“Necesitamos información veraz y periodistas protegidos para contarla”
La periodista filipina María Ressa, ganadora del Premio Nobel de Paz en el año 2021, habló con EL HERALDO sobre el valor del periodismo para la democracia.
El poder de María Ressa está en su pluma. La verdad que han descrito sus letras ha retumbado en lo más profundo de la sociedad, al punto de recibir todo tipo de intimidaciones y afrentas de parte del gobierno de su natal Filipinas, hasta 2022 a la cabeza de Rodrigo Duterte, quien emprendió una cruzada en su contra por poner el dedo en la “yaga” de temas tan delicados como las ejecuciones extra- judiciales y la corrupción.
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Ressa es hoy la cara de Rappler, uno de los medios más consultados en Filipinas, lo que le ha valido enfrentar los más mordaces intentos de censura, incluyendo atentados y amenazas de muerte.
Por su lucha incansable por el propósito de contar la verdad sin importar el precio, fue elegida como ganadora del Premio Nobel de Paz en el año 2021, galardón que comparte con el ruso Dmitri Murátov.
Por eso, en el Día Internacional de la Libertad de Prensa, EL HERALDO recuerda apartes de la conversación de Ressa con este medio de comunicación en el Hay Festival de Cartagena.
Su defensa de la verdad se ha traducido en un ejemplo internacional de libertad de prensa, una tarea ardua. ¿Qué es lo más difícil de su labor?
Toda la vida he estado en medio de conflictos. Del mismo modo he visto a personas decir que creen en una forma de ética o en unos principios que no representen atentados contra las libertades, pero son personas que no han sido atacadas. Los ataques buscan la sumisión del atacado.
Y eso significa muchas veces renunciar a lo que crees. Yo siempre he creído, y creeré, en la libertad de prensa, no renunciaré a ello. Porque solo así podemos hacer un mundo más justo. En ese sentido, considero que el periodismo fortalece a la democracia.
Ha sido testigo de la intensificación de afrentas hacia la democracia. ¿Hoy en día ha cambiado?
La democracia sigue siendo la misma porque el ideal es el mismo. Yo creo que ha cambiado nuestra forma de entenderlo, pues es como si el progreso nos hubiese devuelto en el tiempo hacia el autoritarismo u otras figuras de terror. Y la desinformación hace uno de los aportes más significativos. Prueba de ello es que hoy las mentiras se distribuyen mucho más rápido que la verdad. Y la desinformación no son solo las mentiras, sino las verdades contadas a medias por el sesgo. Además, los modelos tecnológicos actuales privilegian las dudas y no estamos protegidos para estos fenómenos. Existen vacunas para las enfermedades, pero solo pequeñas dosis para lidiar con un espectro tan incontenible como la desinformación.
La desinformación solo se traduce en atentados a la democracia.
La desinformación se propaga rápidamente en el ecosistema digital. ¿Existen ahí garantías tanto para periodistas como para la sociedad?
De ninguna manera. La manipulación informativa llega a niveles nunca antes vistos. Trump contra Clinton y Cambridge Analytica o los fenómenos de posverdad con la guerra son ejemplos de ello. Y la desinformación solo se traduce en atentados a la democracia. Por eso necesitamos información veraz y periodistas con la protección necesaria para poder contarla.
¿Obtener el Nobel de Paz ha representado mayores garantías para su labor?
Es una gran responsabilidad, pero al mismo tiempo es un golpe de aire fresco que renueva energías para seguir luchando. No sé hasta dónde son nervios o felicidad (risas). También ha sido una forma de protección. Esto y ser nombrada como Persona del Año por la Revista Time sí hace que haya un temor, pero me siento más protegida.
