El Heraldo
La Guajira

Decenas de musulmanes se congregan en Maicao en pleno Ramadán

En el municipio fronterizo con Venezuela, perteneciente al departamento de La Guajira, se encuentra una de las mezquitas más reconocidas de Sudamérica.

Desde el 22 de marzo la comunidad que profesa la religión musulmana en el municipio de Maicao, La Guajira, está dedicada casi por completo a la oración, la reflexión y el perdón, con motivo al noveno mes del calendario lunar, el mes del Ramadán.

Esta costumbre logra coincidir con la Semana Santa, otra temporada del año que es la máxima expresión de religiosidad para los cristianos y por eso en Maicao tanto la mezquita Omar Ibn Al-Jattab, como las iglesias católicas, están llenas de personas que oran pidiendo a Dios que establezca para que haya un mundo en Paz y oran para la purificación de sus cuerpos y almas.

Profesar el islam y cumplir a cabalidad con lo que establece o exige el mes del Ramadán no es una tarea fácil y es por eso que las personas adultas, las que están enfermas y las que se mantienen con algunas limitaciones, prefieren no entrar a esa férrea disciplina para purificarse.

Los que deciden participar en el Ramadán deben hacer sus oraciones ubicando sus cabezas en dirección a La Meca, centro espiritual del islam, y dentro de ésta hacia la Kaaba, templo situado en el centro de la mezquita mayor de cada ciudad del mundo en la que se encuentren. La de Maicao es la segunda más grande y mejor dotada de Latinoamérica, y fue inaugurada por los musulmanes de este municipio guajiro el 17 de septiembre de 1977.

El ayuno inicia desde las 5:00 de la mañana aproximadamente con la primera de las cinco sesiones de oración que se deben hacer por estos días. Quien se sometió a seguir estas reglas, no podrá consumir alimento sino entrada la noche cuando se haga la última sesión de oraciones del Corán.

El varón tampoco podrá buscar a su esposa para tener relaciones durante el día porque consideran que se están violando los principios legados por el profeta Mahoma. No podrán beber licor, no podrán causar daño a ningún ser humano y solo toman estos días para el perdón y actos de generosidad con los más necesitados. Los musulmanes saben que tienen la obligación de peregrinar a la Meca por lo menos una vez en sus vidas.

Juan Carlos Parody, quien en 2005 se unió al islam, se matriculó de lleno asistiendo a todos los oficios religiosos y por eso fue escogido para que estudiara en el Cairo, primero la lengua egipcia y luego el islam con mayor profundidad. Pasó entre ellos una temporada de Ramadán y sostiene que eso solo se ve en el Medio Oriente.

Tras las jornadas de oración salían a la calle mesas llenas de alimento para donarlos a los más necesitados que también los hay en esos países. El desprendimiento y la generosidad de ellos eran abrumadores y se veía con mayor rigor cuando estaba a punto de finalizar el mes de oraciones, relata Juan Carlos.

Parody, quien en un momento de su juventud  quiso convertirse en sumo sacerdote del Islam y por eso había viajaba a Medio Oriente a capacitarse, sostiene que  “el musulmán debe tener certeza de que pasar las noches orando es el apoyo y la ayuda divina, que le facilitan mantenerse firme en la religión del Islam”.

Juan Carlos hoy es un hombre maduro que sigue teniendo como su religión el islam, dice que lo ha edificado como ser humano, aprendió a perdonar, a ser sincero, honesto y a tener a Dios como el supremo hacedor de todo lo que está en la tierra y fuera de ella. “Aunque ya no asisto con la misma entrega y furor religioso de mis años de juventud, sigo profesando esa religión a quien le debo casi todas las cosas importantes que me ha dado la vida”, dice.

En 1977 y años subsiguientes a la inauguración de la mezquita de Maicao, los islamitas quisieron establecer la costumbre de ser muy generosos en los últimos días del mes del Ramadán y llevaron a las calles cercanas a la mezquita muchas mesas de alimentos para donarlo a los ciudadanos que estaban asistiendo a sus reuniones.

Hoy el Islam en Maicao es una religión respetada junto a quienes la profesan, pero se observa una especie de decaimiento y de los cientos de simpatizantes que acudían en el final de la década de 1970 quedan entre cien y ochenta religiosa que siguen la línea del profeta Mahoma.

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