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Durante seis años, Enuar Escobar Estrada, un baranoero lleno de experiencias –proporcionales a la cantidad de arrugas que tiene en su rostro, propias de sus 44 años de edad– se ha dedicado a la recolección de basuras en la empresa de agua, alcantarillado y aseo, Triple A.

De lunes a sábado, y hasta domingo de vez en cuando, emprende a partir de las 6:00 a.m., con normalidad, su función de barrendero y recolector de desechos producidos por los habitantes de Sabanalarga (Atlántico) en un recorrido que finaliza a las 5:00 p.m., si no se extiende la jornada.

Sin embargo, el 29 de junio de 2016 se vio interrumpida su rutina cuando recogió una bolsa llena de basura en la carrera 21 con calle 24, diagonal a un laboratorio clínico del municipio, y de repente sintió una punzada en uno de sus dedos, que se le inflamó instantes después.

'Luego de tres horas me atendieron en el hospital, me pusieron unos antibióticos y me dieron cuatro días de incapacidad. Hice los respectivos exámenes médicos a través de la ARL durante un año y gracias a Dios no tuve ninguna clase de enfermedad', recuerda Escobar.

Al rato del incidente, Enuar conoció que el elemento que le ocasionó la herida fue una jeringa que estaba en el interior de una bolsa con residuos. Él, junto con otros compañeros, trató de ubicar al responsable de este desecho, pero hasta hoy se desconoce.

Como si fuera poco, un año, seis meses y 25 días después, el 23 de enero del presente año, a las 8:30 a.m., volvió a ser víctima de otra punzada con el mismo residuo clínico, en la calle 27 con carrera 16, del barrio Cementerio. Y aunque no necesitó ser incapacitado, el empleado se mantiene bajo supervisión médica.

'Estoy en el proceso, me he sometido a exámenes de VIH, hepatitis B y hepatitis C. Ahora en abril tengo otra cita', explica.

Tras sufrir estos dos impasses, Escobar Estrada dice que ahora teme reincidir por tercera ocasión en este hecho, pero que las necesidades de su hogar, conformado por su esposa y tres hijos, le animan a seguir adelante.

'Da miedo, pero sigo agarrado de la mano de Dios y le pido que me aparte del peligro. Igual, estoy cumpliendo con mi labor y también necesito el empleo para llevar el sustento a la casa'.

Finalmente, el hombre hizo un llamado a la comunidad de Sabanalarga para que cambien sus hábitos de distribuir sus desechos.

'Los invito a que manejen mejor los residuos sólidos, que metan las armas cortopunzantes a una caja y les pongan un aviso de advertencia para uno estar alerta', concluyó.

De una manera similar, Jaime Cabarcas se convirtió el 2 de febrero en otra de las siete víctimas de heridos por los residuos cortopunzantes mal dispuestos en bolsas en lo que va de 2018, según cifras que maneja Triple A.

'Hacia las 6:00 de la tarde, cuando ya estaba culminando mis labores, recogí una bolsa para echarla a la carretilla. En ella había pañales y siete jeringas. Una de estas me puyó en el dedo pulgar de mi mano derecha', explica el hombre de 36 años, oriundo de Sabanalarga, mientras se señala la cicatriz de la herida.

Jaime, quien vive con su pareja y sus tres hijos, agrega que su inconveniente no revistió de mayor gravedad, pero que cumple con un seguimiento médico de rutina, con una duración de 'nueve a 12 meses', dependiendo de los resultados que arroje la serie de exámenes.

Por su parte, Jader Fontalvo, quien labora como operario de motobarrido en Barranquilla, también expuso su caso, ocurrido en octubre de 2017, cuando recuperaba una zona verde en los alrededores de la cancha del barrio La Magdalena.

'Despojé el lugar invadido por trozos de madera y clavos, y cuando estaba todo limpio herí mi planta del pie con un clavo que no vi y que estaba debajo de la arenilla', apunta.