A un hombre británico no le bastó con asesinar a dos mujeres en su país de origen. El sujeto también hacía una práctica reprochable con los cadáveres que lejos de asustarlo lo convirtió en una adicción.
El mismo condenado registraba estos aberrantes casos en fotografías y vídeos.
A un hombre británico no le bastó con asesinar a dos mujeres en su país de origen. El sujeto también hacía una práctica reprochable con los cadáveres que lejos de asustarlo lo convirtió en una adicción.