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Desde pequeña la barranquillera Daniella Char Montoya ha estado rodeada de arte. Sus primeros referentes fueron su madre, Martha, quien, según recuerda, pintaba y le mostraba los materiales artísticos que usaba, y su abuela materna, Ofelia, a quien le apasionaba el arte en cerámica.

La joven despertó su creatividad tomando como punto de partida las películas animadas y los videojuegos, pues disfrutaba calcar sus personajes favoritos y recrearlos dándole su toque especial.

A sus 14 años se atrevió a manejar la pintura al óleo, entre otras técnicas que ya conocía gracias a sus clases de arte en el colegio. Se decidió al final por el arte interactivo y las ilustraciones digitales para plasmar sus sentimientos y recuerdos.

'Para mí pintar es una forma de expresarme sin tener que usar palabras. Me hace sentir libre y en sintonía conmigo misma, y esa es la emoción que quiero aportar al crear cualquier pieza de arte', dice.

Después de graduarse del Colegio Parrish estudió Fine Arts en el School of the Art Institute of Chicago, donde sintió 'una conexión emocional' con un símbolo con el que siempre ha estado involucrada: las alas, con las que, a su vez, transmite su creencia por los ángeles guardianes.

Cuenta que su primera obra pública fue Los niños del agua, un mural que está en Puerto Colombia y que surgió de su deseo de expresar la importancia del mar para el planeta. Este lo realizó junto con el maestro Roy Pérez.

 'Otra de mis obras es un gran mural de un par de alas, que hice con papel de revistas y que está en mi universidad. A raíz de este nació mi proyecto Volare, que tiene como objetivo capturar sentimientos y memorias de la gente e invitarlos a siempre ir tras sus sueños, a ponerlos a volar'.