Por Julio Materano
Especial para EL HERALDO
Nicolás Maduro fue el primero en votar. Lo hizo pasadas las 5:50 de la mañana en la Unidad Educativa Miguel Antonio Caro al oeste de Caracas. Así, con el primer rayo de luz, el chavismo arrojaba su primera premisa: la maquinaria roja debía activarse y movilizar a su gente con arrojo. De resultar ganador, matizaba desde Miraflores, cambiaría la economía. Ahí estaba su segundo mensaje: Maduro prometía no ser él.
Antes de las 10 de la mañana el ministro de Comunicación Jorge Rodríguez, jefe del comando de campaña madurista, arrogaba al Gobierno una participación de 2,5 millones de electores a través de la contienda presidencial que convocó a 20,5 millones de venezolanos, un evento vetado por la oposición venezolana agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática y la comunidad internacional. Pero una hora después del anuncio de Rodríguez, la firma Meganálisis no daba crédito a sus palabras y apenas calculaba una participación de 1,3 millones de electores.
La fiesta electoral, como la ha llamado el chavismo, quedaba inaugurada. Y la jornada parecía languidecer antes de que se iniciara. A juzgar por la ausencia de filas en las entradas de los centros de votación, el día estuvo signado por la indiferencia.
En El Valle, una populosa parroquia de Caracas, que agrupa 55 centros de votación y que le toma el pulso a la crisis del país, las aulas vacías, de puertas abiertas, recibían electores de a poco. La abulia que dominó la jornada desdibujaba el llamado de cambio de los venezolanos.
Mientras el Consejo Nacional Electoral jadeaba su celebración, en cuya lista de observadores figuraban aliados de Maduro como el expresidente de Ecuador Rafael Correa y exjefe del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, ocurrían los desmanes. A Carolina Ferreira, quien votó en la escuela Francisco Pimentel, en Caracas, ciudad donde votan 1,6 millones de electores, le pidieron escanear el Carnet de la Patria dentro de las instalaciones del centro electoral. 'Parecían unas elecciones internas del partido de gobierno PSUV'.
En Caracas, José Gregorio Ochoa, líder comunitario de Antímano, una de las zonas más pobres de la capital, denunció la usurpación de la identidad de algunos testigos de mesa. Y el Plan República, que se encarga de resguardar el orden público, no dejaba entrar a los verdaderos testigos. En el colegio La Concepción, el más grande de La Vega, solo votaron 711 personas de un registro de 7.741.
Antes del mediodía, Henri Falcón, el candidato opositor de la contienda, formuló serios cuestionamientos contra el evento. Hacia el final de la tarde, el equipo de campaña de Falcón había documentado 900 casos de violaciones de las normativas electorales. Desde la oposición, el carnet ha sido cuestionado por tratarse de una política de segregación que utiliza la plataforma del Estado para manipular y ofrecer alimentos, bonos y prebendas a la población.
'Hemos venido a asumir este compromiso, este reto, este desafío histórico frente a la situación de tragedia que vive el país', dijo Henri Falcón tras ejercer su voto.
Henri Falcón y el también candidato opositor y pastor evangélico, Javier Bertucci desconocieron anoche el proceso electoral por 'carecer de legitimidad', y exigió nuevas votaciones para octubre o diciembre próximos.