El Carnaval de Barranquilla es, sin duda alguna, la fiesta más grande del Caribe y arranca hoy con la primera de sus ritualidades, la Lectura el Bando, por parte de la Reina Andrea Jaramillo Char, autorizada para el efecto por otra mujer, la alcaldesa Elsa Margarita Noguera, quien le entregará las llaves de la ciudad en el mismo acto.
Como ha sido tradicional en esta apertura pagana desde 1876, la soberana de la alegría y la cultura ordenará a sus ‘súbditos’ hacer uso del más cuerdo de los derechos: el derecho a volverse locos, que es lo que sobrevendrá de aquí hasta el Miércoles de Ceniza, cuando todo el mundo volverá al recogimiento para empezar a borrar todos los ‘pecados’ cometidos bajo la mirada complaciente del Dios Momo.
La Reina dará sus órdenes esta vez inspirada en las canciones del gran ausente Joe Arroyo y, por tercer año consecutivo, en un sitio cerrado, el estadio Romelio Martínez, engalanado para el efecto con la puesta en escena de la muestra artística y cultural ‘Barranquilla, esencia Caribe’.
Andrea, bella y joven, es poseedora de una alegría que pareciera no tener posibilidad alguna de agotamiento. Con su lectura de hoy, da la partida a ese torbellino de goce, colores, disfraces, música, que son nuestras máximas celebraciones. Esta vez será una maratón de menos de un mes, más corta de acuerdo al calendario fijado, y en dos fases.
Desde hoy hasta el sábado 18 de febrero, la ciudad será protagonista del más juicioso y multitudinario operativo de movilización, ensayo y preparación de cumbiamberos, danzantes, marimondas, congos, y disfraces de las más diversas y extravagantes inspiraciones, y empezará también una entusiasta contrarreloj para diseñar y armar las carrozas, comercializar y montar los palcos, el camello para poner a punto los lugares donde sonarán las orquestas y conjuntos vallenatos de la temporada y se realizarán los conciertos de Marc Anthony y Chocquibtown, entre otros.
Y desde el sábado 18 hasta el martes 21, ya sabemos: el frenesí.
La lectura del Bando ha tenido diversos escenarios en el Centro Histórico y fue Alicia Lafaurie Roncallo la primera mujer en dar las órdenes de mofa, en 1918. En aquella época era un evento sencillo. La Reina y sus allegados se reunían en el despacho del Alcalde y luego salían a la plaza para recibir las llaves y leer sus mandatos, como parodia de la tradicional colonia española.
Hoy es una ceremonia imponente y artística organizada por la Fundación Carnaval de Barranquilla, que es una entidad fruto de una alianza público- privada que actúa como una especie de curadora de las fiestas y que trabaja todo el tiempo por el patrimonio colectivo y a través de un diálogo permanente, cuidadoso y responsable por su conservación y desarrollo.
Andrea es acompañada por un Rey Momo, esta vez Baltasar Sosa, quien es honrado con el titulo como reconocimiento a sus aportes a la tradición y por dos reyes infantiles. Esta noche son invitados especiales Juan Carlos Coronel y Ñejo & Dálmata.
Los desfiles previos y la concentración de disfraces buscan mantener la tradición y el show coreográfico ilustrar que el Carnaval de Barranquilla es la más importante expresión cultural y festiva del Caribe colombiano e internacional y que en su formación están todas sus manifestaciones. Es la marca de la ciudad. Es la comprobación permanente de un pueblo que, como lo pregona su himno, sabe cantar y sobre el yunque martillar.
El Carnaval de Andrea se desarrolla en un ambiente de ciudad optimista y mejor equipada hacia un futuro promisorio. Es lo que ella refleja de manera espontánea e inspira con su trato y su talante. De manera que estamos en una afortunada relación entre proceso festivo y símbolo.
Lo que no debemos olvidar son las recomendaciones de las autoridades para que la festividad, el goce, sea como la Reina y la Alcaldesa han dicho que lo quieren: sin violencia, sin dolores.
Desde 2010 hemos tenido un par de noches carnavaleras trágicas y resulta imperioso que las autoridades asuman con seriedad sus funciones de controlar cualquier asomo de desmán que pueda presentarse.
Más importante aún -en una ciudad que desafortunadamente no ha crecido en cultura ciudadana tanto como se esperaría- es que cada barranquillero se convierta en guardián de la decencia, que no tenga reticencias a la hora de conminar a otros a respetar los derechos del prójimo e incluso a denunciar oportunamente a las autoridades sucesos que atenten contra la necesaria paz festiva.
El Carnaval de Barranquilla es pura alegría. Que las órdenes de las dos mujeres se cumplan. Y que sirvan estas carnestolendas para rendirle al inmenso e inolvidable Joe Arroyo el gran homenaje que merece por haber sido uno de los grandes animadores de nuestra gran fiesta a lo largo de muchos años en los que su música estuvo en el centro de la alegría barranquillera.