
Café con aroma de mujer guajira
Hace 15 años y en medio de muchos obstáculos, María Laura Aponte le apostó al cultivo del grano en la serranía del Perijá.
Hace unos 15 años, cuando la Serranía del Perijá, el sistema montañoso que abarca gran parte del sur de La Guajira, era sinónimo de ruina, pobreza y violencia, María Laura Aponte le apostó al cultivo del café.
Con el arrojo y la valentía que la caracteriza, hizo caso omiso de todo lo que le advertían y compró la finca Bellavista, ubicada en Urumita.
“Me trataron de loca porque en ese tiempo muy pocos le apostaban al campo y había muy malas condiciones de vida entre quienes lo hacían”, explica Laura.
La finca era de su tío Pepe, un colonizador que en 1920 comenzó la tradición cafetera, y fue Laura quien decidió continuarla, comenzando con la recuperación de los cafetales y cultivos de plátano, naranja, malanga, guineo y otros productos.
“Ha sido un trabajo arduo, de mucha dedicación, en el que hemos ganado, pero también perdido mucho dinero”, anota.

Hace ocho años decidió agregar valor a los cultivos y nació ‘Café Guajiro, el de familia’, un producto con identidad, cultivado bajo sombra con prácticas tradicionales, y procesado siguiendo todas las normas de calidad. También posee su registro de marca ante la Superintendencia de Industria y Comercio.
“El Café Guajiro se vende en el departamento, en algunos supermercados, en el aeropuerto y tenemos algunos clientes en el exterior”, afirma Laura, quien lidera la Asociación de Mujeres Cafeteras del Perijá, Amucafep.
Son 42 las mujeres que conforman el gremio, y casi todas tienen más de 45 años de edad, aunque también hay algunas jóvenes que se han interesado en el cultivo del café.
“Tenemos un propósito, hacer visible el café de La Guajira a través del turismo, por eso hacemos parte de la Red de Turismo Comunitario de Colombia en la que se desarrolla la iniciativa Urumita, musical, natural y cafetera”, precisa.
Hace falta mucho apoyo
a caficultora María Laura Aponte cuenta que actualmente en el departamento hay 1.685 fincas donde cultivan 1.763 caficultores. Son ya 4.254 hectáreas situadas en todos los municipios, pero especialmente en la serranía del Perijá y en la Sierra Nevada de Santa Marta.
“La caficultura guajira cuenta con un reconocimiento en calidad y tiene un gran potencial en producción, pero las condiciones de infraestructura, como vías terciarias, electricidad y vivienda rural, son pésimas, casi inexistentes”, señala.

Dice que tampoco hay distritos de riego, hace falta asistencia técnica y programas efectivos para el mejoramiento de los cultivos. “La mayoría de los cafeteros guajiros, especialmente los del sur, están en la pobreza”, asegura.
Sin embargo, la pasión que siente por el café, desde su siembra, el procesamiento, consumo, comercialización y su beneficio, le permite estar por encima de todas las dificultades que afronta.
Narra que para llegar a su finca tiene que transitar una hora en mula y luego arriesgarse a pasar el río sobre unos maderos que hacen las veces de puente.
Mujer, Aroma y Sueño
El café que ella produce fue la inspiración de Alida Brito Díaz para el nombre que escogió para el producto: Mujer, Aroma y Sueño.
Sus cultivos están ubicados en la finca ecoturística El Guayabo, vereda El Cumbre, a 45 minutos del casco urbano del municipio de Hatonuevo.
Su café viene en presentaciones especiales con agregado de canela, hierbabuena, clavito de olor y jengibre.
“Era mi sueño poder vender mi café empacado, y aunque vamos comenzando, esperamos seguir creciendo para ayudar a muchas más caficultoras”, manifestó.
La gestora social de Hatonuevo, Sandra Sáenz, ofreció apoyo a Alida y al resto de las mujeres caficultoras de la zona.
Recientemente se les ofreció una capacitación con Finagro, el Sena y el Banco Agrario para la formalización de sus emprendimientos.
“Queremos a las hatonueveras empoderadas y valientes”, anotó, mientras a lo lejos se percibe el olor tostado del grano. Un café con aroma de mujer guajira.

Laura Aponte cuenta que cada año produce una edición de café especial como homenaje a su mamá, Rosario Aaron Carias, quien acaba de cumplir 91 años.
Explica que esta matrona hace el trabajo de selección del café, grano a grano, con dedicación y delicadeza para esta edición, y la de Tío Pepe.
Dice que este es un café excelso del cual se sacan entre 100 y 150 libras al año, porque la señora Rosario va seleccionando los granos a su ritmo. “Ella se toma su tiempo para hacerlo y además se lo disfruta mucho”, anota.
La edición Tío Pepe es en honor a su tío, quien era el dueño de la finca de tradición cafetera.
Sus grandres aliados en este trabajo y aventura son su esposo Óscar Leonel Castellanos y su hijo Iván David, quien es dueño de un emprendimiento en Riohacha llamado The Coffe Company, en el que vende bebidas, granizados y malteadas elaboradas con el café cultivado por su mamá en Urumita.
Por eso Laura considera que en estos momentos La Guajira tiene que mirar a otros sectores diferentes a la minería y piensa que el café sería una gran alternativa para la generación de ingresos y empleos para varias familias guajiras.
“El cultivo del café se presenta como una opción válida para muchas personas. Nuestros dirigentes deben darle un empujón porque es una actividad económica que si se apoya decididamente podría resolver gran parte de los problemas que ahora padecemos”, indicó.
