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Dentro de pocos días, específicamente el día de la Virgen del Carmen, se cumplirá un año del macabro hallazgo del cuerpo sin vida de Gina Paola Rivera, de 31 años, cuyo cadáver fue enterrado en un lote del barrio Ciudad Paraíso, en el municipio de Soledad.

Aunque su desaparición se reportó el 16 de julio de 2024, tuvo que pasar más de un mes para que los familiares lograran dar con la ubicación de la joven de la que nadie sabía absolutamente nada ni conocía mayor información.

CortesíaGina Rivera, la mujer muerta.

Fue así como el 18 de agosto de 2024, los mismos familiares de la víctima hallaron su cuerpo enterrado en una fosa no muy profunda cuando reunieron valor y se atrevieron a ingresar hasta el predio.

De este crimen la familia de la occisa señaló como principal culpable a Deiser Toloza Epalza, expareja sentimental de Gina Paola, tras recibir una llamada anónima de un vecino del sector que afirmó haber visto al hombre enterrando el cuerpo de la mujer en el lote del barrio Ciudad Paraíso.

Conforme iba avanzando la investigación, esta casa editorial conoció que Toloza Epalza estaría relacionado con otro supuesto feminicidio que se registró también en el municipio de Soledad.

La informaciones obtenidas por EL HERALDO hicieron retroceder entonces 15 años atrás, más exactamente en marzo del 2004, cuando una mujer identificada como Janeth Judith González Sánchez tomó rumbo desconocido sin volver a entregar alguna señal de vida a sus familiares.

En ese tiempo, la mujer estaba intentando ponerle fin a una relación que tenía con el mencionado Toloza Epalza, luego de que ambos se conocieran en el barrio San Vicente, del municipio de Soledad, cuando residían en casas separadas por pocos metros.

En esa misma línea, las reiteradas agresiones de las que aparentemente era víctima Janeth Judith fueron la motivación suficiente para alejarse de él. Sin embargo, Deiser habría viajado hasta la capital bolivarense para traerla de vuelta a su lado (a Soledad).

Después de 15 años, nunca se supo más sobre su paradero, ni de este mismo hombre, quien hasta hace unos días volvió a estar en la mesa de conversación tras salir huyendo de la vivienda en donde vecinos afirmaron verlo enterrar con sus propias manos a Rivera Toloza.

El feminicida aún anda suelto

Pese a que la familia en un primer momento fue atendida por la Fiscalía General de la Nación y demás autoridades, a día de hoy los familiares de la joven Gina Paola no han recibido mayor información sobre el feminicida o si ha sido capturado, incluso temen que los investigadores hayan abandonado el caso.

Por esta razón, se contactó nuevamente a Irene Rivera Toloza, hermana de la mujer.

“A nuestra familia, principalmente a mí, nos costó mucho hallar a mi hermana. Ya casi se cumple un año de eso y las autoridades no nos han dado más información. La última vez que fui me dijeron que él (Deiser Toloza) tenía una orden de captura pendiente, pero eso fue hace varios meses, no me he podido acercar porque ando ocupada en el trabajo y cuando mi madre va no le dan respuesta de nada”, afirmó Toloza.

Lo que más entristece al corazón de Irene es que el feminicida no solo goza de la libertad, sino que también podría hacerle daño nuevamente a una mujer engañándola y luego, bajo pretextos, ganarse su confianza.

CortesíaDeiser Toloza Epalza

“Mi hermana no fue la única persona que el mató, anteriormente había asesinado a otra persona, entonces para mí lo que la Policía está esperando es que vaya y asesine a otra mujer, porque ¿qué más se espera de eso?, es un monstruo que está suelto como si nada hubiera pasado”, afirmó.

Irene Toloza fue enfática cuando narró el doloroso proceso que ella y su familia viven día a día ante la ausencia de Gina Paola y que hasta el día de hoy todavía se siguen preguntando cómo fueron sus últimos momentos.

“Estamos muy tristes, la pérdida de mi hermana es una luz que nos apagaron de repente, mucho más sabiendo que ese hombre sigue suelto por las calles, nos roba la paz, la tranquilidad. Somos víctimas y es como si a nadie le importara, son ajenos a nuestro dolor e incluso pasan los meses y nadie nos dice algo que nos reconforte”, finalizó.

Llamado del personero

El municipio de Soledad ha enfrentado picos de violencia y de afectación de los derechos humanos que se manifiesta, entre otros aspectos, en un aumento de la violencia de género y, particularmente, en la persistencia de feminicidios.

La impunidad y la falta de una respuesta oportuna por parte de las autoridades contribuyen a la revictimización de las familias, que además deben soportar la angustia de saber que el presunto feminicida continúa en libertad y podría atentar nuevamente contra otras mujeres.

De acuerdo con un reciente informe presentado por la Personería Municipal de Soledad, la violencia contra la mujer en el municipio tuvo momentos difíciles, evidenciado en las estadísticas de feminicidios durante los años 2023 y 2024.

El contexto local, caracterizado por dinámicas socioculturales marcadas por el machismo estructural, la desigualdad económica y la escasa implementación de políticas efectivas de protección, profundiza la vulnerabilidad de las mujeres. La falta de acceso a mecanismos de asistencia y la débil capacidad de respuesta institucional se convierten en factores determinantes que facilitan la perpetuación de estos crímenes.

La creación del Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario en septiembre de 2024 buscó precisamente monitorear y analizar estas problemáticas. Sin embargo, el caso de Gina Paola demuestra que aún existen vacíos críticos en la aplicación de medidas de prevención y en la garantía de justicia para las víctimas.

La percepción de abandono institucional expresada por los familiares, especialmente por su hermana Irene Rivera, refleja el desamparo que sienten muchas familias ante el feminicidio de sus seres queridos.

En esa misma línea, el personero de Soledad, Benjamín Latorre Araujo, en diálogo con EL HERALDO, hace referencia a una “violencia institucional”, pues no se están priorizando casos tan sensibles como muertes violentas de mujeres, bajo el contexto de feminicidio.

Recuerda que el año anterior pidió al nivel central de la Fiscalía General de la Nación un apoyo para investigar casos, pero eso quedó en el papel.

“En el caso de Gina Paola Rivera hay una orden de captura, pero no ha habido la manera de capturarlo (Deiser Toloza) y él desapareció de ahí del barrio donde fijaba residencia. Él prácticamente está desaparecido, está huyendo, pero eso yo creo que si la Fiscalía con la Policía organizan una mesa técnica y se procuran dar con el paradero de él, dan con el paradero de él”, opina.

Y agrega que la única manera de enfrentar el tema de la violencia de género “es combatir a los agresores con la misma ferocidad y con la misma contundencia como se combate en otro tipo de actividades o de conductas delictivas”.

La situación que vive Soledad no es diferente a la tendencia nacional o mundial. Según datos de la ONU, cada diez minutos una mujer es asesinada en el mundo por un familiar o pareja, y Colombia no escapa a esta realidad.

En el municipio, los feminicidios representan no solo el desenlace fatal de una cadena de violencias, sino también la falla de un sistema que no logra proteger la vida y la dignidad de las mujeres.

El análisis del caso de Gina Paola Rivera debe servir como un llamado urgente a fortalecer las políticas públicas locales, mejorar la articulación interinstitucional y garantizar el cumplimiento efectivo de las órdenes de captura y medidas de protección.

Familiares de Gina Rivera Toloza el año anterior en la sede del Instituto de Medicina Legal.

Es necesario que los entes encargados prioricen la investigación y sanción de los responsables, evitando que la impunidad se convierta en un incentivo para la violencia.

Además, es fundamental promover una transformación cultural que erradique la normalización de la violencia de género y fomente el respeto a los derechos humanos, especialmente el derecho fundamental a la vida.