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Javier Comas podrá usar ropa de hombre y ser tratado como miembro del género masculino en las instalaciones del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena). Así lo ordena un fallo de tutela de segunda instancia proferido por el Juzgado Décimo Civil del Circuito de Barranquilla, el 23 de noviembre pasado.

Comas nació mujer, pero asegura que desde los cuatro años se sintió identificado con el género masculino. Por presiones sociales y por miedo a los problemas que eso podía generarle en su casa, decidió guardar su condición.

Al momento de matricularse en el Sena se inscribió con los documentos que la identificaban como mujer, pero dentro de la institución tomó la determinación de que 'ya era hora de aceptar' su naturaleza de hombre y vestir y ser tratado como tal.

Jacqueline Rojas, directora del Sena en Atlántico, explicó que efectivamente cuando el joven ingresó como aprendiz, se inscribió y matriculó como género femenino. Al tiempo se presentó en la coordinación del área comercial logístico para comentarle que estaba en proceso de cambio de género.

'Solicité a la coordinadora del área comercial que me permitieran usar uniforme de hombre, que me llamaran Javier y que usaran conmigo el artículo masculino cuando se dirigieran a mí', señaló el joven transgénero en entrevista con este medio.

Mediante un derecho de petición, en acompañamiento con la ONG Caribe Afirmativo, el joven hizo la solicitud pero al ver que no le respondían decidió instaurar una acción de tutela con ayuda de los abogados de la organización, 'para proteger el derecho al libre desarrollo de la personalidad'.

La directora manifestó que el problema se presentó cuando la coordinadora le dijo que de parte de la entidad lo iban a apoyar pero que primero 'debía hacer el trámite para cambiar su documento de identidad en la registraduría'.

Indicó Rojas que al ser el Sena una entidad pública y tener la documentación al momento de ingresar que lo determinaba comos mujer, 'entonces es necesario hacer ese cambio para que quede establecido que pertenece al género masculino y su nombre es diferente, y así hacer la actualización de los datos'.

En primera instancia el fallo fue adverso, pero en segunda instancia el juez encontró pruebas suficientes para determinar que Comas tenía razón en sus pretensiones.

En la sentencia, el juzgado resolvió darle amparo constitucional al derecho del estudiante. En el texto quedó consignado que 'se le ordena a la entidad Sena (...) se adopten todas las medidas administrativas que permitan al tutelante (Comas), se vista con el uniforme asignado para el sexo masculino y sea tratado igualitariamente con respecto a esta opción sexual'.

La directora del Sena -Atlántico explicó que antes del fallo de primera instancia, ya Javier estaba usando ropa de hombres. Precisó que los uniformes 'son prácticamente iguales: la misma tela para la camisa y el pantalón, la única diferencia son pequeños detalles en el corte, porque en mujeres son más ajustados'.

Comas expresó que para él era una diferencia sustancial en su paso para hacer la transición completa hacia el género masculino. 'Cuando a un hombre le ponen un vestido se siente raro, sabe que no es algo normal. Igual me he sentido yo vistiendo como mujer y por eso quiero hacerlo como lo que soy, como un hombre', declaró el joven.

Rojas afirmó que las situaciones más complicadas son la actualización de los datos en el sistema y el trato de compañeros e instructores. 'Hemos empezado la labor de sensibilización porque para ellos también es extraño pasar de conocer a alguien como mujer y empezar a llamarlo como hombre', puntualizó la directora.

Por último, Rojas señaló que la inclusión hace parte de los valores fundamentales del Sena y aseguró que 'es por eso que el 20% de los cupos son destinados para población vulnerable'.

Wilson Castañeda, director de la ONG Caribe Afirmativo, expresó que en el país se habían presentado dos sentencias de la Corte Constitucional en el mismo sentido que la de Comas.

La primera es la T-062 de 2011, en la que ordenaba al Inpec que un recluso en una cárcel de Yopal (Casanare) pudiera usar maquillaje y vestirse como mujer.

La segunda es la T-562 de 2013, en la que conminaba a una institución educativa de Medellín a dejar que un estudiante asistiera a clases en 'jumper' (uniforme de niña).