los bandazos y cambios de frente, típicos de una ciudad que debe acostumbrarse a pensar, discutir y decidir seriamente en torno a sus proyectos estratégicos.
En todo caso, la administración de la alcaldesa Elsa Noguera apenas comienza, tiene un largo camino por recorrer, y tiempo para redireccionar su rumbo y granjearse la simpatía mayoritaria de Barranquilla.
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