El último local comercial que cerró el pasado viernes en la calle 70 entre las carreras 49 y 50 lo hizo a las 7:10 p.m. Justo tres horas antes de que Azul llegara al sitio.
Azul es uno de los transexuales que trabaja como prostituta en esa calle y que ha vivido de cerca lo que los vecinos del barrio Colombia llaman la guerra del sexo.
Sus amplias caderas, figura esbelta y grandes piernas le dan a este transexual una ventaja sobre sus compañeras. “A nosotros los transexuales nos va bien en esta zona. Mucho mejor de como les va a las ‘gallinas’ (las mujeres prostitutas), quienes trabajan por los lados del parque Tomás Suri Salcedo”, afirmó Azul mientras aspiraba un cigarrillo de marihuana.
La guerra entre mujeres y transexuales en la calle 70 ha estado por más de 15 años, así lo afirmó Luis, un comerciante que prefiere no tratar con ninguno de los dos grupos. “Cierro temprano para no relacionarme mucho con ellas (prostitutas mujeres y transexuales). A medianoche hay atracos, y cuentan los vecinos que en muchas ocasiones los sorprenden teniendo relaciones sexuales en la vía pública”, aseguró el comerciante.
Según Azul, quien lleva tres años prostituyéndose, las riñas entre los dos bandos han menguado desde hace seis meses. Afirma que ahora solo hay discusiones verbales, que algunas veces se tornan fuertes.
Los moradores de Colombia dicen que no salen de noche porque se sienten atemorizados. Afirman que han sido víctimas de atracos por parte de las prostitutas y de indigentes que se han tomado la zona.
El general Óscar Pérez, comandante de la Policía Metropolitana, explicó que la mendicidad y la prostitución son dos fenómenos que traen consigo delincuencia.
“Nosotros acudimos a los llamados de la comunidad y realizamos operativos constantemente, pero las situaciones que se viven en la calle 70 y en otros puntos que tenemos identificados, deben ser atendidas por la administración distrital”, expresó.
Luis Tapia, secretario de Gobierno del Distrito, aseguró que los operativos se están dando los jueves, viernes y sábados. “Gracias al patrullaje constante han disminuido el número de transexuales y prostitutas en la calle 70 y sus alrededores”, afirmó. “Por cada operativo que realizamos, estamos llevando no menos de 30 menores de edad a las comisarías de familia, este trabajo lo hacemos en compañía de las unidades de Policía de Infancia y Adolescencia”, agregó.
Según Tapia, lo que pasa con la prostitución en la ciudad es que quienes se dedican a esa actividad, cuando se sienten amenazados por las autoridades tienden a migrar a otros sectores y luego regresan.
Azul suele correr en búsqueda de taxis cuando la van de la Policía se aproxima hacia ella. Prefiere huir porque después no cumple su meta, 200 mil pesos.
“Soy pasiva en todos los sentidos. No atraco, pero conozco a otras que si lo hacen, sobre todo a hombres borrachos o drogados”, explicó el transexual. “Por nuestra seguridad pagamos 10 mil pesos diarios a un amigo, y si él no va, entonces una compañera que es echada para adelante nos protege por el mismo valor”, agregó.
Yeiler Tapia, miembro de la mesa de organización LGBTI de Barranquilla dice que apoyan a los transexuales y su oficio, puesto que es una forma de ganarse la vida, pero no están de acuerdo con la delincuencia que algunas veces fomentan algunos de ellos.
Azul evita los problemas con los clientes y con las demás personas. Solo quiere ganar dinero, pero cuando se le aparece un machista ‘pegón’, tiene que hacer uso de su gas pimienta.
La guerra entre las mujeres y los transexuales va a continuar, aseguran los vecinos, porque han evidenciado que los hombres están buscando más a los segundos en mención. “Las gallinas se atacan (se molestan) si una ya está cuadrada (cumplir la meta económica de la noche), ahí es cuando vienen las discusiones, pero gracias a Dios que no ha pasado nada”.


