
Tasajera, el olvido eterno
Dominga Orozco, Rafael Rodríguez, Javier Marino y Jhonny Lasso coinciden en que el Estado tiene en total abandono a este corregimiento del Magdalena.
Tres tasajereños y un cienaguero que defiende los intereses de esta población del Magdalena sumida en el olvido, reclaman más atención del Estado para los 10.000 habitantes que viven en la miseria.
Uno de ellos, Dominga Isabel Orozco Rodríguez, que a sus 80 años habla con desparpajo. Es nacida, criada y bautizada en Tasajera, tierra donde parió a sus hijos Elvis, José Manuel, Janeth, María, Agripina, Jaime, Alidis, Edilbert y Peggys. Los crió a punta de vender fritos y el pescado que capturaba su compañero José Ariza (de quien se separó hace varios años). Se queja de la falta de agua y de los cortes de energía. “Se me quemó la nevera. Ajá, ¿y quién la paga?”, pregunta desconcertada.

Rafael Rodríguez Maldonado, un viejo ‘lobo de mar’ que aún recuerda la época en que pescaba hasta 125 kilos de pargo por día en Tasajera, asegura que a sus 80 años sigue haciendo lo mismo: “Arreando agua que nos vende el carrotanque”. Los recipientes ya forman parte del paisaje callejero del corregimiento. Todos los vecinos los ubican en el frente de sus casas a la espera del vendedor de agua.

Javier Marino Meléndez se vino de su natal Ciénaga huyendo de la violencia. Llegó al asentamiento Adonay en donde vive con Yira Castillo, con quien tiene dos hijos. Hace 4 años prestó $12 millones (que aún debe) para instalar un café internet, que quedó destruido tras la toma del Esmad durante uno de los bloqueos por energía. “Nadie me responde”, dice, mostrando la montaña de copias de reclamos para pedir reparación.

Johnny Lasso Maldonado, 23 años, sale a la 1:30 de la madrugada a pescar en Tasajera. Hizo hasta noveno grado porque prefirió irse para el Ejército. Hizo un curso de vigilancia, ha repartido su hoja de vida, pero hasta el jueves no había conseguido un buen trabajo. Luego de la faena diaria, lo encontramos a orillas de la playa cortando lisas junto a Pedro Reales para las carnadas del día siguiente.
