En el Carnaval de Barranquilla las oportunidades de ‘rebusque’ no faltan, por el contrario, se exceden en demanda.
Uno de los tantos sectores que se beneficia con el alto flujo de comercialización de bienes y servicios que cobran especial importancia durante estas fiestas es el de los silleros.
Estos ponen en alquiler un número determinado de sillas que ubican en los andenes para que la gente se siente y observe cómodamente los diferentes desfiles callejeros.
Con la Gran Danza del Garabato, se dio lugar ayer al primero de los siete eventos que tiene autorizado este gremio por la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público para que ubiquen las sillas en las aceras.
En esta ocasión fueron entregados 350 permisos a particulares y cinco a establecimientos comerciales que solicitaron la ocupación del espacio que pertenece a sus zonas de parqueo por donde anoche pasó el desfile.
'En este 2014 todo fue más organizado, las solicitudes fueron entregadas a tiempo y no se realizaron decomisos por infracciones de ocupación', señaló Diana Amaya, secretaria de Espacio Público.
De acuerdo con un comunicado entregado por esta Secretaría en días pasados, se establecía que cada sillero está autorizado para instalar en alquiler 20 sillas como máximo, lo cual, al menos ayer, se cumplió. En el caso del desfile del garabato, el Distrito sugirió que solo se cobrara al público $12 mil por el alquiler.
Además, aclararon que el valor del impuesto que recauda la Alcaldía por cada silla es de $1.125 pesos.
Rentabilidad y pérdida. Ni en Navidad, Halloween o Semana Santa resulta tan productivo ubicarse en la calle con 20 sillas a cuestas para la renta.
Jazmín Barrera, una barranquillera que desde hace más de seis años se dedica al arrendamiento de este servicio, afirma que cada Carnaval es una oportunidad para ganar dinero.
Ella pertenece a Asosillas, una de las cinco asociaciones que vela, año tras año, por los intereses de los que desempeñan este ocasional oficio. Barrera asegura que debido a la unión de esfuerzos, cada vez se da con mayor éxito la organización de estos.
'Antes debía venir a dormir para tener un pequeño espacio, ahora todos saben dónde van ubicados y hay más seguridad', afirmó la mujer.
Sin embargo, Barrera comenta que recaudar los $12 mil pesos sugeridos por el Distrito no significaría más que pérdidas para su negocio.
En su defensa, ella muestra una hoja de papel donde tiene escrita la lista de gastos de su negocio que no compensan con lo que ganaría si cobrara la tarifa sugerida.
Por ejemplo, señala que cada silla que alquila le cuesta $1.500 pesos, que a la Alcaldía le debe pagar un impuesto de $2.200 y que también cancela una póliza de responsabilidad civil contra terceros por $2.000.
Asimismo agrega el cobro por alquiler de carpas que es de $2.500, transporte ida y venida de sillas por $2.000, celaduría por $1.000 y alimentación por $2.000.
Si se suman las cifras anteriores se obtiene un total de $13.200, lo cual correspondería al valor bruto que asume el usuario y al cual, el sillero, le aplica el excedente de ganancia.
Ante esto, ciudadanos como Jorge Padilla apuntan que les parece insólito que cobren por un servicio de carpas para un evento nocturno, y que, adicionalmente, se aplique un rubro por alimentación, cuando al cliente no le dan comida. 'No entiendo por qué tanto dinero, a mi me llegaron a pedir hasta $20 mil solo por una silla', señaló.
Amaya resalta que 'el control de precios es algo que manejan las inspecciones. Aunque cuando se queja la gente, acudimos y tratamos de mediar', manifestó la funcionaria.