Dos clanes wayuu firman acta de paz y no confrontación en La Guajira
El conflicto fue por tierras y en el acuerdo se establece, además de las reparaciones, que los dos convivan en el mismo territorio ancestral.
Fueron 40 años de zozobra, de persecuciones, de desplazamiento para evitar ser víctima de las balas de quienes en ese momento se habían convertido en enemigos, pero gracias a la intervención de los palabreros y de algunos funcionarios del ministerio del Interior, este viernes en la mañana, los clanes en conflictos firmaron un acta donde se comprometen no solo a cesar las agresiones, sino a convivir en el mismo territorio que fue heredado de sus ancestros.
Las confrontaciones partieron de diferencias entre los clanes Pushaina y Uriana y fueron estos los primeros que confrontaron con la utilización de armas de fuego donde hubo dos hombres y una mujer asesinados.
Luego de ese episodio violento en la comunidad llamada Aluyaain, localizada en inmediaciones del kilómetro 122 de la carretera que comunica a Albania con Puerto Bolívar, se empezaron a producir los desplazamientos para evitar más muertos. Unos tomaron la ruta del norte, incluso se fueron a territorio venezolano, y otros tomaron hacia el suroccidente y se asentaron en un territorio conocido como Chispana.
Con la llegada de varias compañías multinacionales que dinamizaron la economía con la construcción del gasoducto y otros con la instalación de parques para la generación eléctrica, bien por la técnica fotovoltaica o por aerogeneradores, se volvió a avivar el conflicto, pues se hicieron pagos de servidumbre a quienes hicieron presencia en las primeras reuniones.
Otros sectores, en cambio, que aparentemente se habían retirado del territorio ancestral fueron —según dijeron— marginados de los pagos y ante eso la situación se tornó tirante llegando incluso a varias confrontaciones donde por fortuna no hubo desgracias con pérdidas de vidas humanas.
Para entonces, otro clan, el Epieyú, ya había ingresado a la disputa. Ellos eran vecinos de los Uriana y los Pushaina. El comentario de los afectados es que cuando ellos se fueron por su confrontación, los vecinos habrían tomado posesión del territorio y eso también lo integró al conflicto.
El palabrero Orangel Gouriyú, miembro de la Junta Autónoma de Palabreros de Maicao y uno de los gestores del acuerdo de paz, sostiene que entre los wayuu los límites de la propiedad son imaginarios y no se establecen por áreas alambradas sino por íconos que ofrece la misma naturaleza.
Orangel dijo a este diario que este viernes se hizo la firma del acta de paz y no agresión entre los clanes Epiayú y Pushaina.
Sostuvo que fue un trabajo que tomó bastante tiempo: “No fue asunto de un solo día, dos grandes palabreros ya fallecidos, Ángel Amaya y German Aguilar, fueron quienes dieron los primeros pasos y de hecho lograron paz entre Pushaina y los Ipuana”.
Además de la participación de Orangel, estuvieron el representante del ministerio del Interior Julián Rojas, quien hace de garante para que los dos grupos puedan convivir en el mismo territorio.
Por el clan Epiayú participaron Ángel Mejía Epiayú, Otilia Velásquez Epiayú y María Velázquez Epieyú. Los Pushaina escogieron a Iván Fernández Pushaina y Heriberto ‘Beto’ Aguilar Pushaina, para ser representados en la negociación final.
Diana Navarro del Mininterior y Héctor González, de la secretaria de Asuntos Indígenas de Uribia, donde se hizo la reunión, hicieron grandes aportes para el visto bueno de las partes.
Al final, los palabreros intervinientes hicieron un homenaje póstumo a sus colegas Ángel Amaya y Germán Aguilar y dijeron estar seguros que esta nueva generación de los dos clanes surgidos tras cuarenta años de guerra estéril, van a honrar la palabra de los de los wayuu como uno de sus grandes patrimonios inmateriales.
