
La travesía de 26 años para ubicar a Jaime Saade
El martes la Policía de Brasil capturó a Saade en Belo Horizonte. El hombre estaba huyendo desde 1994, tras el crimen de Nancy Mestre. EL HERALDO conoció más detalles del caso.
Hacia las 4 de la tarde del lunes 10 de enero de 1994 el cuerpo de Nancy Mariana Mestre Vargas fue sepultado. Había fallecido a las 5:15 de la tarde del día anterior tras permanecer 9 días en la UCI de la Clínica del Caribe con una bala alojada en su cabeza. El único signo de vida que había mantenido era los latidos de su corazón.
El sepelio de Nancy en el cementerio Jardines del Recuerdo fue antecedido por una caravana de 600 vehículos que partió desde el Colegio Marymount, donde Nancy cursaba su último año de bachillerato. A las exequias se estima que asistieron unas 3.000 personas, según reseñó EL HERALDO.
Durante los actos fúnebres, el padre de Nancy, Martín Mestre, señaló que los hechos ocurridos durante esa semana parecían una “película increíble” debido a que no alcanzaban a entender por qué había sucedido todo eso. Pero lo que el hombre no sabía era que el guión de esa película apenas comenzaba a escribirse.
Dos días antes del fallecimiento de la joven de 18 años, es decir, el 7 de enero de 1994, a las 4:30 de la tarde, la Fiscalía Segunda de la Unidad de Vida ordenó la captura de Jaime Saade Cormane, por los hechos en los que resultó herida la joven la madrugada del 1 de enero. La orden de arresto se emitía por el delito de tentativa de homicidio.
Desde ese día se inició la cacería de Saade, que terminó el pasado martes 28 de enero cuando la Policía Federal de Brasil lo capturó en Belo Horizonte.
El paradero del administrador de empresas era un total misterio desde la misma madrugada de los hechos. Su apoderado, el penalista Miguel Bolívar Acuña, manifestó que su cliente se encontraba en “estado de shock” por lo que había sucedido y por esa razón no se había presentado ante las autoridades, aunque jamás lo hizo.

Los hechos en los que resultó herida la joven de 18 años se registraron dentro de una vivienda localizada en la carrera 49C con calle 85, propiedad de la familia Saade Cormane. Jaime, quien para la fecha contaba con 31 años, había ido a la casa de la familia Mestre para solicitarles un permiso a los padres de Nancy con el fin de que lo acompañara a dar el feliz año a unos amigos.
Luego de departir en una discoteca en las afueras de la ciudad hasta las cinco de la mañana, aproximadamente, se dirigieron a la residencia de la familia Saade donde se sabe estuvo por última vez la joven.
Por casi 13 meses el caso se movía rápidamente al interior de los juzgados. Avanzaban las investigaciones y con ello la responsabilidad de los hechos iban recayendo poco a poco sobre los hombros de una sola persona: Jaime Saade.
Las autoridades interrogaron en varias oportunidades a familiares y amigos intentando saber el paradero de Saade, pero el hombre no compareció ante la justicia para aclarar lo que pasó. Los días transcurrieron y la culpabilidad de Saade en la muerte de Nancy era cada vez más evidente.
El 5 de julio de 1996, el entonces juez once penal del circuito de Barranquilla, José Faustino Pareja Yeé, resolvió el caso y condenó a 27 años de prisión a Jaime Saade.
La sentencia señaló que al hombre también se le suspendieron los derechos de ejercer sus funciones como ciudadano durante 10 años, es decir, tenía impedido trabajar, sufragar, contratar y tenía suspendida, si tenía cabida, la patria potestad. También se le ordenó pagar una indemnización de 3000 gramos de oro por los perjuicios y daños ocasionados.
Durante los 19 meses previos a que se emitiera la sentencia, la familia de Saade sostuvo que Nancy se había suicidado, siendo el único argumento que tenía la defensa en favor del fugitivo.
Luis Felipe Colmenares Russo, quien para la fecha era el fiscal de Vida del caso, habló con EL HERALDO y entregó detalles de cómo fue esa etapa de juicio contra Saade.
Desde la sala de su casa, en el norte de la ciudad, el exfiscal contó que el caso le fue asignado una vez concluyó la etapa de investigación.
“La investigación del caso transcurrió muy rápido. Asumí la etapa del juicio y me tocó pedir todas las pruebas que se tenían, pero también tocó realizar nuevas averiguaciones”, señaló el exfiscal, quien hoy se desempeña como magistrado de la Sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla.

El togado recuerda que a los pocos meses de la muerte de Nancy tocó hacer la exhumación del cadáver para aclarar una prueba balística, toda vez que la defensa se mantenía en que había sido un suicidio.
“Recuerdo que llegamos al cementerio y la mamá de Nancy le colocó un rosario en una de las manos del cadáver que tenía más de 8 meses de haber sido sepultado. El cabello de la joven se conservaba intacto”, contó el hoy magistrado.
La posibilidad de suicido se había descartado tres días después de los hechos. Miembros de balística de la Sijín manifestaron que la joven presentaba un quemón de pólvora en los dedos centrales de su mano izquierda y el tiro estaba en la parte derecha de la cabeza.
“Yo recuerdo que el disparo en la cabeza de Nancy se había realizado de cerca, la bala no desarrolló tanta fuerza y quedó alojada. Para desmentir el suicidio se determinó que para sus actividades de vida Nancy usaba su mano derecha y el residuo de pólvora estaba en la izquierda. Ella usó esa mano como reacción instintiva”, explicó el exfiscal.
Sobre la posible participación de más personas en el hecho, Colmenares Russo manifestó que eso no se pudo establecer con certeza; sin embargo, no fue descartada dicha hipótesis.
“Lo único certero fue que Saade sacó a Nancy de su casa y los hechos ocurrieron en su apartamento. En esa habitación se halló vestigios de sangre, la camioneta donde movilizaron el cuerpo tenía indicios, sumado a los rastros de tierra que se hallaron en el cuerpo, lo que determinó que fue lanzada a un barranco y después recogida y llevada a la clínica. Había muchas evidencias. Todo permitió que el hombre fuese juzgado como persona ausente, con el respaldo de la ley”, dijo el magistrado.
Colmenares Russo señaló que durante el proceso conoció que Saade conversó con “varios abogados prestantes de la ciudad” antes de su desaparición. “Todos le habrían planteado lo difícil que era el caso. Esos argumentos, supongo, le ayudaron a convencerse de que lo mejor era escapar”, dijo.
El exfiscal señaló que para la trascendencia del caso jugaron muchos elementos, partiendo de la fecha, la hora y las circunstancias en la que se dio el hecho, los protagonistas: dos jóvenes de la clase media alta barranquillera, con uno de ellos fugado y dejando inconclusa la historia
Luego de la sentencia, en la que se determinó oficiar a la Interpol para que la búsqueda y captura de Jaime Saade Cormane se extendiera a las 194 naciones asociadas, la circular roja contra el condenado no se expidió sino hasta 1998.
A partir de ese momento, la cara de Saade figuraba en el listado de los criminales más buscados en el mundo y la cacería apenas empezaba en una búsqueda selectiva en EEUU, México, Centroamérica y Suramérica, debido a unas informaciones preliminares.
Los primeros indicios sobre el paradero del hombre daban cuenta de que cruzó el país desde Barranquilla para llegar hasta la ciudad de Tabatinga, en el Amazonas, y de ahí se adentró en Brasil.
“Creemos que siempre estuvo en Brasil; sin embargo, la Interpol tiene información de que una vez en suelo brasilero hizo el proceso de cambio de identidad y habría viajado a Estados Unidos, donde parece que estuvo un par de años y luego retornó a Brasil, aunque estas son informaciones que surgieron en medio de la investigación, pero de esto no hay registro. Nunca se pudo corroborar porque no sabemos con qué nombre lo hizo, así que esto se vuelve una presunción”, comentó Ricardo Alarcón Campos, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, Mebar, quien tuvo acceso a la restringida información que hasta ahora se conoce del proceso de captura de Saade por parte del coronel Carlos Currea, de la Interpol Colombia.
Pues si nos ceñimos a la cronología, el ahora capturado habría entrado a Estados Unidos y regresado a Brasil antes de que la circular roja en su contra fuera expedida.
Dice el general Alarcón que las autoridades de policía judicial siempre tuvieron la certeza de que el prófugo estaba en el exterior, y específicamente en Brasil por un lazo familiar que lo unía al país carioca y es un hermano que se desempeña como médico en esta nación.
“La dificultad radicó en el cambio de identidad de este hombre. Era como buscar a alguien sin tener certeza de quién era. No había ninguna pista de él o de su hermano. Pero la investigación nunca cesó porque el papá (Martín Mestre) siempre tuvo la intención de cerrar ese duelo, de encontrar al asesino de su hija, siempre mantuvo esa relación con las autoridades judiciales”, contó el comandante de la Mebar.
Con el paso de los años, el único que nunca decayó y que siempre tuvo fe en que la justicia llegaría fue precisamente Martín Mestre.
Los 26 años sumidos en un duelo eterno por la muerte de su única hija hembra se le notan en el rostro a Martín Mestre. No obstante, su temple y el profundo amor por su pequeña lo embarcaron en un viaje judicial en el que nunca tiró la toalla, por más que pasaba el tiempo y la mayoría pensaba que ya iba a ser imposible dar con el paradero del hombre que aquella noche del 31 de diciembre de 1993 dio la cara en su casa para pedir permiso y salir con ella, pero que nunca más volvió a aparecer, sino que desde la clandestinidad mantenía una versión, por demás, “absurda” de cómo la bella joven de 18 años acabó con un balazo en la cabeza.
“Primero agradecido con las autoridades por darme la satisfacción de haber capturado a este hombre y ver que la justicia llegó al caso de mi hija. Nunca dudé y solo le pedía a Dios que me diera vida suficiente para poder vivir este momento. Yo creo que hasta los cansé, siempre los llamaba, siempre estaba ahí encima, era un deber que tenía como padre y como persona”, contó Mestre.
Al padre de Nancy lo intentaron callar muchas veces a través de amenazas, pero eso no lo impidió y con cada amanecer de un primero de enero revivía el dolor que le arrebató a su consentida, la menor de la casa, la joven que tenía un futuro brillante por delante y que estaba llena de sueños y metas.
“Yo oficié mucho a la Interpol, les pasé derechos de petición, los he apoyado con arreglos fotográficos y huellas a través del juzgado de ejecución de penas, lógicamente para que sea oficial. En la hemoclasificación había dos tipos de sangre. Una era O+, que es el de Saade y era el de mi hija, y había una O-, es decir, que al menos una persona más participó en ese hecho y yo espero que este hombre cuando llegue diga quién o quiénes más estuvieron con él”, explicó Mestre, quien prosiguió diciendo que solo cuando Saade hable podría evaluar un perdón por el daño causado.
“Eso es difícil, perder un hijo es difícil y más en la forma en que lo perdimos nosotros. La única manera que yo pudiera perdonarlo sea que él me diga por qué lo hizo y quién más estuvo con él”, aseguró.
La captura de Jaime Saade Cormane, después de 26 años de ser un prófugo de la justicia, trae a colación la pregunta de si su condena en ausencia a 27 años de prisión se mantiene vigente a través del tiempo, y la respuesta pareciera no estar muy clara.
El artículo 89 del Código Penal Colombiano señala: “La pena privativa de la libertad, salvo lo previsto en tratados internacionales debidamente incorporados al ordenamiento jurídico, prescribe en el término fijado para ella en la sentencia o en el que falte por ejecutar, pero en ningún caso podrá ser inferior a cinco años contados a partir de la ejecutoria de la correspondiente sentencia”.
Esto quiere decir que una vez dictada la sentencia, la justicia colombiana tenía la misma cantidad de tiempo de condena (27 años) para atrapar al hombre antes de que esta caducara y ya no tuviera que responder por sus actos criminales.
Por lo tanto, como la condena de Saade fue en 1996 la justicia tenía hasta 2023 para poder atraparlo, como en efecto sucedió.
Sin embargo, el abogado penalista Ranfis Narváez Noriega señala que sobre esto debe pronunciarse la Corte Suprema de Justicia.
“Hay muchas versiones, comentarios y sugerencias con respecto a esto, pero no se ha pronunciado una autoridad competente sobre qué procede en este caso. La ley actualmente dice que la pena prescribe al máximo de la pena, en la mitad, es decir, si una persona tiene una condena de 60 años, la pena prescribiría pasados los 30 años que es la mitad. En este caso, la pena es de 27 años y la mitad son 13 años y medio. Sin embargo, es menester un pronunciamiento de la Corte”, dijo el jurista.
Hace unos días el docente y también abogado penalista Ricardo Méndez señaló que la condena contra Jaime Saade Cormane se encuentra vigente y que la misma prescribe en 2023, y que se suele confundir la prescripción de la acción penal con la prescripción de la pena.
En todo caso, ahora solo queda surtir los trámites diplómaticos propios en estos casos para que el capturado sea extraditado a Colombia y cumpla con la condena que tiene pendiente por los delitos de homicidio y acceso carnal violento.