Por lo menos 30 de los cerca de 1.500 retornados de Venezuela que intentan rehacer sus vidas en Barranquilla acudieron ayer al llamado de la Cancillería para recibir un taller de orientación para acceder a los servicios ciudadanos, la oferta institucional y a los programas de ayudas que ofrece el Estado y las entidades distritales.
El evento se realizó en el salón del hotel Barahona.
Entidades como el Sena y su Agencia Pública de Empleo, Fondo Emprender, el Centro de Oportunidades, Cajacopi, la Oficina regional de Atención al Migrante y funcionarios de la Cruz Roja estuvieron al frente del taller en donde los retornados además de orientación a la empleabilidad y el acceso a la formación en diferentes áreas, también recibieron apoyo psicológico en un taller de salud mental.
Sin embargo, estas personas aseguraron estar sumergidos en una situación complicada porque aún no han podido resolver tres necesidades básicas: alojamiento, alimentación y empleo.
En el caso de la familia Molina Murillo, conformada por Alfonso Molina, su esposa Martha Murillo y sus tres hijos, dijeron que después de vivir 17 años en el estado de Zulia, hoy se mantienen en un viacrucis para conseguir dónde dormir y comer.
Nicolás Marcano, de 46 años, otro de los deportados, manifestó que también pasa por una situación difícil. 'Mi esposa Junis Torregrosa, de 50 años, está enferma de los riñones y no tiene atención médica', aseguró.
De acuerdo con la Oficina de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas en Colombia (Ocha) hasta el 14 de octubre 1.950 personas fueron deportadas y 22.342 retornaron espontáneamente al país.