El bus 052 de la ruta Barranquilla - Santo Tomás se mueve lento por la carrera 38 hasta la calle 30, pero el corazón de sus ocupantes ya late a toda velocidad. Irónicamente, ellos, los pasajeros, se sienten más inseguros adentro del automotor que en la propia vía.
El tiempo que transcurre entre la salida del bus de los alrededores de la carrera 38 con calle 38 en Barranquilla hasta la llegada a sus hogares se ha convertido para los viajeros de Santo Tomás y demás municipios de la banda oriental del Departamento en un rutina asustadiza y temerosa. La principal razón: la ola de atracos a que están siendo sometidos.
Son estudiantes y trabajadores que por voluntad o por necesidad siguen viviendo en sus pueblos natales. Sin embargo, cada retorno nocturno a casa se ha convertido en una ‘ruleta rusa’: en cualquier esquina se dispara un proyectil llamado atraco. Viajan, según sus propias palabras, en expresos del miedo.
Las paradas para recoger pasajeros en cualquier lugar aumentan la tensión. Cada vez que alguien sube al automotor las miradas se cruzan como en una mutua inspección de seguridad.
“Esto es una lotería”, dice Luis Alfonso, usuario habitual de la ruta y quien fue víctima de los amigos de lo ajeno en el pasado mes de diciembre.
“Aquí todo el mundo viaja tensionado. Uno no sabe dónde se va a subir un atracador, todos vamos inquietos y deseosos de llegar rápido”, anota Alfonso.
Es aproximadamente solo una hora de recorrido, pero son momentos eternos para los usuarios. Datos de las empresas transportadoras señalan que en las rutas de los autobuses que cubren la vía a Santo Tomás, Palmar de Varela y Sabanagrande se registra un promedio de cuatro atracos diarios, la mayoría de ellos entre las 5 y las 7 p. m.
De ahí que sea totalmente entendible y razonable que usuarios como Luisa Jiménez prefieran no responder las llamadas que le entran a su celular mientras está en el bus, o que otros como Jaime Lascarro eviten viajar con altas sumas de dinero en los bolsillos.
“Responder los mensajes del Blackberry es toda una osadía. Da miedo sacarlo del bolso y uno piensa dos veces para responder las llamadas”, dice Luisa.
Lascarro dice que a veces prefiere dejar hasta los documentos de identidad en la casa para evitar que se los lleven.
El bus llega a la calle 30 con carrera 21. Allí una improvisada estación de taxis colectivos se ha convertido en la salvación para los viajantes de medianoche y en una opción para los que definitivamente decidieron no volver a movilizarse en los buses.
Muchos prefieren pagar los mil pesos de más que cuesta el cupo con tal de ir más tranquilos.
Zona crítica. Rudy Zárate, un veterano cobrador con 10 años de experiencia en la ruta, dice que la zona más crítica es la comprendida entre el aeropuerto Ernesto Cortissoz y el final del municipio de Malambo.
“Por lo general son dos o tres tipos. Siempre están armados con revólveres o pistolas. Se distribuyen en el bus: uno se queda con el conductor, otro con el cobrador y el otro le quita las pertenencias a los pasajeros. Se han vuelto profesionales”, señala Zárate.
Él mismo fue víctima de los delincuentes hace a penas año y medio. En esa oportunidad le partieron la cabeza al conductor y le quitaron los 320 mil pesos del producido del día.
“Después que recogen las cosas, se bajan como si nada y se van caminando por las trochas. La mayoría son jóvenes y parece que estuvieran drogados por la forma en que actúan”, añade.
Casos como ese son recurrentes. Casi todos los interrogados por EL HERALDO han sido víctimas o conocen a alguien que lo fue.
La opinión generalizada de los usuarios es que hace falta iluminación y vigilancia en la vía. Al respecto, Moisés Díaz, presidente de Asocaribe, empresa que agrupa a varias de las empresas de transporte que transitan por la Vía Oriental y la Cordialidad, señala que ya se han venido reuniendo con las autoridades para presentarles el diagnóstico y determinar el plan de acción a seguir.
Usuarios y conductores coincidieron que en inmediaciones del municipio de Malambo hay dos puntos que los delincuentes aprovechan para huir a pie: uno es en la entrada del Barrio Bellavista y otro en el sector conocido como La Bonga.
Según un mapa de riesgo elaborado por Asocaribe se registran un promedio de 51 atracos semanales, sin contar los 4 diarios en la ruta Sabanagrande, Santo Tomás y Palmar de Varela.
Cootransguájaro, Expreso Atlántico, Cootragal y Cootransoriente, las cuatro empresas que cubren la ruta de la Cordialidad registran un promedio de 29 atracos por mes. En el lado de la Autopista al Mar y el Corredor Universitario se vienen denunciando un promedio de 8 atracos en igual período de tiempo.
La acción de los delincuentes se ha extendido hasta la vía a Palermo donde se registran un promedio de 5 atracos al mes.
Una de las propuestas a mediano plazo que está en la palestra es que se empiece a usar una tarjeta prepago que evite el manejo de efectivo por parte de los transportadores.
Mientras esa y otras soluciones llegan, los habitantes de los municipios del Atlántico seguirán subiendo a los buses con el miedo de quien juega a una ‘ruleta rusa’.
Por Rainiero Patiño Martínez