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Con cara solemne, mirada adusta, castigadora, penetrante, perdida en el infinito, bravas, sin pestañear, sin movérseles un solo pelo: así desfilan por la pasarela, a toda prisa, zigzagueando y dando vueltas de trompo loco, como si las vinieran correteando. Por momentos nos asalta la duda de si son robots o biónicas, pero no son ni lo uno ni lo otro, son simplemente modelos entrenadas en una estricta disciplina que no les permite sonreír ni mirar a los lados: siempre de frente, en línea recta –como las ‘rectas de tubo’ que lanzaban Petaca Rodríguez o El Zurdo Pérez, famosos beisboleros nuestros de otros tiempos.

Y, para complemento, son sometidas a una dieta espartana para mantenerse en el mínimo peso permitido antes de desfallecer por inanición. Pero no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, y se rumora que las chicas se han declarado en huelga contra los organizadores de desfiles para exigir que se les permita sonreír al público, mirar a lado y lado mientras desfilan y ¿por qué no?, corresponder la guiñadita de ojo del ‘bollón’ que, perfumado, cabello engominado y camisa de lino semiabierta, mostrando pelo en pecho, se instala en primera fila y no se pierde un solo desfile, aunque ni es empresario, ni nunca ha comprado una prenda de las que ellas exhiben. Su profesión es ‘lagarto’, y sea o no invitado, asiste a cuanto desfile se presenta. Les deseamos suerte a estas sufridas modelos, pues si logran su cometido, la vida les cambiará y por fin podrán sonreír, mirar a su alrededor y, en la Semana Santa, saciarse de cocadas y ‘rajuñao’ sin remordimiento. ¡Suerte, chicas!

Por Antonio Celia C.
Antonioacelia32@hotmail.com