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Profunda conmoción en la comunidad atlanticense y de todo el país ha producido la muerte este fin de semana de un niño de apenas dos años de edad debido a la ingestión de 95 pastillas de sulfato ferroso.

La pregunta que todo el mundo se hace acerca de este deplorable hecho acaecido en Palmar de Varela es: ¿de qué tiempo dispuso ese niño para consumir esa cantidad de endulzadas cápsulas sin que nadie se diera cuenta alrededor? El caso pone al descubierto la gran cantidad de accidentes caseros y en otros sitios fuera de la casa (piscinas, colegios, parques, etc.) en que los infantes mueren o sufren traumatismos que los marcan de por vida debido al descuido o a conductas irresponsables de padres o adultos encargados de su cuidado.

Niños quemados por ollas con líquidos calientes o que mueren al caer en piscinas, en pozos, en sanitarios y hasta en baldes de agua; infantes electrocutados al tocar redes eléctricas al descubierto; menores que juegan con fósforos generadores de incendios o con armas cortopunzantes o de fuego que se disparan accidentalmente; bebés que se atragantan con objetos o semillas de frutas; chiquillos que ingieren tóxicos y sustancias descuidadamente dejadas a su alcance; críos que caen desde altos sitios de sus casas o de árboles en parques o colegios son apenas algunos de los casos que ejemplifican la preocupante cantidad de situaciones en que los adultos pierden la vigilancia de los pequeños con fatídicas y lamentables consecuencias.

Son formas de maltrato por descuidado abandono, así sea parcial, de los niños. A finales del 2012 la Policía Nacional reportó que 289 menores murieron en el país por causas violentas, de los cuales 181 fueron por ahogamiento en lugares de recreo y piscinas y 81 por caídas al interior de viviendas. Según reporta el Instituto Nacional de Medicina Legal, 44 niños han muerto entre enero y abril de este año por accidentes en sus casas. Solo en el mes de enero, de las 105 muertes violentas de niños, 16 fueron de manera accidental en sus casas o en el colegio, 36 homicidios, 17 casos por muertes violentas que se encuentran bajo estudio, 13 por suicidio (que es una forma de descuido) y 19 en accidentes de tránsito.

Las cifras indican que el 25% de estos accidentes caseros ocurren porque la madre trabaja fuera, el 40% por descuido de los aparatos o enchufes eléctricos, el 38% por productos de limpieza al alcance de los niños, el 34% por cosméticos, 30% por herramientas y 48% por escaleras. Esas causales van desde aquellos padres o adultos que los dejan solos o al cuidado de desconocidos para adelantar diligencias o para trabajar hasta aquellos que estando cerca se distraen en asuntos hogareños o viendo programas de televisión o simplemente se quedan dormidos o no arreglan a tiempo potenciales fuentes de riesgos de accidentes en sus viviendas.

La mayoría de estos accidentes tienen en común el hecho de que se pudieron haber evitado con un poco más de cuidado y atención por parte de aquellos quienes estaban a cargo de los menores. Aunque sea normal que a esas edades los menores propicien en parte dichos accidentes debido a su inmadurez, su inquietante curiosidad y necesidad de explorar el mundo y su incapacidad de prever situaciones de peligro es preocupante el descuido de los mayores en sus responsabilidades respecto a la salvaguarda de la integridad física de ellos.

Se hace indispensable que el ICBF, el Distrito y estrategias gubernamentales como la “De Cero a Siempre” desarrollen una campaña para que las entidades comerciales, los colegios y los padres en particular realicen una cuidadosa tarea de diagnóstico y prevención de los diferentes tipos de accidentes que puedan ocurrir tanto en sus hogares como en aquellos sitios en los que hay una alta afluencia de menores de edad con el fin de afianzar la seguridad y la integridad físicas de aquellos seres que apenas se asoman al mundo y que por no contar con la supervisión responsable de los adultos ven precozmente truncados sus sueños de vivir.