
La nostalgia de los migrantes cuando llega diciembre
Familias que permanecen en el Centro de Atención Integral en Maicao recuerdan con nostalgia cómo es el fin de año en su país.
El arte y la creatividad son los alicientes de Julio Moisés Devito en su intento de superar la nostalgia y la tristeza que siente en este diciembre alejado de su país natal.
De 28 años y oriundo de Venezuela, Devito lleva 12 meses en La Guajira junto a su esposa, Mairelys Morales, y una de sus hijas de 2 años.
“Allá dejé a dos hijos míos, una hija de mi esposa y el resto de mi familia, por eso es que esta época es dura, no solo para mí, sino para todos los venezolanos que estamos aquí”, manifiesta con tristeza.
Dialoga con nosotros mientras corta un pedazo de cartón gris con el cual hará un Papá Noel. “Es la mejor manera de ahuyentar ese sentimiento, y además para que no nos pegue mucho esta situación tan difícil”, afirma.
Julio lleva un mes en el Centro de Atención Integral que la agencia de la ONU para los Refugiados Acnur, construyó en Maicao por solicitud del gobierno colombiano.
Se trata de un plan para brindar y garantizar asistencia humanitaria y protección bajo estándares internacionales, a refugiados, migrantes, retornados colombianos y población wayuu provenientes de Venezuela. Allí se han atendido 3.974 beneficiarios desde marzo de 2019, 1.091 familias y 2.290 niños y adolescentes. En estos momentos hay 265 personas.

“Trabajaba vendiendo aretes, collares, pulseras, pero si un día conseguía para el arriendo, no alcanzaba para la comida, o al contrario, era una situación muy inestable”, narra sobre su drama.
Dice que cuando llegó de Venezuela se vino con alguna mercancía, pero se le acabó y aquí aprendió a elaborar la bisutería para poder subsistir.
En Maracaibo trabajaba haciendo diseños de productos, en manejo de imagen y ventas, le iba bien, hasta que ya no pudo seguir haciéndolo y tuvo que emigrar hacia Colombia.
“Aquí nunca he podido encontrar trabajo en publicidad y me tocó acudir a mi creatividad para sostener a la familia”, añadió. En el Centro se ha sentido bien, ha recibido la ayuda que necesitaba, sobre todo el acompañamiento para enfrentar la difícil situación que vive.
“Lo que me gusta es que nos brindan ayuda psicológica, porque esto no es fácil, la manera como nos hemos venido sin casi nada y la forma cómo vivimos, es algo muy duro”, añade Julio.
Junto a él se encuentran personas con necesidades específicas de protección, personas que estaban en situación de calle, los que están en tránsito, otras con necesidades específicas de protección en situación de vulnerabilidad que han recibido apoyo de alojamiento, alimentación, valoración médica y primeros auxilios, restablecimiento de contactos familiares, apoyo psicosocial, orientación y asesoría legal.
Allí permanecen durante un tiempo, luego de lo cual reciben una ayuda económica y son reubicados para que puedan sostenerse.
Durante el aislamiento obligatorio por la emergencia sanitaria provocada por el Covid-19, el CAI estuvo cerrado, es decir, no salía ni ingresaba ninguna persona o familia. En septiembre pasado se reactivó la atención.
La portuguesa Catia Lopes, quien es la jefa de la suboficina región Caribe de Acnur, informó que fueron inicialmente doce las familias que entraron en el marco de un piloto que hace parte de la fase cuatro de actividades.
“Esta fase es una zona de aislamiento donde hay 12 baños, uno para cada familia, y donde estuvieron inicialmente durante dos semanas, luego de lo cual pasaron a otra zona”, explicó.
Agregó que en la reactivación del CAI se priorizaron casos de reunificación familiar, es decir, personas que tenían familiares directos como hijos o cónyuges fuera del centro para que puedan unirse a sus familias.
Desde entonces ha habido 266 nuevos ingresos y tres nacimientos.

148.439 es el número de venezolanos que se encuentra en el departamento de La Guajira, según Migración Colombia. Representan el 8.65% del total que hay en Colombia que son 1.715.831.
Julio extrañará hasta la comida
Las hayacas, el pan de jamón, el pollito al horno y las grandes reuniones de la familia, es lo que más va a extrañar Julio Moisés Devito en Navidad. Sabe que estará triste y por eso se entretiene decorando las áreas comunes del Centro Integral.
“Ha sido un trabajo de todos, uno corta, el otro pega, yo dibujo y ahí vamos poniendo esto bonito para unirnos y no sentirnos tan solos”, indica.
Relata que en Venezuela estas fechas eran muy felices, días en los que reunía toda la familia completa en una misma casa, donde cocinaban, bailaban y se contaban todo. “El 31, después del cañonazo, cuando nos damos el feliz año, salíamos a las otras casas a abrazarnos con los vecinos y a comer de lo que habían hecho y uno llevaba de lo que había cocinado”, explica Julio sobre la tradición venezolana.
Este año estará lejos de padres, abuelos, primos, tíos, sobrinos y de dos de sus hijos, quienes permanecen en Maracaibo.
“Es triste, muy triste”, vuelve a repetir agregando que le hará mucha falta todo eso.
“Extrañaré el pollito al horno, el dulce de lechoza, la ensalada de gallina y todas esas comidas que se hacen en estas fechas”, dice.
Mientras puede regresar a su país, Devito asegura que intentará disfrutar de estas fechas, junto a sus compatriotas, quienes también están lejos de sus familiares, unirse a ellos, compartir, para así sentir un poco menos la soledad.