Con las piernas cruzadas, el reluciente tacón dorado de Natalia sentía sin protestar los embates cadenciosos del pasajero delante suyo, un sesentón de escasas hebras perfectamente peinadas que tenía en su tableta un concierto del gigantón erótico y transpirado de Barry White.
Mientras el pasajero del sensual R&B se movía extasiado, azotando el piso al compás del redoblante y tamborileando con un bolígrafo en su pequeña mesa plegable, Natalia discutía las inversiones en infraestructura para el Atlántico, porque aunque viajaba como cualquier Natalia, era en realidad Natalia Abello, la ministra de Transporte, viajando de Bogotá a Barranquilla en clase económica.
La alta funcionaría, impecablemente ataviada con un gabán gris sobre un oscuro vestido de algodón fino, cumplía la orden que dio esta semana el presidente Juan Manuel Santos desde la Casa de Nariño: todos los ministros viajan, de ahora en adelante, en clase económica.
Y aunque, según la propia Abello y sus asesores, la ministra venía volando en clase económica desde que a mediados de 2015 se empezó a hablar en el Gobierno de la ‘austeridad inteligente’, no dejaba de sorprender verla sentada entre los apretujados 114 viajeros de la clase económica del vuelo 9538 del 22 de enero de Avianca y no entre los 10 cómodos y explayados pasajeros de la clase ejecutiva del mediodía del viernes.
En su fila, la 8, a dos sillas de la cortina, compartía el triunvirato de asientos con el director de la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, Luis Fernando Andrade, a su lado, y con el director de Infraestructura del Ministerio, Carlos Sarabia, en la ventanilla. Con el primero revisó durante todo el vuelo el informe de inversiones del sector en el departamento, mientras la azafata le preguntaba: '¿Ministra, agua, jugo o café?', y el jefe de cabina le hacía una deferencia al final: '¿qué tal el vuelo, ministra?'.
Entretanto, en las tres primeras filas de amplias sillas de solo dos puestos a lado y lado del Airbus A320, el jefe de cabina, antes, preguntaba con una libreta de apuntes, casi a la manera de un elegante mesero: '¿Whisky, ron o cerveza?'.
Abello, por su cargo, suele viajar unas tres veces a la semana por todo el país. El día anterior recién estuvo en Cali y la próxima semana se va para Medellín. Casi siempre vuela con su secretaria privada, su jefe de seguridad, su jefe de prensa, el director de Infraestructura y su cartera: no la de Transporte, sino la suya. Pide, como también lo hizo en esta ocasión, agua y café.
La ministra llegó faltando 15 para las 12:12 de la tarde, serpenteando su caravana de dos camionetas y dos motos policiales por toda la Avenida El Dorado. Se bajó del vehículo y no tuvo tiempo de entrar a la Sala VIP, a la que, como ministra, tiene acceso siempre, sino que se fue a la sala 80, entre la mirada casual de los viajeros y la vigilancia cercana de su jefe de seguridad. Allí la abordó el barranquillero Guillermo González, presidente de la Junta directiva de la Federación Colombiana de Agentes Logísticos en Comercio Internacional, Fitac, quien la felicitó por su gestión al integrar de manera acertada la logística del país con los temas del sector transporte.
Sobre el porqué de su viaje en económica, dijo a EL HERALDO: 'Es nuestra responsabilidad como funcionarios públicos cuidar el patrimonio del Estado y cuidar los gastos del Estado, y lo mínimo que puede hacer uno es atender la austeridad en momentos de dificultades financieras'.
Agrega que su vuelo en clase Económica se debe a 'una orden del presidente y, por supuesto, la acatamos. Ese es el arranque de nosotros para los ahorros del funcionamiento del Estado, que han sido muy grandes. Esta es una muestra de que el ejemplo empieza por casa'.
De hecho, Santos reportó hace un par de días que como consecuencia de la ‘austeridad inteligente’, política implementada a raíz de la caída de la renta petrolera, se han producido recortes en presupuesto e inversiones de cerca de 9 billones de pesos. Y gracias al recorte en las entidades estatales del 10 por ciento, se ha generado un ahorro adicional de 220 mil millones de pesos. Por ello, el jefe de Estado ordenó que toda la publicidad estatal sea revisada en Presidencia y ahorrar en comunicaciones, eventos y, como se ve, en viajes.
Abello, en este viaje en clase económica, viajó a la capital atlanticense, concretamente, 'a mirar el estado de los diseños de la construcción y remodelación del nuevo aeropuerto de Barranquilla y a mirar con el alcalde y el gobernador el tema de movilidad e infraestructura'.
Frente a la habitual pregunta por estos días de la polémica venta de Isagén, reitera la funcionaria barranquillera que 'los recursos de 6,5 billones de pesos van a un fondo que administra la Financiera de Desarrollo Nacional, y de eso un billón va a aportar al cierre financiero de los proyectos de 4G, de manera que vamos a tener una tranquilidad para la deuda subordinada que es la que presta la Financiera, más o menos 200 mil millones de pesos por proyectos, y aunque por supuesto la financiación es mayor, es una ayuda muy importante'.
En un momento del vuelo, la ministra se dirigió a su secretaria privada, Liliana Petit, y le preguntó: '¿Cuándo es lo de Shanghai?', y su asistente le respondió: 'Del 24 al 25 de febrero'. Se refería a una invitación que llegó a su despacho a una cumbre de infraestructura, que ahora deberán sus asesores analizar a ver si vale la pena asistir.
Y si llegase a resultar útil que la jefa de la cartera de Transporte tuviese que ir a China, deberá atravesar 15.703 kilómetros, es decir, volar 19 horas y 37 minutos, por supuesto, en clase económica.