Compartir:

En el primer día del regreso a clase es una fecha para terminar de comprar los útiles escolares. Papelerías se llenan con padres e hijos buscando cuadernos, lápices y borradores, como lo hacía Iván Delgado junto a su esposa y dos hijas de 8 y 13 años.

La familia llegó a las 5 de la tarde del lunes a una papelería ubicada en la carrera 52 con calle 72, barrio El Prado. Aprovecharon el parqueadero privado, que queda en frente del establecimiento comercial, para estacionar la camioneta.

A las 6 p.m., salieron, ya con los útiles comprados, Iván su esposa e hijas devolvieron el tiquete al vigilante del parqueadero y se subieron en su vehículo.

Segundos después escuchó tres toques en su ventana. A través del vidrio le apuntaba un revólver calibre 38 y el delincuente con un casco de motocicleta, quien lo llevaba puesto.

'Del susto se me cayó el celular al piso del carro, por como hablaba se notaba que el tipo estaba drogado', recuerda Delgado desde uno de los salones de la iglesia, en donde se desempeña como pastor desde hace más de diez años.

'Mientras le entregaba todo, en mi cabeza repetía ese versículo de Crónicas II, capítulo 25: Dios tiene más para darte', dice Delgado con la dicción clara de un orador público que hace ceremonias desde su iglesia que queda a unas cuadras de donde sucedió el hecho.

El celador, quien prefirió no ser identificado, estaba en su puesto: una portería blanca de un metro de altura por dos de largo, en donde tiene una silla, un escritorio con un radio, una tiquetera y un baño, sitio en el que estaba cuando llegaron los ladrones en una moto.

En la radio escuchaba la noticia de un hombre, Martín Caballero, quien había muerto luego de que le robaran el celular.

'El man venía corriendo, de esos pasos que no se escuchan pero se sienten. Pasos de trabajo, yo pensé que lo iba a matar', dice pasándose la mano desde la frente hasta la parte de atrás de la cabeza.

Dice que luego aparece en la ventanilla el conductor de la moto, un hombre del interior del país, quien sin su casco mostraba su tez blanca y pelo negro. Le hizo una sola pregunta: '¿Te vas a hacer matar?'.

El parrillero no le quitó los celulares a la familia, sino que les pidió directamente el reloj y la cartera, tanto de la esposa de Delgado como de su hija mayor.

Luego, volvió junto a su acompañante, quien arrancó en la moto para recogerlo detrás del carro.

'En ese momento el vigilante salió corriendo', recuerda Delgado.

'Cuando veo que ya se están yendo yo salgo corriendo a avisarle al guardia de al lado que tiene radio para que avise a las autoridades', recuerda el vigilante de la salida rápida de la moto.

Iván Delgado y su familia se quedaron en la camioneta, calmando los nervios después de lo sucedido. A los dos minutos pasó una patrulla de la Policía.

Hoy las hijas siguen asustadas, le preguntan adónde va cuando sale. 'Uno como adulto ya sabe cómo es la vida, pero no es justo que nuestros niños tengan que ser sometidos a este tipo de eventualidades', sentencia Delgado.