Compartir:

Una mañana Paul Urbanek descubrió un nuevo cartel a la entrada de Alwine, un municipio de casas decrépitas de la antigua Alemania del este comunista. Y así fue como supo que su aldea había salido a subasta.

'¡Nos cayó como un jarro de agua fría!', cuenta Paul, de 71 años, que vino a instalarse a la localidad en 2010 a causa, dice, de su tranquilidad.

El sábado, la decena de casas, además de las cabañas, garajes y terrenos de los alrededores, es decir cerca de 16.800 m2, serán puestos en venta, según un catálogo publicado por la sociedad Karhausen, en Berlín.

El precio de salida para este 'lote con tintes de aldea' donde viven una veintena de personas, la mayoría jubilados, es de 125.000 euros. 'Hay mucha gente interesada', asegura a la AFP Matthias Knake, director de Karhausen, que afirma no haber 'vendido nunca todo un pueblo'.

Una cosa es segura: el comprador, si se encuentra alguno, se hará con un pedazo de la historia alemana, un lugar que, con sus casas destartaladas y sus residentes ancianos simboliza el destino de numerosas aldeas de la ex RDA, que los jóvenes desertaron tras la reunificación hace 27 años.