José Rodríguez tiene 26 años, casi la mitad de ellos dedicados al parkour en Bogotá, una rutina que se vio obligado a cambiar por la pandemia, al igual que millones de jóvenes latinoamericanos afectados en el desarrollo de sus actividades laborales, recreativas o educativas por la COVID-19.
América es un continente de gente joven, en el que 235 millones de personas tienen entre 10 y 24 años de edad, lo que equivale al 23 % del total, según una proyección de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y aunque este no es precisamente el grupo más golpeado por la pandemia sí lo es en términos de salud mental y de oportunidades.
'Estar solo, no tener motivación para hacer ejercicio, no poder salir a la calle, genera un choque sicológico bastante fuerte', afirma a Efe Rodríguez
El joven cuenta que tuvo que improvisar y aplicar algo que le enseñó el parkour: 'el poder de adaptación' para no quedarse parado.'Compré un par de fierros y de pesas para justamente hacer mis rutinas, pero era muy complicado porque el parkour es un deporte que se practica al aire libre', explica sobre los saltos de vértigo de esta disciplina.
Aislamiento social
En marzo, cuando la COVID-19 se regó por América Latina, los países declararon cuarentenas e incluso toques de queda para mitigar la rápida propagación del coronavirus, medida que obligó a los jóvenes a adaptarse a un nuevo estilo de vida sin contacto social.
Eso supuso el adiós temporal a las reuniones de amigos en bares y discotecas, a las fiestas, al cine, los conciertos o las actividades físicas al aire libre, y por otro lado, los empujó a la educación virtual.
Para el sicólogo Pablo Monsalve, profesor de la Fundación Universitaria del Areandina y asesor de la ONU en Colombia, una de las cosas más difíciles para los jóvenes durante la pandemia 'es la adaptación, especialmente cuando uno lleva rutinas específicas: el estar casi todo el día en la calle trabajando, estudiando o haciendo varias actividades'.
'El hecho de cambiar la rutina implica varias cosas: por un lado, puede existir un fenómeno que le llamamos la negación. Al principio, muchos de nuestros jóvenes tuvieron esa sensación de impotencia, de (pensar) esto no puede ser, esto no puede estar pasando', dice a Efe Monsalve, especializado en trastornos afectivos y emocionales.
Para resistir a las frustraciones que conlleva el encierro unos veinte jóvenes que no superan los 22 años se reúnen casi a diario con el fin de practicar BMX freestyle y skateboarding en una desvencijada pista de Cartagena de Indias.
A sus 16 años, Wilson Marrugo dedica la mayor parte de su tiempo a la tabla con la que hace saltos de más de metro y medio de altura y otras maniobras.
'Cuando no podía salir por el toque de queda me aburría mucho en casa', comenta Marrugo, que junto al igual que sus compañeros usa tapabocas para protegerse cuando entrena al aire libre desde que las autoridades permitieron 'hacer deporte en las mañanas'.