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La recepcionista se esconde, el restaurante no sirve comida y el personal evita a los clientes. Bienvenido a Marco Polo, un hotel en la ciudad china de Wuhan atormentado por la epidemia de neumonía viral. 

En el epicentro del coronavirus, en una ciudad aislada del mundo, el cinco estrellas es uno de los pocos establecimientos de la ciudad que no ha cerrado sus puertas.

Pese a la puesta en cuarentena de la ciudad y el miedo al virus asesino sigue atendiendo a sus escasos clientes.

Pero nada más entrar, algo no encaja: la recepción está desierta y un silencio contrasta con los adornos del Año Nuevo chino, que supuestamente celebraban la llegada del año de la rata.

En el establecimiento a orillas del Yangtsé, con una decoración moderna, los clientes brillan por su ausencia y el personal lucha como puede contra el aburrimiento... cuando no se encuentra simplemente de descanso forzado en una sala.