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Refugiados de Siria intentan entrar a un bus después de desembarcar del ferry Eleftherios Venizelos en el puerto de Piraeus, en Atenas, Grecia. Jesús Rico, Orlando Amador y Efe
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Desde Barranquilla, la visión de sirios sobre crisis de desplazados

El cónsul de Siria ofrece su perspectiva sobre los intereses en el conflicto bélico. Más de 250 mil muertos y más de siete millones de desplazados deja esta guerra hasta el momento.

Mohammad Audeh Mustafa llegó hace 33 años a Barranquilla, huyendo del servicio militar obligatorio en Siria y de cualquier dilema bélico. Hoy a sus 55 años, siendo padre, abuelo y colombiano nacionalizado, sabe que el flagelo de la guerra y el desplazamiento en su tierra le toca fibras sensibles a él y a toda la comunidad árabe de la ciudad.

Dice que sus dos hermanos, Maunut y Nauras Audeh, viven con sus familias en Homs, la ciudad donde estallaron las primeras protestas masivas contra el gobierno de Bashar al Asad y que estuvo hasta mayo de 2014 bajo el control de las fuerzas de oposición. La ciudad ha sido escenario de combates durante cuatro años, y aún hoy caen misiles como truenos sobre su suelo, los servicios públicos fallan y el alimento escasea.

“Un huevo ahora vale cinco veces su precio. Muchas veces se quedan sin luz y sin agua, y me cuentan que cuando duermen sienten y escuchan caer las bombas cerca a sus casas. Cada día es un milagro”, expresa Mohammad sentado en un mueble de su casa, al norte de Barranquilla.

Habla pausado mientras su mano derecha juega con un rosario de color carmesí. El movimiento, dice, le ayuda a relajarse.

El primer miembro de su familia en pisar suelo barranquillero fue su tío Teófilo Habib, en 1930, después de que la Liga de la Naciones le concediera el dominio de Siria a Francia. Teófilo se volvió arrocero y montó su negocio entre Magangué y Barranquilla. Otros parientes fueron llegando, hasta que en 1982 Mohammad llegó a la capital del Atlántico. Estudió Medicina en la Universidad Metropolitana, pero con el tiempo se dedicó al comercio y al negocio de la construcción.

Nació en Jub Al-Bustan, un pueblo al suroeste de Damasco, la capital de Siria. Está conformado por dos familias y su economía se basa en la agricultura. Una provincia agraciada por la naturaleza que por acción de grupos delincuenciales, cuenta, le fueron quemados sus cultivos y asesinados 23 de sus soldados.

Fuentes militares confirmaron en agosto que unidades del ejército sirio, apoyadas por la Resistencia Libanesa, dieron de baja a nueve terroristas en el pueblo.

Que su país viviera la mayor crisis humanitaria del siglo XXI, a raíz de una guerra, jamás pasó por la cabeza de Mohammad.

Más de 250 mil muertos, cinco millones de refugiados en los países vecinos y otros millones más de desplazados internos es el resultado de una guerra que lleva cinco años, sin solución a la vista.

El objetivo original de esta guerra - derrocar al presidente Bashar al Asad - ha perdido tal condición a medida que Rusia e Irán consolidaron la resistencia con su apoyo, y surgió una fuerza multinacional compuesta por mercenarios y miembros de ISIS  o EIL por el Estado Islámico de Irak.

“La guerra en Siria no es civil, es política. Lo que vemos en la prensa internacional está muy disfrazado. Te hablan de guerra religiosa y civil y es mentira. El Medio Oriente es una zona céntrica de interés para muchos países, sobretodo las potencias”, comenta Mohammad, mientras extiende sus brazos y muestra las palmas de sus manos.

Desplazamiento

Según el consulado de Siria en Colombia, en los últimos meses diez casos de inmigrantes en el país han sido identificados. Talel Karawi, jefe del despacho, compartió con EL HERALDO su reflexión acerca de la crisis.

“Lo que pasa en Siria es un plan para derrocar a los gobiernos de Medio Oriente, organizado por las grandes potencias que buscan dominar el petróleo, el gas y la venta de armas en la zona. Miremos Libia: crearon el caos, saquean el petróleo y hay una guerra civil en él. Lo mismo que pasó en Egipto, está pasando en Túnez y ahora en Siria, pero no han podido derrocar el gobierno”, asegura el cónsul.

Karawi emigró en los años 70, cuando empezaron los problemas de la guerra civil en el Líbano, primero hacia Brasil y luego a Maicao, donde residían unos tíos. Para él las causas del desplazamiento serán las mismas donde falten las oportunidades, haya violencia o miedo. Es por esto que Siria y Colombia no solo comparten el flagelo del desplazamiento a través de una relación emisor-receptor, sino que son los dos países que más casos de desplazamiento interno registran en el mundo.

De acuerdo con el informe anual publicado por el Centro de Vigilancia de Desplazados Internos de Noruega, al 31 de diciembre del 2014, los territorios con mayor número de casos registrados fueron: Siria con 7,6 millones; Colombia con seis millones e Irak con 3,3 millones.

Los desplazamientos prolongados contribuyen a estos alarmantes resultados. En 2014, había personas que llevaban desplazadas por diez años o más en casi el 90 % de los 60 países y territorios monitoreados. En su momento el secretario general del Consejo Noruego para Refugiados, Jan Egeland, dijo que se trataba de las peores cifras de desplazamientos forzados en una generación.

En Barranquilla, según Karawi, la más reciente comunidad de inmigrantes jóvenes del Medio Oriente no supera las 200 personas.

“Todos nos sentimos parte de esta tierra, pero nos duele lo que está pasando con nuestros hermanos en Siria”, afirma.

Nadim Maida, médico sirio, residente en la ciudad desde hace 25 años, mantiene contacto con sus primos hermanos en Seidal, un pueblo cerca a Homs. Sin embargo, afirma que por alguna razón no le comentan sobre la situación y los posibles peligros que corren. 

“No se si es censura de prensa o no quieren decirle a uno para no preocuparlo, pero de ellos no obtenemos información. Lo hacemos a través de los medios de comunicación”, asegura.

Generación en riesgo

Precisamente hace unos días la crisis de refugiados en Europa provocó indignación mundial en redes sociales y medios informativos por la fotografía de Aylan Kurdi, un niño kurdo-sirio de tres años que apareció muerto a orillas de una playa de Turquía.

Fue una de las doce víctimas que perdió la vida cuando naufragó la pequeña embarcación en la que viajaba junto a sus padres y hermano. En ella huía un grupo de 30 sirios que intentaban llegar a Grecia, pero algunos de ellos se ahogaron frente a las costas de Turquía.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados aseguró el mes pasado que Grecia ha recibido a 160 mil personas entre refugiados y migrantes en lo que va de año.

Lo terrible del asunto es que unos 14 millones de niños de la región sufren los efectos del intenso conflicto que se desarrolla en Siria y gran parte de Irak. Más de 4 años de guerra están dejando hoy 5,6 millones de niños sufriendo pobreza y desplazamiento en Siria. Entre ellos, unos 2 millones de niños que viven en regiones del país a las que resulta imposible llegar para prestarles ayuda humanitaria debido a los combates y otros factores. Unos 2,6 millones de niños sirios continúan sin asistir a clase.

Finalmente, el comerciante Mohammad teme que el conflicto deje cicatrices profundas en la próxima generación de sirios. Nadim cree que el Estado Islámico fracasará en su intento de tumbar a Bashar al Asad porque dice que la gente ama a su gobernante, y Talel tiene fe que la justa causa del pueblo triunfará para que haya paz en Siria. Desde Barranquilla un pequeño grupo de inmigrantes comparte el dolor y los deseos de que termine pronto un conflicto de daños incalculables a nivel humano y cultural.

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