El Heraldo
Barranquilla

‘Paquitos’, una pasión que se rehúsa al olvido

Luis RodríguezKaliman y Águila Solitaria son algunos de los nombres que más solicitan los clientes.

No hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente lo domina todo”, diría el sujeto de 1,90 de estatura, que pesa 90 kilogramos, tiene ojos azules y un cuerpo híper musculado ceñido a una casaca blanca que combina con una especie de malla del mismo color formando una sola pieza con los zapatos, turbante ajustado en la cabeza y una capa roja por dentro y blanca por fuera. El sujeto del turbante, que ha dedicado su vida a la lucha contra las fuerzas del mal, es el séptimo hombre de la dinastía de la diosa Kalí.

Es justamente este personaje extravagante al que durante años han seguido los aficionados a las historietas o cómic, si preferimos los anglicismos, o en su defecto ‘paquitos’, para ajustarlo a nuestra jerga tropical .

Esa fuente de diversión que tuvo su época dorada en la década de los setenta hasta finales de los años 90 y que con el advenimiento de las nuevas tecnologías, la Internet, la televisión por cable, las redes sociales y todos los cambios vertiginosos que ha sufrido nuestra ‘aldea global’ ha venido siendo desplazada.

Proscritos, olvidados por muchos, Kaliman, Águila Solitaria, Tamakun, Arandú, Condorito, Samurai, el Santo y esas pequeñas novelas de vaqueros, de amor, terror, policíacas y de ciencia ficción, se rehúsan a caer en el agujero del olvido.

Amaury de León Doria, el Mono, está al frente de unos de los puestos de revista más tradicionales del centro de Barranquilla y desde su esquina, ubicada en la calle 37 con carrera 39, una zona de ‘agite’ y movimiento, su pequeño rincón anudado a la nostalgia opone una fiera resistencia a dejarse tragar por las trampas del avance del tiempo.

Desde 1984, el Mono atiende sagradamente desde las 8 de a aquellos que aún se deleitan con las aventuras y esos mundos construidos a golpe de papel y de tinta indeleble.

“Todavía hay gente que lee ‘paquitos’, aquí llegan coleccionistas y muchos que lo hacen desde hace 28 años”, aseguró, mientras atendía una clientela dispersa que se acercaba sobre todo a intercambiar las pequeñas novelas de misterio y de vaqueros que son las más apetecidas por su ‘club de nostálgicos’.

“Yo alquilo para leer aquí un ‘paquito’ en 300 pesos y vendo Kaliman, Memín a 3 mil, si es Superman o Batman y están en buen estado, los vendo en 10 mil o 20 mil, depende del número o si es difícil de conseguir”, aseguró.

Carlos Márquez aprovecha todos los días sus 2 horas de almuerzo para sumergirse en esos mundos imaginarios. “Yo vengo todos los días y leo un ‘paquito’, o una novela de vaqueros. Almuerzo, leo un rato y me voy de nuevo a trabajar”, afirmó el fabricante de cerámica, que desde niño se aficionó a esta literatura considerada por algunos como ‘menor’.

“Los pelaos de hoy en día no leen, están pendientes de otras vainas. Aquí llegamos somos los dinosaurios”, aseveró el mecánico de motocicletas Luis Miranda, de 63 años. Recuerda que desde los 12 está enganchado a las novelas policiacas y de vaqueros. “Con el Mono ya quedan solo unos cuantos puestos donde uno puede conseguir este material, pero el hombre es guerrero y va pa' lante”.

El Mono entiende que los tiempos van andando a gran velocidad, que la época dorada del negocio hace un tiempo que dejó de brillar y se empañó. Sin embargo pese a que tiene días malos en que gana escasos 10 mil pesos, cada vez está más lejana aquella época en que las tandas de lectores de ‘paquitos’ por alquiler copaban las viejas sillas de madera de su negocio por grupos de 20 personas, que iban y se renovaban, aquellos mismos días en que le tocaba espantar a los clientes cuando se hacían las 10 de la noche y nada que terminaban sus lecturas.

Pese a que tiene claro que ese tiempo ya pasó, en su cabeza repican las sabias palabras del héroe que más solicitan sus clientes. Serenidad y paciencia, mucha paciencia. “Todavía esto tiene vida, la gente viene por las novelas, por los ‘paquitos’, por las revistas. Todavía tengo días buenos en que me gano hasta 40 mil pesos y esta es mi vida mi hermano, esto yo lo disfruto y mucho, yo no sé hacer otra cosa porque esta es mi pasión”, afirmó.

No siempre lo que se ve parece ser lo que es. Diría el sujeto del turbante blanco y rostro de galán hollywoodense que se hace acompañar por un niño egipcio llamado Solín.

Por Carlos Polo

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