
El atentado del pasado 28 de abril de Marraquech fue un golpe en el corazón turístico del país, pero, contrariamente a los peores presagios, no supuso una caída vertiginosa del turismo en el país.
Pese al atentado, fuentes del Ministerio de Turismo informaron que las cifras turísticas de los nueve primeros meses del año muestran un comportamiento bastante estable del turismo, sin que se hayan apreciado sobresaltos de importancia.
Entre enero y septiembre de 2011, el número de visitantes llegados a los puestos fronterizos marroquíes (7.270.000) ha aumentado en un 2 % este año frente al mismo periodo del año anterior; en contrapartida, el número de pernoctaciones ha bajado en un 4 %.
Si el país ha salido políticamente indemne de las revoluciones árabes, y tampoco éstas han afectado al flujo de visitantes, tampoco parece haberlo hecho de forma significativa el atentado del Café Argana.
La elección de un café en la mítica Plaza de Yemaa al Fná de Marraquech (declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO) parecía bien estudiada por los terroristas que pusieron la bomba, ya que es el epicentro del turismo en el país, tanto nacional como internacional.
Si en el cercano Túnez el turismo prácticamente se esfumó por efecto de la revolución que tumbó al régimen de Ben Ali, y solo ahora comienza a recuperarse, no ha sido así en el caso de Marruecos, donde la 'primavera árabe' no se ha traducido en inestabilidad.
Teniendo en cuenta la inestabilidad que todavía afecta a Egipto y la lenta recuperación del turismo en Túnez, no es desatinado pensar que Marruecos de algún modo se beneficia del 'desvío' del flujo turístico, toda vez que la imagen del país no se ha visto asociada, como otros países árabes, a la idea del conflicto y la revuelta.
Rabat, EFE















