Sin los maestros y licenciados en Ciencias de la Educación no se podrá superar el atraso y deterioro educativo que padece Colombia; por eso tenemos cierto poder del cual no siempre existe conciencia colectiva de ello.
En la dinámica de las relaciones sociales en medio de las cuales ejercemos los educadores, plantea tres desafíos en nuestra práctica cotidiana: el contexto escolar, con los compañeros y la sociedad. Si bien es cierto existen fundamentos jurídicos para proteger que todos trabajemos en condiciones dignas y justas, la libertad, la intimidad, la honra y la salud mental de los trabajadores, empleados, y la armonía entre quienes comparten un mismo ambiente laboral.
Se entiende como acoso laboral toda conducta persistente y demostrable, ejercida sobre un empleado, trabajador, por parte de un empleador, jefe superior jerárquico inmediato o mediato, un compañero de trabajo o un subalterno, encaminada a infundir miedo, intimidación, terror y angustia, y causar perjuicio laboral, generando desmotivación en el trabajo, o en algunos casos inducir la renuncia del trabajo.
Estas agresiones físicas o morales van acompañadas de expresiones injuriosas, “siempre se lo dije...”, “le llamé la atención y no me prestó atención”... lesionan la integridad y el buen nombre de quienes participan en una relación de tipo laboral donde se menoscaba la autoestima y la dignidad. Estos son algunos de los llamados de atención de los rectores. En el caso del ámbito escolar debe entenderse que la educación es un proceso permanente, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de la dignidad, de sus derechos y sus deberes. Sin embargo, en la experiencia cotidiana de la vida escolar se ha ido fijando una imagen distorsionada sobre la evaluación.
Cuando se habla de evaluación se relaciona con examen y concurso, lo cual trae consigo amenaza, intimidación, chantaje por el riesgo de perder, generando una carga agresiva en los procesos evaluativos, cuando lo que debería imperar es una actitud serena y tranquila; trae como consecuencia en los evaluados efectos inhibidores o bloqueadores; cuando lo apropiado es una relación democrática entre educador y educandos, superar la desviación autoritaria y despótica como también la libérrima de dejar pasar, dejar hacer”.
En lo social, elevar la calidad de la educación es un reto de los diferentes gobiernos, y se ha asimilado con eficiencia o efectividad en el alcance de los logros educativos. La tendencia que existe es hacer comparaciones, es una inveterada costumbre de nuestra sociedad, además la calidad de la educación solo tiene presente los rankings, donde los mejores lugares los ocupan los colegios privados, aumentando la brecha en relación de los oficiales.
Como sabemos, los procesos educativos son algo no factible de medir debido a que estos se ven limitados a simples apreciaciones subjetivas, sin mirar otras variables que inciden en la baja calidad educativa del país, entre otros, la pobreza, la violencia, ya que con hambre y miedo no se puede hablar de calidad educativa. Las necesidades básicas de los niños y jóvenes no están siendo suplidas, ante esto, es muy difícil que estos lleguen al colegio si no han podido comer o si tienen miedo, porque estar sin miedo y saludable es necesario para recibir la educación.
Otro factor significativo es el que me comenta mi hija, doctora Laura Boom “la competencia de los canales de televisión privada Caracol y RCN desvía los ideales científicos que tiene el niño de poner la frase de Einstein “Cada florecita de curiosidad en los niños es aplastada por la sociedad”. Entonces quieren ser cantantes, modelos, futbolistas, prepagos y narcos. El objetivo es hacer plata, mucha, rápida, sin esfuerzo y sin estudiar.
Víctor Manuel Turizo Camaño
Vituca16@hotmail.com