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La presencia de lujosos cruceros estos días en las playas de Cartagena y Santa Marta no solo constituye una muestra del atractivo turístico que esos dos puertos tienen para el turismo internacional. También deben ser un recordatorio para los dirigentes políticos, empresariales y cívicos de toda la Región Caribe del potencial turístico de nuestro territorio, asunto que, desafortunadamente, no figura en la agenda regional, al menos con la prioridad que un tema de tanta importante merece.

Son muchos los discursos que de manera recurrente se escuchan acerca de la necesidad de diseñar una estrategia común para colocar a la Región en su conjunto como un destino apetecible en el mercado turístico nacional e internacional. Sin embargo, dichos esfuerzos rara vez pasan de declaraciones grandilocuentes de buenas intenciones.

Un breve y superficial repaso basta para darnos cuenta de lo que tenemos entre manos: el prodigio histórico de Cartagena, con sus imponentes murallas; Santa Marta, también con su sólida historia y con la Sierra Nevada; la playas paradisíacas del Magdalena, La Guajira, Córdoba o Sucre, por no hablar de las de San Andrés; el Carnaval de Barranquilla, el Festival Vallenato... Es un recuento, como decimos, superficial: no hay más que adentrarse en cualquiera de los departamentos costeños para descubrir el fascinante universo que se esconde más allá de los eventos y lugares geográficos más evidentes.

Lo que deben hacer nuestros dirigentes es buscar el modo de establecer circuitos turísticos que trasciendan las fronteras de cada departamento, de modo que la Región en su conjunto se beneficie de la presencia de los visitantes nacionales o extranjeros que lleguen por estos lares. En otras palabras, que, en virtud de algún plan maestro bien meditado, los operadores turísticos incluyan en sus ofertas paquetes para el Caribe colombiano, más allá de los que ya puedan existir para destinos individuales, primordialmente para Cartagena, que es, de lejos, el lugar preferido por los turistas que vistan Colombia.

Estamos hablando, sin duda, de una empresa compleja. Pero tenemos la convicción de que la actividad turística en nuestra Región se podría intensificar de manera significativa si encontramos el modo de atraer al visitante con paquetes diversificados, en los que prevalezca el sello de Región Caribe como destino.

Ello no colisiona, por supuesto, con los esfuerzos que haga cada Alcaldía o Gobernación con respecto al desarrollo turístico de su respectiva ciudad o departamento. Se trataría de un esfuerzo complementario, para aprovechar las sinergias regionales allí donde fuese posible.

Sería beneficioso para toda la Región y, qué duda cabe, para los propios visitantes.