
Moscas a la mesa: una investigación que toma vuelo
Un estudio de la Universidad del Norte contempla a este insecto como una fuente nutricional para su consumo. Esta podría ser una opción para combatir la inseguridad alimentaria en un futuro.
Por ser un insecto rico en proteínas y nutrientes, fácil de manipular y que se reproduce rápidamente, la mosca empieza a ser contemplada como una alternativa alimentaria de consumo humano.
La estrategia se plantea desde el Laboratorio de Química y Biología de la Universidad del Norte como una opción a futuro para hacerle frente a la problemática de seguridad alimentaria en el Atlántico y, a su vez, se proyecta para impactar todo el territorio colombiano.
Rafik Neme Garrido (profesor asistente del departamento de Química y Biología de la Uninorte), Anahí Barros (microbióloga y estudiante de la maestría en Ciencias Naturales), Cecilia Torres (nutricionista y estudiante de la maestría en Ciencias Naturales) y Rodrigo Sarmiento (biólogo experto en insectos) son las cuatro personas que integran el equipo de investigación que avanza en la caracterización de las especies de moscas.
El laboratorio de la institución académica es el recinto en el que los investigadores realizan sus estudios enfocados en la biodiversidad del Caribe colombiano.

Desde enero de 2021 Neme, Barros, Torres y Sarmiento transitan por el “fascinante” mundo de los insectos, en especial el de las moscas.
Afirman que han avanzado un 30 por ciento en el estudio. En este lapso de tiempo han entendido que pueden haber otras alternativas de alimentación proteica distintas a lo que usualmente se come en el Atlántico y Colombia como pollo, cerdo, carne de res y pescado, entre otras.
“La idea de esto es saber qué tanto nos pueden ayudar los insectos a mejorar nuestra calidad de vida, ya que son muy fáciles de criar, controlar y que ya están aquí. No hay que traer una especie de otra parte para que ocasione un problema biológico después. Además, queremos que esto sea un piloto para muchas más formas de cultivar insectos de nuestra propia diversidad”, dijo a EL HERALDO el profesor barranquillero Rafik Neme.
La meta del proyecto académico es saber cómo están caracterizadas genéticamente las poblaciones de moscas en Colombia. De ahí en adelante, definir cuáles se van a criar, cómo lo harían, para qué, si se van a modificar o no, y la selección de variedades más grandes o más pequeñas.
Rafik Neme, en conversación con EL HERALDO, cuenta que uno de los pensamientos más repetitivos por parte de la gente frente a las moscas es lo “asquerosas” que pueden ser por alimentarse de desechos. Sin embargo, él aclara que “no todas están asociadas a cadáveres en descomposición ni a heces. Hay inmensas categorías”.
Añade que “los imaginarios hacen interesante la investigación porque son parte de un bagaje cultural, más no de la realidad biológica de los animales”.
Cecilia Torres, nutricionista e integrante del grupo investigador, explica que las moscas contienen proteínas, ácidos grasos, vitaminas y minerales que las convierten en una opción a futuro de consumo para otros animales y humanos.
“También las moscas pueden contemplarse como un suplemento. Yo puedo pensar en esta mosca como un polvo, una harina. No importa la presentación de mi fuente, ya que lo importante es su contenido en proteína que puede ser de un 60 por ciento, y entre un 30 a un 70 por ciento de grasas. Esos son dos nutrientes claves que uno siempre está buscando en alimentos”, explicó.

Aproximarse a la biodiversidad del Caribe para “resolver múltiples problemáticas”, entre esas la inseguridad alimentaria, hace parte del esfuerzo colectivo que ve a la mosca como un potencial alimento humano a futuro.
Según la encuesta de percepción de Barranquilla Cómo Vamos aplicada en febrero de 2021, el 39 por ciento de los encuestados dijo que ellos o un miembro de su hogar pasaron hambre por falta de recursos durante la pandemia.
Precisamente, ante esa problemática de inseguridad alimentaria que se refiere a la falta de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normal, las moscas son una posible solución.
“Lo que queremos aportar con esto son las herramientas biológicas para hacer de los cultivos de moscas algo mucho más manejable, mejor entendido y para aproximárselo también a las personas que quieran hacer sus crías. Por eso hacemos una investigación sobre los tipos de moscas que tenemos”, puntualizó el profesor Rafik.
Agregó que la idea de la investigación es que los resultados apoyen las falencias que vienen por la inseguridad alimentaria, desde la producción casera de un montón de proteína proveniente de la mosca.
“Hay que empezar a pensar en fuentes alternativas de comida e imaginarlas en un futuro. Si la mosca es de acá no tendríamos ningún problema biológico por si se nos escapara alguna, mientras que si es de otra parte tendríamos un riesgo”.
En medio de la caracterización de las especies existentes de moscas en Colombia, el grupo investigador de la Uninorte plantea que la mosca soldado negro (Hermetia illucens) es más grande y fácil de cultivar.
“Una mosca de estas produce alta cantidad de proteína a partir de basura. Tenemos un par de cultivos de especies que todavía estamos por identificar porque la idea también es encontrar moscas como la soldado negro que tengan propiedades y que no estén asociadas a enfermedades”, aseguró el docente.
Neme, Torres, Barros y Sarmiento continuarán investigando con el fin de proporcionar herramientas a futuro que contribuyan a la sociedad y que provengan de nuestros ecosistemas.