En una trocha cerca al balneario El Chorro, en el municipio de La Paz, fueron encontrados la noche del jueves anterior, los cadáveres de dos hombres y una mujer que se desplazaban a bordo de un taxi. Las víctimas estaban desaparecidas desde la tarde de ese mismo día, según indicaron sus familiares.
Óscar Villar Molina, de 36 años, natural de Bosconia era el conductor del vehículo de placas UWR-659; iba con Iván Sierra Calderón, de 36 años, de oficio mototaxista y una mujer que permanece como N.N.
Los cuerpos fueron hallados tendidos en una zona enmontada a 300 metros del taxi, frente a la finca Villa Delfa, siendo ultimados a tiros.
Conductores de la vía alertaron a la Policía sobre un vehículo de servicio público abandonado en la trocha, por lo que unidades de la Institución se trasladaron al sitio, encontrando a las tres personas sin vida. Las autoridades tratan de establecer móviles y autores del triple homicidio que alteró la relativa calma de los últimos días en el norte del Cesar.
Los cadáveres fueron trasladados hasta la morgue del Instituto de Medicina Legal en Valledupar donde les practicaron las necropsias.
Nayibis Romero dijo que la última vez que vio con vida a su esposo, el taxista Óscar Villar fue a las cinco de la tarde del jueves, salió de la casa a trabajar, pero no regresó. La mujer precisó que su marido no tenía enemigos, ni problemas, por lo que para ella su muerte es un misterio.
Miguel Antonio Mestre, primo de Iván Sierra, señaló que 'estábamos preocupados porque desde la tarde no habíamos vuelto a saber de él, nos dijeron que habían encontrado unos cuerpos en La Paz, me mostraron una foto y lo reconocí'.
Los dos hombres vivían en el mismo barrio. 'No sé si se conocían, pero residían en el mismo sector, de la mujer si no sabemos nada', sostuvo Mestre.
La occisa lucía un jean color negro, una blusa estampada color rosado y calzaba sandalias color café. Los familiares de los dos hombres encontrados junto a ella indicaron que desconocen de quien se trata, hasta ayer nadie se había acercado a reclamar el cadáver.
Por Miguel Barrios
Valledupar