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Llegó la hora cero. Este paro nacional agrario que se realizará el día de hoy en 12 departamentos del país se convierte en una verdadera prueba de fuego para la paz y la seguridad nacional requiriéndose de un manejo inteligente y acertado por parte del gobierno del presidente Juan Manuel Santos.

Pese a todos los intentos previos de diálogos que agotó el mandatario para conjurarlo, este paro no se pudo evitar. En el mismo han anunciado que participan organizaciones de los sectores agrarios, los camioneros, sindicalistas y algunos trabajadores de la salud y educación, presentándose en momentos en que está todavía en el recuerdo de los colombianos las terribles imágenes del pasado paro del Catatumbo, sumándose a otras de un cese que aún sigue sin resolver como es el paro minero.

Aunque esta movilización está programada para hoy, una amenaza que la hace temible es la posibilidad de que, debido a la concentración de miles de campesinos en cascos municipales, la misma se salga de control prolongándose más del tiempo establecido, y que, como en el Catatumbo, se altere el orden público y se den brotes de violencia con un saldo incierto de afectados.

De igual manera se prevé que un efecto que se puede dar es la alteración de la red vial de transporte de alimentos, mercancías y demás productos pudiéndose dar un desabastecimiento parcial y confusión en actividades comerciales. A lo anterior se agrega, según analistas, la factibilidad que se camuflen tanto activistas de extrema izquierda como saboteadores de la extrema derecha interesados en incendiar al país para empañar la imagen del actual gobierno y bloquear las ideas de reelección del presidente Santos.

En esta masiva movilización, que desde hace más de un mes venía anunciándose, se han identificados tres actores que no lograron presentar un pliego unificado. Por un lado están las llamadas ‘dignidades’ (cafeteros, arroceros, paperos, cebolleros, cacaoteros, unidos a los algodoneros y maiceros del Caribe, así como a transportadores) que asumen la defensa de la producción nacional de diversas regiones y no involucra el tema de la tierra. Ellos rechazan las políticas de entrega de la soberanía nacional y la subordinación de sus actividades económicas y productivas a intereses extranjeros y la firma de diversos TLC.

Los otros dos actores son el grupo Coordinador Nacional Agrario (CNA) y la Mesa Nacional de Interlocución y Acuerdo (MIA) los cuales exigen al gobierno la sustitución de los cultivos cocaleros por actividades de economía formal y una mayor presencia del Estado con obras de infraestructura y de servicios públicos como vías carreteables, electrificación, agua potable, educación, salud, etc. Muchos ellos son colonos y campesinos pobres, y anhelan la oficialización de sus fincas simpatizándoles la aprobación de Zonas de Reserva Campesina.

No obstante que las protestas se centrarán en el sur occidente colombiano y Boyacá, en el Caribe las principales movilizaciones serán en Córdoba, Cesar y la zona costera de Antioquia.

En Barranquilla se tienen previstas marchas de menor escala en las que participarán agricultores, conductores de transporte público, docentes y trabajadores del sector salud, quienes protestarán contra las reformas del gobierno, pero en especial por la inseguridad que aún se percibe en la ciudad y el departamento. Las autoridades civiles y militares han tomado las precauciones del caso para que en dichas manifestaciones reine la normalidad.

Como en ocasiones similares, dentro de este justo ejercicio al derecho a la protesta, hacemos un llamado a la comunidad para que no cunda el pánico. A que conserven la calma y la cordura para que no se dejen llevar por infiltrados que puedan ocasionar escenas de violencia, zozobra y alteración del orden público.

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