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Judicial

Familia, clave para prevenir violencia contra la mujer

EL HERALDO habló con expertos sobre el rol del núcleo familiar en estos casos y las consecuencias penales que tiene no denunciar.

Sindy Pacheco Escorcia, de 23 años, una impulsadora de ventas, se convirtió en la cuarta víctima de feminicidio en Atlántico en lo que va de 2021. Su crimen ocurrió en medio de una discusión con su compañero sentimental en el barrio Villa Karla, de Soledad, el pasado 6 de abril.

Ana Escorcia, mamá de la mujer asesinada, sostuvo que los actos violentos no eran nuevos en la relación que sostenía su hija con Andrés Felipe Valencia Uribe (capturado). Desde hace diez años se habían presentado episodios de todo tipo de violencia física y psicológica.

“Andrés era un vago que no hacía nada y tras de eso a mi hija le tocaba pagar los gastos de la casa y a una señora para que cuidara a mi nieto de cuatro años porque él no podía. Nosotros le decíamos que lo denunciara, pero ella siempre colocaba una excusa y no lo hacía”, dijo la mujer en diálogo con EL HERALDO.

De igual forma, ellos, como familia, tampoco lo denunciaron “porque ella no quería”.

“Ya ella falleció, pero él (Andrés Felipe) tiene que pagar por todo lo que hizo, que todo el peso de la ley le caiga. Acabó con la vida de mi hija de la manera más injusta, fueron 10 años de sufrimiento”, agregó la progenitora de Sindy.

¿Cómo pueden ayudar las familias?

El relato de la mujer deja en evidencia el viacrucis que enfrentan varias de las familias de mujeres que son violentadas por los compañeros sentimentales. Ante ese escenario surge la interrogante ¿podrían tener los parientes de estas víctimas alguna responsabilidad si no ponen en conocimiento de las autoridades los  episodios de violencia que podrían terminar en feminicidios?

Andrés Samper, abogado de la Universidad Católica de Colombia y experto en Derecho Penal, sostuvo que la omisión de denuncia es uno de los delitos a los que se podría enfrentar una persona que se haga el de “la vista gorda” cuando ocurren acciones contrarias a ley.

“En Colombia existe un delito que se llama omisión de denuncia, cuando alguien está en presencia de la comisión de un ilícito o de alguna actividad prohibida por el Código Penal deben denunciarlo y es tanto así que la Fiscalía en comparación a otras justicias, opera de manera oficiosa, es decir, que el Estado investiga y lleva hasta el final sus procesos hasta su archivo o condena”, explicó el jurista.

Es un deber de los testigos, argumenta Samper, hacerle saber a las autoridades este tipo de casos que en muchas oportunidades ha salvado vidas o en su defecto ha permitido la detención de los agresores.

“Cuando existen episodios de violencia física, económica o psicológica las personas que evidencien estos casos ya sea en mujeres o en hombres deben denunciar en caso que la víctima no lo haga”, agregó Samper y señaló que aunque este delito (omisión de denuncia) está contemplado en la norma, no lo utilizan mucho los entes investigadores en nuestro país.

“La omisión de denuncia tiene una pena privativa de la libertad que encontramos en el artículo 441 del Código Penal y también hay una omisión de denuncia en el artículo 407 de funcionario público, esta sanción puede llevar de tres a ocho años de prisión. Este delito para servidor público se agrava y puede llegar hasta 12 de años de cárcel”, puntualizó.

“Normaliza la violencia”

Para la coordinadora de la línea en violencia sexual de la facultad de psicología de la Universidad El Bosque, Alexa Rodríguez Padilla, muchos de los casos que se registran con relación a los agresores tienen su origen en un ámbito lleno de conflictos y donde las familias de las víctimas terminan “normalizando la violencia”.

“El tema cultural juega un papel desafortunado en contra de esa situación. Por otro lado, está la ley del silencio, por el miedo que tienen las víctimas a que sus parejas vayan a hacerles daño a un tercero o a sus hijos. En algunos casos, hay un enamoramiento o alguna dependencia de la mujer y cuando las familias quieren intervenir es demasiado tarde porque nunca se prevé que esta situación pueda pasar. Hemos normalizado la violencia; entonces, si yo vi durante toda mi infancia que mi papá le pegaba a mi mamá, yo asumo que es normal”, señaló la especialista.

Los actos violentos de los agresores no salen de la noche a la mañana, sostuvo Rodríguez, por lo que considera importante que las mujeres analicen los comportamientos de su pareja.

“Eso que dicen las mujeres de que él (agresor) no era así y ahora que comenzamos a vivir fue que salió con el comportamiento violento no es cierto”, dijo la psicóloga al indicar que estas reacciones siempre están presentes y que muchas veces ese control excesivo es confundido por las mujeres y familiares como enamoramiento.

Los comentarios como: “qué lindo es”, “está pendiente”, “me va a recoger todos los días”, “quiere que lo llame cada 10 minutos”, se interpreta “como enamoramiento”, pero en realidad impide que se vea el panorama real de la relación y es después “que vienen las dificultades”, apuntó la profesional.

“Estas personas tienen déficit en el control de sus impulsos y por más que ellos quieran detener esos impulsos hay una fuerza superior que les impide que ellos bloqueen esa conducta. Nosotros como seres humanos en condiciones “normales” podemos sentir un sentimiento de mucha rabia y querer agredir a la persona, pero tú lo dejas en el pensamiento y sabes que no lo debes hacer, pero en ellos no ocurre  porque pasan al acto de inmediato”, expresó Rodríguez.

Para Ruth Pareja, integrante del Movimiento Amplio de Mujeres en Atlántico, el vínculo de la familia es uno de los factores primordiales que las mujeres y todo ser humano debe tener para no ser víctimas de violencia u otro tipo de atropellos.

“La familia es un lazo protector desde la infancia y eso se evidencia cuando se comienza a educar desde la equidad y se trabaja el autoestima. Todo eso ayuda a tener un control en las emociones”, explicó.

Además, resaltó que dentro del núcleo familiar se deben erradicar las prácticas que creen que son “normales”.

“Hace años se decía que cuando la mujer se casaba podía ser sometida a todo tipo de cosas, pero que no podía salir a luz pública porque hacía parte del matrimonio. En la actualidad, ya eso no funciona y se debe denunciar cualquier tipo de violencia en sus diferentes expresiones”, puntualizó.

“Las mujeres están usando las redes sociales para denunciar”

Ruth Pareja, del Movimiento Amplio de Mujeres en Atlántico, sostuvo que aunque la pandemia de la covid-19 es un factor que impulsó el alza de casos de violencia intrafamiliar que terminan en feminicidios, esta problemática viene desde hace varios años.

“La cifra de estos casos que solo han ocurrido en pandemia son escabrosas porque las mujeres están conviviendo más tiempo con su victimario, es decir, el nivel de vulnerabilidad es mucho más alto. La convivencia 24/7 es un elemento importante en todo estos hechos de violencia”, precisó.

Asimismo, añadió que las redes sociales han jugado un papel fundamental para que se haga justicia con muchos que quedan engavetados en solo denuncias y procesos en los que no detienen al agresor.

“Estas denuncias a través de redes está dejando al desnudo que la institucionalidad sigue siendo inoperante porque no han encontrado la institución que le den respuesta  a sus casos y recurren a estas redes sociales”, puntualizó.

Según el Movimiento Amplio de Mujeres en Atlántico, han registrado 25 casos de violencia contra la mujer en lo que va de 2021, doce muertes violentas y cuatro feminicidios.

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