Después de haber sido depurada la extensa lista de aspirantes a la Fiscalía General, el país está a la espera de que el presidente Juan Manuel Santos elabore la terna que enviará a la Corte Suprema de Justicia para que elija al sucesor de Eduardo Montealegre. No hay, pues, razones para darle más largas a la escogencia de quien estará al frente del máximo organismo investigador del país. La pregunta ahora es: ¿Cómo debe ser el nuevo Fiscal General de la Nación?
Nuestra Constitución Política ubicó a la Fiscalía General en la Rama Judicial y definió con ello que la Institución es independiente y autónoma de los demás poderes. Del Legislativo, pero –sobre todo– del Ejecutivo.
Sin embargo, por cuenta del presidencialismo que caracteriza al país, los fiscales terminan siendo muy cercanos al Presidente que los terna. Quizás los únicos dos que mostraron distancia del presidente de turno fueron, Gustavo De Greiff, el primer Fiscal General, que fue lejano de César Gaviria y Alfonso Gómez Méndez, que lo fue de Andrés Pastrana en tiempos del Caguán.
Pero en cambio, el propio Gómez Méndez sí fue muy cercano a Ernesto Samper en tiempos del proceso 8.000, mientras que Alfonso Valdivieso se declaró enemigo político del ex presidente liberal. Luis Camilo Osorio fue de las entrañas de Álvaro Uribe, hasta el punto de que el mandatario siempre expresó su frustración por no poderlo 'clonar'. Mario Iguarán, por su parte, fue más cercano a Sabas Pretelt que al mismo Uribe, mientras que Eduardo Montealegre –el último de los fiscales generales– terminó siendo un vergonzoso apéndice de Santos.
De todo lo anterior surge –claro– que el primer requisito que debe cumplir el nuevo Fiscal General es el de tener carácter. El suficiente como para saber que el Presidente no es su jefe, sino su igual. Así de fácil. Punto. Si la Corte Suprema logra elegir a un Fiscal que tenga esa elemental virtud ganaremos todos.
Un Fiscal General con carácter asegurará independencia y autonomía. Y eso es una garantía para todos. Para los investigados, que tendrán la seguridad de que serán perseguidos penalmente única y exclusivamente con base en las evidencias que se recauden y evalúen de manera objetiva. Para las víctimas, que sabrán que los victimarios serán perseguidos pronta y cumplidamente. Y para el país, que volverá a creer en las decisiones de la Fiscalía.
Un Fiscal General dependiente de la Presidencia es una tragedia. Tal cual pasó con Montealegre, cuyo último favor que le deberá a Santos será –al parecer– su nombramiento como embajador en Alemania. Las decisiones de Montealegre nunca fueron percibidas como actos de justicia, fundados en evidencias objetivas, sino como actos de persecución con fines protervos y motivaciones politiqueras e inmorales.
Desde el silencio criminal en el 'caso de Saludcoop', hasta la 'oportuna' investigación al hacker y a la campaña de Óscar Iván Zuluaga, pasando por la detención del hermano de Álvaro Uribe o de Sigifredo López, todo estuvo lleno de sospechas, de inconveniencia política o de conveniencia política, según sea quien mire. La sospechabilidad en esos casos –y en otros, como el de la excontralora Sandra Morelli– es un gran baldo para la Fiscalía, pues tratándose de administración de Justicia, resulta fundamental que los asociados perciban las decisiones como justas e independientes. Cuando la Nación no confía en la Justicia, duda de cada decisión que se adopte y en semejante escenario la disolución social es una inquietante realidad, pues la ausencia de Justicia conduce a la justicia por mano propia, es decir a la venganza.
Santos necesita un fiscal, el país necesita otro
El presidente Santos debería olvidarse de sus dotes como jugador de póquer y en lugar de jugar su mano, debería jugar la mano del país. En plata blanca ello significa que no debería buscar al Fiscal General en los bolsillos de sus amigos o en sus propios bolsillos, sino en la bolsa nacional, donde hay excelentes abogados. Punto. Y ello es así porque es evidente que el Presidente necesita un Fiscal General y el país otro. Santos necesita uno que no se oponga a su proceso de paz con las Farc, o al que empieza con el ELN, mientras que el país necesita un Fiscal que mantenga el trabajo investigativo de los delitos de extorsión, secuestro o narcotráfico, que siguen siendo fuente de financiamiento de esos dos grupos guerrilleros. La razón es muy simple y el nuevo Fiscal así debe entenderlo: si las organizaciones criminales no paran de delinquir –aun negociando con el Gobierno– no hay razón para que la Fiscalía pare de investigar. Eduardo Montealegre, en lugar de cumplir con sus funciones como Fiscal General, optó por 'montarse al bus de la paz de La Habana' y olvidó que debía investigar a quienes –aún dentro del bus– siguen cometiendo todo tipo de crímenes y delitos.
Los candidatos más fuertes
De los 113 aspirantes seleccionados para suceder a Eduardo Montealegre, hay tres que están de primeros en el partidor: Yesid Reyes, Néstor Humberto Martínez y Jorge Perdomo. De los tres, Santos debe descabezar uno, porque en la terna debe haber una mujer. Los tres están en campaña, desde posiciones privilegiadas. Reyes es ministro de Justicia y debería abandonar el cargo en los próximos días, cuando se produzca el esperado remezón ministerial. Es hijo del expresidente de la Corte Suprema, Alfonso Reyes Echandía, inmolado durante la toma del Palacio de Justicia, por parte del M-19 en 1985. Goza de un enorme prestigio y tiene el respaldo de varios magistrados. El exministro Martínez también mueve sus fichas en el alto tribunal, donde tiene buenos amigos, así como en influyentes sectores políticos del país, como el encabezado por el vicepresidente, Germán Vargas Lleras. Perdomo, por su parte, hace campaña desde su posición privilegiada de ser Fiscal General encargado. Es el gran heredero de Montealegre, figura que terminó desprestigiada en la Corte Suprema por su 'sociedad' con el exmagistrado José Leonidas Bustos.
¿Mónica Cifuentes, la elegida por Santos?
Entre las mujeres la candidata más opcionada para hacer parte de la terna para suceder a Eduardo Montealegre es Mónica Cifuentes Osorio, gerente jurídica del proceso de paz y asesora del Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo. De las 16 seleccionadas es la más cercana al presidente Santos y muy seguramente será la escogida, por cuenta de que su presencia en la Fiscalía le garantizaría a Santos, 'blindar' los acuerdos con las Farc. La cercanía con La Habana es buena para Santos, pero no necesariamente para el país. El Fiscal General debe ser 'independiente y autónomo', tanto de Santos como de la negociación con las Farc. Pero –además– uno de los retos que tendrá el nuevo Fiscal será el de investigar los multimillonarios contratos celebrados para promover y posicionar los diálogos con las Farc y es bastante probable que Cifuentes figure como protagonista de primer nivel en muchos de ellos. Las otras dos opcionadas son María Mercedes Perry y Martha Lucía Zamora.
Fiscal General: gran reto de la nueva Corte Suprema
Siete de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes acaban de llegar al alto tribunal, participarán por primera vez de la elección de un Fiscal General de la Nación. Y eso es bueno, porque se trata de juristas ajenos a los 'vicios y mañas' que han contaminado a muchos de sus nuevos colegas. Pero, además, le da un toque de misterio a la elección del sucesor de Montealegre, pues varios de los nuevos magistrados querrán enviarle un mensaje de independencia al presidente Santos, eligiendo a alguien distinto al candidato de sus preferencias. Ni siquiera los exmagistrados que apoyaron a los nuevos magistrados pueden contar con ellos, pues como ocurre con todos los ex, donde menos le obedecen es en su antigua casa. Que lo digan los generales de las Fuerzas Militares y de la Policía, que pasan a retiro y se ponen el Everfit, que pierden la llamada 'voz de mando'. Igual pasa con los exmagistrados. Por eso se equivocan los aspirantes a Fiscal General que tienen como jefes de campaña a antiguos magistrados, muchos de los cuales son recordados en la Corte Suprema y no precisamente con cariño.
El reto de la corrupción
Si alguien debe abanderar la lucha contra corrupción en el país ese debe ser el Fiscal General. Por desgracia, la fiscalía que entregó Eduardo Montealegre terminó envuelta en todo tipo de escándalos que involucraron directamente al Fiscal General y a su staff, como ocurrió con los multimillonarios contratos que entregó a dedo y que fueron objeto de todo tipo de señalamientos. La figura del fiscal general debe estar por encima de todo tipo de cuestionamientos. El Fiscal General no solo debe ser independiente sino parecerlo, pues cualquier demostración de imparcialidad será reprobada de forma masiva como ocurrió con Montealegre. El Fiscal debe ser independiente no solo del Ejecutivo, sino también del Legislativo. Nada más perverso que un Fiscal General debiendo o pidiendo favores a los congresistas. Ese maridaje debe desaparecer.