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En video | Diario de una barranquillera confinada en Italia

Lina Scarpati hace un recuento de cómo es la vida actualmente en el país europeo y asegura no estar contagiada.

Dos noticias de carácter opuesto llegaron a entrelazarse el día de ayer en medio del complejo engranaje epidemiológico del coronavirus en Italia. Precisamente cuando el paciente 1, del cual partió el contagio hace tres semanas, estaba siendo desentubado por la grave pulmonía provocada por el virus, el gobierno italiano promulgaba el decreto de ley que coloca la entera península en cuarentena. Y las cifras no pueden ser menos favorecedoras, así como propiciadoras de la medida: 10,000 contagios, 724 pacientes curados, 8.514 enfermos en toda Italia, 631 muertos y casi 877 pacientes en terapia intensiva en diferentes hospitales al norte de Italia.

La cuarentena implica un drástico cambio en nuestro estilo de vida, pero no es exageración y mucho menos, obedece a una mal denominada “histeria colectiva” supuestamente instaurada por el Estado para infundir pánico. Todo lo contrario, es absolutamente necesaria ya que si se hubiesen atendido las recomendaciones en materia de contacto y socialización desde el inicio, Italia no habría llegado a ser el segundo país en el mundo a nivel de contagio.

Las interrogantes de quienes nos observan como un caso aislado que nunca llegaría a comprobarse a nivel de cifras en Colombia se origina en un imaginario colectivo desprovisto de reglas de frente a la enfermedad, pero sobretodo colmo de desinformación y mucha especulación. El coronavirus no es una gripe, sino una mutación de virus tipo Corona con una velocidad de propagación e índice de mortalidad tres veces superior a la de una influenza! Bajo este presupuesto el Presidente Giuseppe Conte no exageró ayer ante la nación cuando en su discurso pronunció: “A casa! Salgan si es absolutamente necesario”.

Mientras hasta el día ayer se creía que bastase una distancia de seguridad de 1mt con respecto a otra persona, hoy se descubre que se requieren 4,5mts de distancia para no contagiarse, que hay pacientes completamente asintomáticos que lo transmiten y que bastan tan solo 30 minutos para adquirirlo Entonces, ¿qué podemos hacer? Evitar el contacto y socializar o más bien, aprender a socializar bajo otras claves, hablando de nuevo con nuestros parientes, leyendo, haciendo juegos de mesa y evitando de frecuentar espacios donde puedan reunirse varias personas a la vez. Aunque la mayor parte trabaje desde casa en modalidad smart working, quedan sólo los tenderos, personal de restaurantes y supermercado o de entregas a domicilio que garantizarán nuestra subsistencia alimentaria. La lista de lugares cerrados es interminable: Escuelas y universidades, museos, coliseos, cines, salas de bingo y centros sociales etc. hemos aprendido a ver estadios sin público, talk shows sin asistentes, matrimonios sin ningún invitado, funerales sin parientes y servicios religiosos suspendidos, a no festejar ningún cumpleaños y no visitar nuestras amistades o seres queridos.

¿Qué podemos hacer? ser prudentes, esperar y agradecer el ejército de médicos, especialistas y personal de la salud que se masacran con turnos extenuantes en nuestro sistema sanitario para responder a todas las emergencias, porque digámoslo claro, una sanidad pública y en manera gratuita es la espina dorsal que nos ha sostenido en pie. Y no es pánico, es cuestión de sobrevivencia.

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