El Heraldo
Jhoanna y Ricardo aseguran que su relación como socios ha fortalecido su matrimonio.
Mery Granados
Millennials

El sueño que tomó forma de hogar para el adulto mayor

La pareja de casados le apostó al emprendimiento en una casa que ofrece atención integral para mayores de 60 años. 

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Entrar al hogar para el adulto mayor Casa Ana Delia y caminar por un pasillo que conduce al patio permite descubrir una área habitada por profesionales de la salud y 22 ancianos que, mientras algunos dan los buenos días batiendo las manos, otros sonríen y dejan al descubierto su escasa dentadura.

Este lugar, dedicado a brindar bienestar a los ancianos, nació como un sueño latente. Sus cofundadores y también esposos: el empresario Ricardo Salazar, de 37 años, y la administradora de salud y odontóloga Jhoanna Arcila, de 34, manifiestan que los dos empezaron a visualizar la idea en medio de su noviazgo. 

“La historia de este hogar arrancó a partir de la intención que tenía Jhoanna de crear un lugar especial para los abuelitos, en honor al amor que sentía por su abuela Ana Delia, quien prácticamente la crio. Ella pensaba en que era difícil encontrar un sitio donde pudiera llevar a su abuela porque no todos estaban condicionados; es decir, no los veía como un espacio ideal donde su abuela pudiera sentirse como en casa y donde su familia estuviera segura de que allí podía tener calidad de vida”.

Jhoanna agrega que fueron muchas las conversaciones que sostuvieron sobre el proyecto hasta que un día cualquiera Ricardo tomó la decisión de visitar algunas casas para materializarlo. Empezaron con paciencia, canalizando sus perspectivas, luego focalizaron el concepto que querían crear, estudiando el mercado, investigando las necesidades y la oferta de los hogares para ancianos en Barranquilla.

“No sabíamos cuánto nos iba a costar emprender un negocio, así que nos botamos al vacío. Hicimos un préstamo y dijimos que en el camino íbamos viendo cómo nos iba. Iniciamos los dos con la ayuda de nuestros familiares y el aporte de un socio, este último luego de un tiempo decidió vendernos su parte”, da a conocer Ricardo, quien también es gerente de una empresa de maquinaria pesada.

Al empezar—según cuentan— la idea de los dos era ofrecer sus servicios a particulares, sin embargo en el camino todo cambió. Decidieron postularse para lograr un contrato con la Alcaldía de Barranquilla, desde su Secretaría de Gestión Social en el programa de Adulto Mayor. 

“Cuando logramos el contrato todo fue tomando forma. Entramos a la lista de hogares geriátricos con los que trabaja la Alcaldía Distrital y fuimos recibiendo a los habitantes de la calle que iban reclutando desde Gestión Social. Básicamente trabajamos así: luego de que ellos recogen  a alguien mayor de 60 años en la calle, que no tiene familia y que es de escasos recursos, le hacen un estudio y le brindan los servicios de salud, para luego localizar un cupo dentro de los hogares geriátricos que hacen parte de su programa, y es ahí donde entramos nosotros y ha sido así como hemos ido recibiendo a varios abuelitos”.

Hoy, con cuatro años de haber sido creada Casa Ana Delia, indican que aunque el proceso no ha sido fácil, los frutos los han ido recibiendo cada vez que dibujan una sonrisa en el rostro de los ancianos que habita el lugar. Explican que cuentan con un equipo conformado por médicos, fisioterapeutas, psicólogos, coordinador y enfermero líder. A su vez aseguran que todo el hogar permanece vigilado por la Administración Distrital y anualmente cuentan con la habilitación por parte de Salud Pública.

“Actualmente Casa Ana Delia tiene su parte pública y privada. En lo público tenemos a 22 abuelitos y acabamos de expandir el cupo a 30 y en la parte privada hay una capacidad para 12. Son dos casas independientes, que a su vez están contiguas. En ambas los servicios que reciben las personas son los mismos, pero en la parte privada es un poco más personalizado”, señala Ricardo.

 

Mery Granados

A diario los ancianos, como bien lo explican el barranquillero y la manizaleña, tienen diversas actividades de estiramientos, fisioterapia, atención de psicología, de enfermería y de nutrición, entre otras. Agregan que la idea de toda esta dinámica es mantenerlos con la mente activa.

Sin duda ver materializado el sueño les ha significado felicidad. En particular a Jhoanna le ha generado gratitud, pues —manifiesta— pudo crearlo antes de que su abuela Ana Delia Salazar falleciera. Ha sido, como lo explica, sembrar en un emprendimiento todo aquello que aprendió en su casa, como es el amor, el respeto y el significado de los abuelos.

“Este hogar para mí es importante, así que me resulta esencial que los profesionales de nuestro equipo sean empáticos, que traten a los abuelitos con cariño, que entiendan que un adulto mayor se vuelve un niño que tiene un carácter y algunos achaques, pero que necesita comprensión hasta el último día de su vida”, indica Jhoanna, que también está dedicada a la gerencia administrativa de un grupo de IPS de oftalmología.

Esta pareja de casados explica que mientras Jhoanna se encuentra al frente del área administrativa, Ricardo se dedica a la parte logística, de alimentación y operativa. Aprovechan este espacio para enviar un mensaje a la sociedad, señalando la importancia de cuidar y respetar a los adultos mayores, y recalcando que el trato hacia ellos debe estar ligado a la paciencia y a la comprensión.

“Es vital que los jóvenes se concienticen que en cualquier momento envejecerán. También que entiendan que así como sus papás o abuelos cuidaron de ellos, en algún momento este cuadro se repetirá en sus propias vidas”, coinciden los dos.

Señalan también la importancia de eliminar el tabú que hay detrás de llevar a alguien a un geriátrico, explicando que no se trata de un acto de abandono. Agregan que en cambio, la idea está más fundamentada en “garantizar su bienestar y brindarle una calidad de vida en un lugar donde pueda sentirse como en casa, rodeado de personas de su misma edad”.

“Acá nos hemos dado cuenta que para los barranquilleros no es fácil llevar a alguien de su familia a un hogar geriátrico, pero pienso que la pandemia ha cambiado esa mentalidad porque se han dado cuenta que no es lo mismo tener a un abuelito en casa que en un sitio donde haya un personal médico y donde reciban las atenciones necesarias”, explica Jhoanna.

Este trabajo en conjunto aseguran que los ha unido mucho más como pareja. Ser socios ha sido un reto que han asumido con madurez, tratando de tomar decisiones asertivas que beneficien a los dos como personas, a su proyecto, a su equipo de trabajo y a los abuelitos que viven en Casa Ana Delia. Sintetizan en que ha habido entendimiento mutuo, han podido madurar mucho más y, sobre todo, han aprendido sobre la importancia de respetar las funciones de cada uno y de apoyarse entre sí.

Sueñan con expandirse en Colombia, así que trabajan para alcanzar este objetivo, eso sí, sin afanes, dejando que todo fluya.

 

Para mí es vital que nuestro equipo sea empático y que trate a los abuelitos con cariño porque lo que ellos necesitan es amor y comprensión
Jhoanna Arcila
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