El Heraldo
En esta casa del barrio El Bosque vivía Yulissa. Fue allí donde resultó baleada el 12 de mayo.
Judicial

Gregory aún camina las calles del barrio donde habría asesinado a Yulissa

Este domingo se cumple un mes de la muerte de Corro Correa, de 23 años, y los gemelos de seis meses que llevaba en su vientre. La joven recibió un impacto de bala en el rostro, al parecer, disparado por su pareja, quien ahora es buscada.

Ella murió junto a los dos bebés que llevaba en el vientre.

En la vivienda donde ocurrió lo que fue determinado como un feminicidio ya reside otra familia.

Pasó un mes y su expareja, hoy buscado por las autoridades, se pasea a cuadras de la que era su casa. 

El señalado responsable de la muerte de Yulissa Corro Correa, de 23 años, sigue libre.

Su nombre es Gregory Alejandro Rey, de 25 años, y habría sido quien accionó el arma de fuego en aquella tarde del pasado 12 de mayo e impactado con un proyectil a la mujer con la que vivía hace poco menos de un año. 

Él y Yulissa se encontraban en un domicilio del barrio El Bosque, ubicado en la calle 80 con carrera 7H, cuando dentro del mismo se escuchó un disparo. Los vecinos comenzaron a salir a ver qué había ocurrido y lograron ver cómo ella era sacada por su pareja y dejada en la terraza del domicilio. 

Los familiares de la joven, quienes viven a varias casas, llegaron a la escena.

Su papá, Giovanny Corro, la vio sangrando, malherida, pero también a Gregory prendiendo su moto en la que luego llevó a la joven al centro médico más cercano.

El hombre sostuvo que todo había sido un accidente, que ella misma se había disparado, y después huyó.

Del Paso El Bosque la remitieron a la Clínica Adelita de Char de Barranquilla. Allí confirmaron ese jueves a eso de las seis de la tarde la muerte de los gemelos, aún en el vientre de ella, y unas horas después, cuando el reloj marcó las 8:50 p. m., la otra mala noticia llegó. 

Ese mismo día la Policía emitió un comunicado ofreciendo $10 millones de recompensa por aquel sujeto, pues todo parecía indicar, de acuerdo con lo informado por la institución armada, que él había segado la vida de Yulissa y la de sus dos criaturas. 

Sus familiares la recuerdan con pancartas y camisetas en las que grabaron su rostro.
¿Dónde está?

Ángela Correa no ha dejado de pensar en aquel momento.

Ella estaba a las afueras de la clínica esa noche, aseguró que sentía que algo malo iba a pasar. Estando allí le dijeron, había muerto un “pedazo de su corazón”, había muerto su hija. 

Los familiares de la joven contaron que desde que ocurrió el caso han recibido llamadas de conocidos suyos en las que mencionaban haber visto al señalado feminicida.

Además, un miembro del mismo núcleo, aparentemente, se encontró con estas persona a pocas cuadras de donde sucedió el hecho en el que Yulissa recibió el impacto de bala en su rostro, a la altura del entrecejo. 

“Él (Gregory) anda por aquí, mi hijo hace unos días lo vio manejando una moto roja. Además, una semana después de lo que pasó nos mandó a llamar, a mi esposo y a mí por medio de otra persona”, dijo Ángela, agregando que le mandó a decir con ese mismo emisario que ellos no tenían nada que hablar con él y que “más bien se entregara a la justicia”.

A los Corro Correa les han dicho que el hombre ronda por Galapa: “Se pasea y coge para Los Carruajes o para una finca en Mundo Feliz, también que anda en Villa Olímpica”.

En cuanto a lo acontecido ese 12 de mayo, la progenitora de la víctima dijo que los mismos investigadores judiciales le dijeron que era imposible que ella se hubiera disparado a sí misma, tal como lo había indicado la entonces pareja de la mujer antes de escapar. 

“El disparo fue frontal, dos muchachos que entraron a la casa a inspeccionar aseguraron que no había sido accidental”. 

Ángela aseguró que nunca podrá olvidar los bailes y la alegría de su “niña”, como la llamaba, y que sentirá paz hasta el día que el señalado agresor “pague”. 

A su vez, preocupada, la mujer mencionó que durante este mes “nadie de las autoridades” se ha comunicado con ellos y destacó que en esa casa donde “Gregory la mató ya están otras personas. La gente que vivía ahí, que eran conocidos de él se mudaron; nadie los interrogó nunca”.

La mujer respondió con lágrimas la pregunta de cómo vivió este último mes.

Su voz se cortó y el nudo en su garganta hizo que la entrevista pasara al siguiente interrogante. 

¿Qué le pide a la Justicia?—.

—Que se les note el interés en el caso de mi hija—, respondió secando sus ojos. 

Ángela aseveró que teme por sus otros cuatro hijos, “por eso quiero que nos brinden un acompañamiento, que se les vea un esfuerzo por resolver lo que pasó con Yulissa, que no quede impune (…) a nosotros nadie nos dio un número de teléfono, no nos han venido a visitar, emitieron una recompensa y parece que eso estuviera en el aire”

No es garantía

Los familiares de Yulissa se refirieron a una presunta “inoperancia” por parte de la Fiscalía. Indicaron que en una ocasión se acercaron al ente acusador y la manera en la que los atendieron fue en pocas palabras “pésima”. 

Recordaron que tras la muerte pudieron conocer por medio de una amiga de la joven que ella en algún momento, frente a supuestos maltratos, no se animó a acercarse a denunciar, primero, por temor a represalias, y segundo, por desconfianza en el sistema. 

Es de anotar que la Fiscalía, con la finalidad de que las víctimas de violencia intrafamiliar tuvieran una atención eficaz, pronta y oportuna, socializó la ruta para las denunciantes de este tipo de procesos que, según indicaron, son priorizados por ellos. Sin embargo, a pesar de que hubo una exposición, esta, de acuerdo con expertos, no trabaja como debería. 

Dayana De la Rosa Carbonell, filósofa, feminista y docente de la Universidad del Atlántico, conversó con EL HERALDO en búsqueda de encontrar el porqué a las dudas sobre la aparente ineficacia al denunciar. 

“Sin duda los canales son insuficientes porque las mujeres no sienten apoyo real, es decir, una mujer va, denuncia y lo que le entregan es un papel que dice –medida de protección, llamé a estos números–, pero esa no es una situación real de protección porque ese documento no funciona como un escudo para evitar que te entren las balas o los golpes. La mujer queda desprotegida y se va con ese escrito a su casa”, dijo la educadora.

De La Rosa Carbonell resaltó que “gracias a muchos estudios de género se sabe que gran cantidad de mujeres cuando llegan con ese papel se ven expuestas a entornos más agresivos (…) en ese tipo de casos las víctimas están solas y no hay quien pueda ejercer protección por ellas”. 

La docente finalizó detallando que “de ahí viene la complejidad, muchas mujeres no denuncian por miedo, por vergüenza, por el qué dirán, por dependencia económica y otros factores culturales que están asociados a esa idea con la que se nos ha criado, de tener que soportarlo todo para que el hogar permanezca; en ese sentido, se han conocido casos en los que si el agresor todavía no ha golpeado a la víctima o no la ha matado en últimas, las autoridades no hacen nada, lo que nos indica que tienen que esperar que haya una víctima para poder actuar”. 

EL HERALDO consultó a la Fiscalía seccional Atlántico sobre la investigación llevada a cabo por la muerte de Yulissa Corro Correa, pero hasta esta publicación no se obtuvo respuesta. 

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