
Cientos de indígenas se congregaron ayer en Brasilia, donde hoy pretenden entregar a la presidenta Dilma Rousseff, documentos respaldados por unas 500 mil firmas, contra la construcción de una enorme represa hidroeléctrica en la Amazonía.
La primera actividad organizada por los representantes de las comunidades aborígenes, en la capital brasileña, fue un seminario sobre los riesgos que, en su opinión, entraña la represa de Belo Monte, que se construirá en el estado amazónico de Pará.
“No queremos Belo Monte y esperamos que el Gobierno escuche”, dijo al inaugurar el seminario el cacique Raoni Metyktire, de la tribu kayapó y reconocido en el mundo desde 1989, cuando el cantante británico Sting se sumó a su campaña en defensa del parque del río Xingú, donde se levantará la represa.
El proyecto, propuesto por anterior gobernante, Luiz Inácio Lula da Silva, y defendido por el Gobierno de Rousseff, supone la construcción de una inmensa mole de cemento que se convertirá en la tercera mayor hidroeléctrica del mundo, por detrás de Tres Gargantas (China) e Itaipú, de propiedad compartida entre Brasil y Paraguay.
La represa, cuya construcción costará unos US$10.600 millones, tendrá capacidad de generar 11.233 megavatios y creará 18.700 empleos directos que, según los opositores, no serán para los habitantes de la zona.
La ejecución del proyecto supondrá, además, inundar un área de 506 kilómetros cuadrados y desplazará a unos 50 mil indígenas y campesinos, según los movimientos sociales.
Brasilia.