A Farid Alberto Llinás Ariza el Carnaval de Barranquilla le trae dolorosos y desafortunadamente imborrables recuerdos. La madrugada del 2 de marzo de 2011, unos días antes de la fiesta, vio a su esposa, la española Irene Cortés Lucas, perder la vida en un atraco durante.
Los esposos llegaron a la ciudad el 27 de febrero del año pasado procedentes de Málaga, España, para disfrutar del Carnaval. Se encontraban departiendo con amigos en un estadero denominado la Plaza de la Cerveza, ubicada en la calle Murillo con carrera 14.
Hasta allí llegaron dos delincuentes armados, quienes luego de despojar del bolso a la mujer le propinaron un tiro en el pecho.
Gravemente herida fue trasladada a la Clínica Murillo, donde ingresó sin signos vitales. Días después, y luego de intensos operativos de búsqueda por parte de la Policía Metropolitana fueron capturados Brayan Darío Blanco Escorcia, de 20 años, y Juan Carlos Guerrero Silva, de 18, alias Juanchi, quienes fueron condenados por el homicidio de Irene.
Desde España, Farid Llinás asegura hoy que ya nada es igual, que la vida le cambió de forma radical y que lo único que lo motiva a seguir luchando son sus tres hijos, dos de los cuales los tuvo con Irene y con los que vive actualmente en Málaga.
Farid, en diálogo con EL HERALDO, dice que antes del trágico hecho su vida estaba llena de muchas amistades, pero que decidió alejarse ante las constantes preguntas sobre cómo sucedieron los hechos.
“Me encuentro sin trabajo, recibo una pensión por haber quedado viudo y no puedo salir del país porque las autoridades de acá me tienen retenido el pasaporte por todo el escándalo que hizo la familia de mi mujer”, añade.
Pese a que en varias ocasiones intentó explicarle a los familiares lo sucedido, estos insisten en señalarlo como el único responsable de la muerte de Irene, por ello asegura que el tiempo le dará la razón. “Mi suegra –apunta–, me dijo que yo no reaccioné, que no la ayudé y que hasta contraté a un sicario para matarla, pero que piensen lo que ellos quieran, yo tengo mi conciencia tranquila”.
Llinás tuvo que a ir a juicio en España con los familiares de su esposa, a quienes denunció por amenazas de muerte, mas fueron absueltos ya que la justicia consideró que todo fue producto de un momento de ira e intenso dolor. “O sea que si me hubieran matado, de seguro habrían justificado mi muerte ya que los argumentos que esgrimí de nada les sirvieron al juez ni mucho menos al fiscal”, sostiene Llinás.
A pesar del temor que sintió al regresar a España el 24 de marzo pasado, el colombiano decidió mudarse a pocas cuadras de donde residen los familiares de su esposa en Málaga, pero no les permite tener contacto con sus hijos. En cuanto a su seguridad, las autoridades solo le brindaron protección los primeros dos meses.
En bancarrota. Pero Farid va más allá al decir que lo dicho por los familiares de la asesinada tenía un solo objetivo: dejarlo en la calle. Según él, reaccionaron así para quitarle todo lo que había conseguido con su mujer y que estaba a nombre de su suegra.
Dice que “me quitaron el local que tenía, vendieron la discoteca, me quitaron los dos apartamentos y hasta la empresa, que también estaba a nombre de mi suegra, prácticamente me dejaron en la ruina”.
Sobre los asesinos afirma que no tienen perdón de Dios no solo por el dolor que le causaron a él, sino principalmente a sus hijos, pero se siente tranquilo porque se hizo justicia rápidamente.
Jorge Miguel Imitola Silva, abogado de Llinás Ariza, con quien se mantiene en permanente contacto, lamenta que a pesar de todo lo sucedido, los familiares de la ciudadana española todavía no entiendan que lo que pasó fue un acto de delincuencia y que su cliente no tuvo nada que ver. En su opinión, por su mentalidad gitana, “que son muy apasionados, no entienden lo que sucedió, pero esperamos que el tiempo logre amainar ese pensamiento y puedan algún día sentarse juntos frente a una misma mesa”.
¿Qué pasó con Brayan y Juanchi?
Brayan Darío Escorcia Blanco, de 21 años, y Carlos Guerra Silva, alias Juanchi, fueron condenados a 23 años y dos meses de prisión por el asesinato de la ciudadana española, Irene Cortés, en hechos ocurridos el 2 de marzo de 2011.
Hoy, casi un año después del hecho de sangre, los asesinos se encuentran pagando la condena en la cárcel Modelo y Penitenciaría de El Bosque, respectivamente. Aunque trascendió que uno de ellos pidió casa por cárcel, se confirmó que esto no sucedió.
En las audiencias, Blanco, quien a la postre fue el que disparó el arma de fuego, no aceptó en un principio los cargos, pero luego hizo un preacuerdo con la Fiscalía y consiguió con ello rebaja de la pena hasta en un 50%, que superaba los 40 años de cárcel. Guerra aceptó los cargos en la primera audiencia y también fue condenado por homicidio agravado calificado, hurto agravado calificado y porte de armas.
Por William Colina Páez


